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Cultura

La periodista que pasó de 'indepe' a 'botifler': «La Justicia es la que ha apaciguado Cataluña»

Laura Fàbregas publica ‘Diario de una traidora’, en el que relata cómo fue perseguida tras abandonar el independentismo

La periodista que pasó de ‘indepe’ a ‘botifler’: «La Justicia es la que ha apaciguado Cataluña»

La periodista Laura Fàbregas. | Carmen Suárez

Laura Fàbregas (Argentona, 1987) es llamada «traidora»botifler») en su tierra natal, algo que comparten muchos compatriotas catalanes y vascos, pero que ella asume con orgullo. Esta periodista abandonó el discurso dominante y se rebeló contra el pensamiento único: pasó de marchar en la Diada a pelearse contra los independentistas en los platós de TV3. Ahora cuenta su proceso en Diario de una traidora, un libro que son sus memorias y las de una época, la del procés.

Aunque pudiera parecer un cambio drástico, casi una conversión ideológica, en realidad responde a una constante en el cursus personal e intelectual de Fàbregas, que es su voluntad de ir siempre contracorriente; de ser, como dice en italiano a modo de un guiño a su pareja, Luca, una rompicoglioni. Por eso, cuando el nacionalismo catalán dejó de ser una corriente residual y romántica y pasó a convertirse en un movimiento dominante, ella renegó de él. Y pagó las consecuencias: el desprecio del rebaño, el estigma social y hasta el hostigamiento a su familia.

«Todo el mundo se cree que hubiera salvado a Ana Frank en el desván, pero no todos lo hubieran hecho. Yo quizá tampoco, pero sí es cierto que siempre he sentido un fuerte rechazo a las masas y al pensamiento único. No creo que ir siempre en contra de todo sea lo correcto o lo adecuado, puede tratarse de una provocación gratuita, pero sí hay que someterse a pruebas para no caer en tópicos», considera la autora.

Los medios en el ‘procés’

El libro narra la estupefacción de una periodista lúcida y libérrima ante los años de la locura, en especial por el papel que jugaron sus compañeros, convertidos en altavoces de la mentira nacionalista. La prensa -el libro versa sobre todo de la relación de la autora con este oficio- fue uno de los grandes culpables de lo que sucedió en Cataluña, con especial hincapié en el papel que jugó TV3. Así ha quedado escrito.

-¿Cómo fue posible la masificación del independentismo en Cataluña? ¿Cómo se explica sin insultar la inteligencia de la gente?

-Hay un ecosistema catalán muy propio, endogámico, que hace que los catalanes expliquen España desde una posición muy concreta. Hay una burbuja, una cámara de eco muy magnificada por los medios, que explica una realidad de España que no coincide con lo que ves cuando vienes a Madrid.

En la configuración de esa cámara de eco, el papel de los medios de comunicación fue decisivo. Más decisivo, incluso, que el de los colegios y universidades. «Son más rápidos, y sus efectos son más inmediatos. Lo vimos con Pablo Iglesias, que salió en La Sexta y Podemos subió. La televisión tiene un impacto inmediato. ¿Cómo se conjuga eso con que la gente es libre y tiene criterio propio? Había una dinámica de congregación y de seguir a tu entorno. La gente muchas veces no se paraba a pensar», explica.

Pese a las buenas críticas que está cosechando entre sus colegas, Fàbregas publica el libro bajo el síndrome del impostor. Por eso comienza esta entrevista aclarando que «he elegido el formato diario porque mezcla memorias personales y políticas, pero no llega a ser una biografía íntegra, sólo de un momento muy concreto, que es cómo se construye la masificación del independentismo». Una manera de explicar lo general a partir de lo particular: «Yo no soy una persona relevante en la esfera pública, así que quería contar mi historia con eventos y otros personajes importantes».

Por la obra desfilan personajes como Pilar Rahola y Arcadi Espada, pasando por Albert Boadella y Salvador Sostres, muchos de ellos considerados también «traidores» en Cataluña, como Laura Fàbregas, a la que sufrir el rechazo de los suyos le ofreció una gran lección vital: «Cuando una persona se enfrenta a su entorno inmediato, que siempre es el más totalitario u opresivo, lo otro es más fácil en un estado democrático. Cuando superas esa barrera, lo demás es un juego de niños».

Un viaje a Madrid

Pero las personas más relevantes en el libro son los padres de la autora, Josep María y Núria, a quien ella atribuye su conversión al «constitucionalismo»: «Mis padres me han influido mucho intelectualmente, han demostrado coherencia a lo largo de los años, y muchas veces han sido el contrapunto necesario a lo que me contaban en la escuela. Lo hacían tan bien que me terminaban convenciendo. Sin la influencia de mis padres, hubiera sido difícil abandonar el independentismo, o hubiera tardado más».

El otro factor que fue clave en su abandono del independentismo fue su marcha a Madrid con 23 años para hacer prácticas laborales. «Llegué a Madrid y vi que estaba llena de independentistas, y que gozaban de las mismas oportunidades que el resto», cuenta Fàbregas, que abunda: «Aquí nadie está oprimido, es una ciudad libre, abierta, competitiva y meritocrática. El relato no se correspondía, al revés. En Madrid he oído hablar catalán. La animadversión a lo catalán sucede más en los pueblos interiores de la España rural y profunda que en una ciudad como Madrid. Yo quise ir a Madrid cuando era medio indepe porque algo en mí me decía que quería descubrir esta ciudad. Mucha gente de mi entorno se escandalizaba, como si fuera lo peor».

Tras el ‘procés’

Laura Fàbregas, que vuelve de cuando en cuando a su Argentona natal, asegura que la Cataluña posterior al procés está pacificada, sí, pero no gracias al Gobierno de Pedro Sánchez, como cacarean los propagandistas del régimen, sino a la Justicia. «Lo que ha contribuido a apaciguar Cataluña es la Justicia, que los líderes indepes hayan ido a la cárcel. Cuando ha habido consecuencias judiciales y se ha terminado la impunidad, los líderes separatistas se han dado cuenta de que no tienen carta blanca, de que hay límites. Luego también ha pasado que ha habido un hartazgo, y que tantos años de tensión son insostenibles».

En ningún lugar del mundo se vivía tan bien y con tantas libertades, narra la autora, como en la Cataluña previa al procés. Esa que no perseguía a los débiles, que no fueron los separatistas, sino al resto. Para opresión, la que sufrieron quienes se negaron a seguir al rebaño. Como Laura Fàbregas. Una traidora, una botifler, a mucha honra.








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