The Objective
Cultura

Las faltas en Cataluña son menos faltas

Las pruebas de acceso a la Universidad siguen delatando la disparidad de criterios entre las comunidades

Las faltas en Cataluña son menos faltas

Alumnos durante la primera jornada de selectividad 2025 en Valencia (ARCHIVO). | Jorge Gil (EP)

Cada año, cuando se celebran las pruebas de acceso a la universidad, nos lamentamos de que cada comunidad tenga sus propios criterios. Como si se tratara de una maldición bíblica contra la que nada se puede hacer. Nos quejamos de que en Madrid el examen de Matemáticas ha sido una auténtica caza del estudiante, mientras en otras regiones ha sido un paseo militar. De que cada comunidad enseña una historia diferente como si no hubiera una historia común de España. O de que las faltas de ortografía tienen diferente penalización según el territorio donde uno se examine.

Lo de las faltas de ortografía puede parecer una mera anécdota, pero resulta muy significativo. De hecho, el mimo del lenguaje y la instrucción de su uso correcto, hablado y escrito, es una de las funciones prioritarias del docente, además de la enseñanza de su propia especialidad. Este curso se ha producido en Cataluña un hecho que delata el escaso respeto por la lengua. Antes de las pruebas de acceso, la consejería de Educación catalana anunció que las faltas de ortografía solo se penalizarían en la materia de Lengua. Se supone que tanto la catalana como la española. El argumento ofrecido no puede ser más peregrino: que este año se han introducido muchas modificaciones y había que simplificar los criterios. 

La avalancha de críticas obligó al gobierno catalán a rectificar solo 24 horas después de tomar la medida. Decidió ampliar la penalización por las faltas a aquellas materias en las que se requiere la redacción de textos extensos, un total de seis asignaturas más. En el resto, se dejaba al buen criterio del profesor encargado de corregir. Es decir, que un alumno de Matemáticas o de Física, que le hubiera tocado en suerte un profesor comprensivo, podía escribir su examen, sin riesgo alguno, con la misma ortografía que aplica a los mensajes de WhatsApp del grupo de sus colegas.

La ausencia de un criterio estricto sobre el baremo de la penalización de las faltas lleva, por un lado, a la confusión de alumnos y profesores y, por otro, a un trato de favor a los alumnos de las comunidades, como Cataluña, más permisivas con los errores ortográficos. Probablemente, se trate solo de unas décimas. Pero esas décimas —pregúntele a cualquier estudiante— no son una cuestión baladí, porque pueden marcar la diferencia entre acceder a la carrera deseada o tener que optar, por descarte, a otra diferente.

El desconcierto sobre la antiguamente llamada selectividad queda de manifiesto en la diversidad de nombres utilizados para la prueba, dependiendo de las comunidades autónomas: EBAU, EvAU, PAU, AVAU, PEvAU, entre otros. Hay que reconocer, no obstante, que, este mes, se ha dado un paso de gigante al unificar todas las denominaciones bajo el nombre común de Prueba de Acceso a la Universidad (PAU). Ya estamos más cerca de hablar el mismo idioma y, por tanto, entendernos mejor…

Las turbulencias políticas de las últimas semanas han hecho que se preste muy poca atención a la histórica huelga de los docentes del Principado de Asturias. La protesta contra el gobierno socialista asturiano ha puesto de manifiesto las condiciones precarias en las que trabajan los profesores, no solo de la región, sino de todo el país. Aunque finalmente, tras nueve días de paros, se llegó a un preacuerdo, ninguna de las partes se ha mostrado satisfecha. Se habla de un parche, de una solución provisional, porque, se aduce, lo que ha fracasado es el «modelo educativo asturiano».

Tal vez lo que haya fallado sea el modelo educativo español, que es el resultado del guirigay de diecisiete modelos diferentes, con financiación diferente y criterios diferentes, pero con problemas idénticos, como han demostrado las reivindicaciones de los profesores asturianos. Esa falta de ortografía, que es más o menos falta dependiendo del territorio donde se perpetre, es solo la punta del iceberg del fracaso en un asunto tan decisivo como la educación, en el que nos jugamos el futuro del país. 

Publicidad