Enfrentar, confrontar, afrontar
«Como ya advertía Lázaro Carreter, estas tres voces no se deben emplear de forma indiscriminada»

Ilustración de Alejandra Svriz.
En 1993, con este mismo título, Fernando Lázaro Carreter explicaba el uso correcto de estos tres verbos con significados afines en uno de sus artículos o «dardos», como pasaron a llamarse estas piezas suyas sobre el uso del español recopiladas en 1997 con el título El dardo en la palabra. Pues bien, salvando las distancias entre el insigne filólogo y yo, me gustaría volver sobre estos tres verbos que tanto se siguen empleando hoy día, en parte debido a que vivimos en un mundo que parece haberse instalado en una época de crispación y enfrentamientos generalizados, tanto a escala global como a nivel local. O quizás sea nuestra perspectiva la que está viciada y se percibe todo a base de conflictos.
Sea como fuere, como ya advertía Lázaro Carreter, estas tres voces no se deben emplear de forma indiscriminada. Las palabras enfrentar y afrontar son las más afines entre ellas. Así, enfrentar, en las definiciones del Diccionario de la lengua española de la RAE, significa: 1. afrontar (poner una cosa enfrente de otra); 2. afrontar (hacer frente al enemigo); y 3. afrontar (hacer cara a un peligro).
En la primera acepción, enfrentar tiene como sinónimo también confrontar. Es su significado más literal (poner una cosa frente a otra) y el que une las tres palabras, puesto que su raíz es frente (del latín frons, frontis). Es decir, en este sentido las tres palabras se solapan o coinciden y se pueden, por tanto, usar indistintamente: «Han enfrentado [confrontado/afrontado] las sillas para poder hablar»; «Hemos de conformarnos con enfrentar [confrontar/afrontar] su belleza [de la Dama de Elche] y grabarla bien en la retina» (me valgo, entre otros, de ejemplos que nos proporciona el Diccionario del español actual y el Diccionario del estudiante). O: «Cuando enfrentas [confrontas/afrontas] un espejo con otro, el reflejo se multiplica». Es decir, aquí los tres vocablos significan «poner una cosa enfrente de otra» o «ponerse enfrente de alguien o de algo mirándolo».
En este primer sentido, el de estar o ponerse frente a una persona o cosa en sentido físico, el uso de confrontar es especialmente extendido: «Se prohíbe el estacionamiento confrontando con entradas principales de toda clase de inmuebles»; asimismo, por tanto, cuando se pone frente a frente a una persona o cosa con otra para comparar u oponerlas, cotejándolas: «Confronte usted las dos listas». En las otras dos acepciones, las de hacer frente al enemigo o hacer cara a un peligro, es decir, hacer frente a alguien o algo, un problema o peligro, se admite enfrentar una situación (aunque esta construcción es en realidad innecesaria, pudiendo valernos del más normal afrontar) o enfrentarse a una situación o enfrentarse con alguien (es decir, puede ser transitivo o intransitivo el verbo, con o sin complemento), por ejemplo: «Al enfrentarse con la vida han de resolver su caso dentro de unas estrechísimas reglas de juego que, a veces, son ligaduras que hienden su carne y su espíritu». De ahí que –como nos recuerda Manuel Seco en su Nuevo Diccionario de dudas y dificultades– se pueda decir enfrentar una cosa a otra; enfrentar a alguien con otro; enfrentarse a un lugar; enfrentarse a una situación; o bien enfrentarse al o con el adversario.
Y éste es el otro sentido principal de confrontar, que no es sino una extensión natural del otro: carear a dos personas. Es decir, poner (una cosa o a una persona) frente a otra, bien para compararlas, bien para oponerlas: «El fiscal quiere afrontar al acusado con el testigo»; «El profesor confrontó a los alumnos para averiguar quién había copiado»; «En la Conferencia de Presidentes, la presidenta de Madrid le robó el protagonismo a Feijóo y confrontó a su propio partido en la cuestión identitaria y el modelo territorial».
Por último está afrontar, quizás la más elegante de las tres palabras y la menos empleada por medios y otros usuarios del idioma, como afirmaba ya Lázaro, en parte porque, quizás por comodidad, se suele recurrir al enfrentar transitivo. Según el DLE, afrontar (que no se debe confundir con afrentar, «causar afrenta, ofender, humillar, &c.») tiene tres acepciones principales: 1. Poner cara a cara; 2. Hacer frente al enemigo; 3. Hacer cara a un peligro, problema o situación comprometida. En los tres casos, es verbo transitivo y sinónimo de enfrentar. El Diccionario del estudiante recoge un uso único, que es el principal: «Hacer frente (a un problema o a una situación difícil o negativa)»; «El Gobierno tomará medidas para afrontar la crisis» o «Seis consejos para afrontar la recta final para la selectividad».
Con estas tres voces estamos, pues, en condiciones para afrontar crisis, conflictos, riesgos y peligros que nos cercan; y para afrontar el futuro y los años venideros, si no con optimismo, sí por lo menos con entereza (y adecuación lingüística).