The Objective
Cultura

Yoko Ono: algo más que la arpía que separó a los Beatles

La biografía autorizada de David Sheff reivindica a la artista de vanguardia y da su versión del fin del grupo de Liverpool

Yoko Ono: algo más que la arpía que separó a los Beatles

Yoko Ono y John Lennon. | Europa Press

La beatlemanía es una religión. Y como toda su religión tiene sus dogmas. Uno de ellos dice que Yoko Ono fue la culpable de la separación de los cuatro de Liverpool, porque abdujo y manipuló a John Lennon. David Sheff lo niega rotundamente en Yoko (Libros Cúpula), e insiste en que la decisión fue cosa de Lennon, sin presiones de ella. 

Pocas novedades aporta sobre el asunto esta biografía de Yoko Ono, que divide su vida en tres grandes bloques: antes, durante y después de Lennon. A quienes no conozcan su figura más allá de su relación con el Beatle, el libro les descubrirá su relevante faceta como artista y les proporcionará abundante información de interés, sobre todo en su primera parte. También les aclarará que, cuando conoció a Lennon, Ono no era una advenediza sin oficio ni beneficio, sino una artista de vanguardia que ya se había hecho un nombre y que merece pasar a la historia como algo más que la presunta causante de la separación de los Beatles. 

Esta es una biografía autorizada, lo cual quiere decir que el autor ha tenido acceso a documentos inéditos facilitados por la biografiada y su entorno, pero también que la perspectiva que rige es la de Yoko Ono. El libro no escurre el bulto en relación a los episodios menos edificantes de su vida: su juvenil paso por un psiquiátrico o sus adicciones que derivaron en conflictos maternos con una hija a la que le perdió la pista durante años. Sin embargo, el autor siempre la defiende, cual caballero andante, y ante cualquier crítica se saca de la manga, con insistencia un poco cansina, el comodín de que ella ha sido siempre víctima de la misoginia -por mujer- y del racismo -por japonesa-. 

Sobre su infancia y adolescencia pasa con rapidez, aunque apunta algunos traumas provocados por la rigidez materna y por haber sido testigo de los bombardeos americanos de Tokio en plena guerra. La familia era una de las más ricas de Japón y el padre, banquero, acabó trabajando en la filial neoyorquina de un banco nipón. Yoko Ono permaneció un tiempo escolarizada en Tokio, pero acabó reuniéndose con sus progenitores en Estados Unidos. Estudió en la prestigiosa universidad femenina Sarah Lawrence e inició su carrera artística en la vanguardia neoyorquina a finales de los años cincuenta.  

Entró en contacto con el músico experimental John Cage, con el que colaboró en piezas experimentales como Music Walk, en la que, mientras él tocaba, ella permanecía estirada sobre la cola del piano. Cage fue uno de los pioneros de Fluxus, el movimiento vanguardista interdisciplinar al que puso nombre el galerista de origen armenio George Maciunas. Se decidió por Fluxus tomando la acepción de esta palabra como «descarga del agua del váter al tirar la cadena». Siguiendo la estela del dadaísmo, pretendían romper moldes, provocar y revitalizar la escena cultural. El grupo practicaba un arte multidisciplinar y Yoko Ono, creó piezas musicales experimentales a base de gritos, dirigió algunos cortometrajes, protagonizó performances y expuso obras conceptuales. 

‘Performance’ legendaria

Sus piezas más conocidas consistían en simples instrucciones -entre poéticas, absurdas, desconcertantes, paradójicas y humorísticas- para el espectador. Así, por ejemplo, la Hide and Seek Piece (Pieza del escondite) dice: «Escóndete hasta que todos se hayan ido. Escóndete hasta que todos se olviden de ti. Escóndete hasta que todos hayan muerto». Mientras que Water Piece (Pieza de agua) propone: «Roba la luna de dentro del agua con un cubo. Sigue robándola hasta que no quede más luna en el agua». 

En la que tal vez sea su creación más emblemática, la Cut Piece (pieza para cortar), ella misma era la protagonista. Se trata de una performance legendaria (y no exenta de peligros). La artista permanecía sentada, inmóvil, en el suelo de la galería y se ponían a disposición del público unas tijeras para que fueran cortando trozos de su ropa. Ono pretendía plantear una reflexión sobre la indefensión y la violencia. Y en efecto, en más de una ocasión algunos se entusiasmaban más de la cuenta y no solo la acababan dejando en cueros, sino que las tijeras se convertían en un amenazador objeto punzante. 

Otra de sus obras emblemáticas es el cortometraje Film Number Four, también conocido como Bottoms, es decir traseros. Y en eso consistía: una sucesión de primeros planos de nalgas femeninas y masculinas, pertenecientes a amigos y colegas. Invertía provocadoramente el modelo de los retratos clásicos, que se centran en el rostro o incluso en las manos de quien posa para atrapar su personalidad. 

En 1966 viajó a Londres para exponer en una galería. Uno de los visitantes que apareció por allí fue el ya entonces celebérrimo y millonario Lennon, que quedó encandilado con el tono naif y juguetón de piezas como Ceiling Painting (pintura de techo), que consiste en una escalera de mano en la que se sube el espectador para coger una lupa que cuelga del techo. Con ella puede descifrar lo que hay escrito en una minúscula mancha en el techo: se lee la palabra «Yes». 

Detención en Mallorca

El amor los entonteció un poco a los dos. Él compuso alguna de sus canciones más cursis y juntos protagonizaron tonterías como aquella publicitada encamada por la paz en un hotel de Ámsterdam. Desarticulados los Beatles, la pareja se marchó a vivir a Nueva York, donde el Gobierno de Nixon los espió por el radicalismo político que mostraban. Lennon era muy revolucionario y alternativo, pero también millonario, de modo que se acabaron instalando nada menos que al edificio Dakota. Grabaron álbumes juntos -llamaron a su grupo Plastic Ono Band- y suele haber unanimidad al considerar que las aportaciones musicales de ella eran francamente mejorables. Sobre esta época, se estrena en cines el próximo 10 de junio One to One: John & Yoko de Kevin MacDonald (autor de excelentes documentales sobre Bob Marley y Whitney Houston), centrado en un concierto que dieron en 1972.

Y en Movistar + está disponible otro documental, El otro amor de John Lennon, que reconstruye un episodio del año siguiente, 1973. Lennon y Ono se separaron temporalmente por sus desavenencias y él inició -con el consentimiento de Ono- una relación con May Pang, también oriental, a la que la pareja había contratado como ayudante. Lennon y Pang se trasladaron a Los Ángeles, donde el ex Beatle vivió legendarias noches etílicas con el genial cantante y notorio borracho Harry Nilsson. Hasta que pasado año y medio, regresó al redil y volvió con Yoko Ono. 

El libro de David Sheff explica otro episodio mucho menos conocido: la detención de Lennon y Ono en Mallorca. Antes de conocer a Lennon, ella había estado casada dos veces. Con su segundo marido, el cineasta experimental Anthony Cox, había tenido una hija. Después de divorciarse, él se quedó con la custodia por las adicciones de ella. Instalado en Europa, se fue interesando por asuntos esotéricos y durante una temporada que pasó en Mallorca metió a la niña en una guardería de meditación trascendental. Lennon y Ono aterrizaron en la isla para llevarse a la niña y fueron detenidos por la policía acusados por las cuidadoras de intento de secuestro, aunque salieron en libertad a las pocas horas. Después Cox ingresó, con la hija, en una secta y durante años Ono perdió por completo el contacto con ella. 

Tras el asesinato de Lennon en 1980, Yoko Ono pasó a manejar su legado de un modo no exento de polémicas. En paralelo empezó su reivindicación como artista con importantes exposiciones antológicas en museos de primer nivel como el Whitney, el Guggenheim de Bilbao, el MoMA o la Tate. Controvertida, detestada por muchos y admirada por otros, cargando siempre con el sambenito de ser considerada la bruja que separó a los Beatles, se lo acabó tomando con ironía -o cinismo- y tituló un álbum de remixes publicado en 2007 Yes, I’m A Witch (Sí, soy una bruja). 

Publicidad