El último vuelo: evasión y supervivencia entre la Guerra Civil y la Segunda Guerra Mundial
Fernando Castillo reconstruye las dramáticas huidas en avión de dirigentes republicanos y colaboracionistas nazis, hombres poderosos convertidos en fugitivos desesperados

'El último vuelo'.
El último vuelo del piloto Silvio Lurueña fue una angustiosa evacuación entre el aeródromo de Monóvar (Alicante) y el de Orán, en los estertores de la Guerra Civil española. A bordo del aparato, un Dragon Rapide, el mismo modelo de avión que trasladó a Franco de Canarias a Tetuán al inicio del golpe contra la República, viajaban hacia el exilio el general Cordón, el subsecretario del Aire, coronel Núñez Maza, el poeta Rafael Alberti, la escritora María Teresa León y algún consejero soviético, entre otros.
Al aterrizar en Argelia, el piloto y su mecánico fueron arrestados por la gendarmería francesa y recluidos en el fuerte de Mers el-Kebir, lo que marcó el inicio de un penoso exilio que se prolongaría durante años. Sus ilustres pasajeros, por su parte, fueron conducidos a un hotel y, posteriormente, enviados a París.
Un ensayo sobre huidas
Aún más célebre es la espectacular evasión de Léon Degrelle, líder de los colaboracionistas belgas condecorado personalmente por Hitler. A bordo de un avión Heinkel, y mientras el nazismo se desmoronaba, partió de Oslo el 7 de mayo de 1945, sobrevolando Europa en una arriesgada y desesperada travesía, hasta aterrizar, tras siete horas y ya sin combustible, en la playa de la Concha de San Sebastián.
Eran las seis y media de la mañana; el estruendo despertó a los vecinos. Las heridas sufridas por el colaboracionista facilitaron que se le concediera asilo bajo la protección del régimen franquista. Mientras Franco accedió a entregar a Pierre Laval, jefe del Gobierno de Vichy reclamado junto al belga por los aliados, la convalecencia de Degrelle dio margen al gobierno español para mantenerlo a salvo. Residiría en nuestro país hasta su muerte en 1994.
Estas y otras huidas desesperadas constituyen el hilo narrativo del nuevo ensayo de Fernando Castillo, El último vuelo. Fugitivos de la República y la Colaboración. 1939-1945, publicado por Renacimiento con prólogo de Antonio Muñoz Molina. La obra utiliza como pretexto las fugas aéreas para analizar cómo las circunstancias históricas convirtieron a poderosos líderes en fugitivos, obligados a pasar en cuestión de horas de posiciones de poder absoluto a jugarse la vida para hallar refugio, entre traiciones, trampas y casualidades, durante uno de los periodos más convulsos del siglo XX.
Con su estilo característico, prosa de altos vuelos y apego a los hechos históricos, Castillo de paso rescata del olvido a los protagonistas menos recordados de estas gestas: pilotos, mecánicos y técnicos que acompañaron a los célebres evadidos a costa de graves penalidades personales. El ensayo se centra especialmente en dos grandes oleadas de fugas: la evacuación de personalidades republicanas hacia Argelia al final de la Guerra Civil y la huida de colaboracionistas nazis, sobre todo franceses, belgas y holandeses, tras el colapso del Tercer Reich.
La salida republicana
En marzo de 1939, con la Guerra Civil española al borde del fin, varios aeródromos levantinos se convirtieron en puntos clave para la desesperada huida de la élite política, militar e intelectual del bando republicano. Los campos de aviación de El Fondó (entre Monóvar y Elda), Alicante y Murcia vieron despegar vuelos con destino a Toulouse o Argelia, siempre bajo el acecho de las tropas de Casado, que se había sublevado contra su propio gobierno para negociar la rendición ante Franco.
Por estos mismos vuelos emprendieron el exilio figuras como el presidente del Gobierno, Juan Negrín; el ministro Julio Álvarez del Vayo; los comunistas Dolores Ibárruri (La Pasionaria), Palmiro Togliatti y Enrique Líster; así como los ya mencionados Rafael Alberti y María Teresa León.
El vuelo de Pasionaria fue el 6 de marzo de 1939, embarcó en un Dragon Rapide que despegó de Monóvar y aterrizó sin incidentes en Orán, acompañada de Jesús Monzón, líder comunista que luego protagonizaría la Operación Reconquista, el intento de invasión del valle de Arán por parte de maquis comunistas a sus órdenes en 1944.
Colaboracionistas nazis en España
Entre los colaboracionistas nazis que hallaron refugio en España destacan nombres como los intelectuales antisemitas Charles Lesca, Alain Laubreaux o Georges Guilbaud. No obstante, Fernando Castillo pone especial énfasis en Abel Bonnard, destacado escritor y miembro de la Academia Francesa que fue ministro de Educación del gobierno de Vichy.
Bonnard, cosmopolita y dandi, logró escapar en el último avión alemán que partió de Italia y consiguió llegar a Barcelona. En esa misma aeronave viajaba Pierre Laval. Bonnard fue protegido por el exministro de Exteriores, José Félix Lequerica, y por el periodista Víctor de la Serna, quienes también habían auxiliado a Degrelle.
Instalado en Madrid, el escritor francés mantuvo contacto con otros exiliados, se dedicó a la escritura colaborando en la prensa madrileña y se convirtió en visitante asiduo del Museo del Prado. Dejó de lado sus actividades políticas y en 1958 regresó a París, donde fue juzgado y condenado a una pena de destierro de la que acabó siendo indultado. Finalmente, regresó a España, pues el perdón no evitó una condena social que lo relegó al más absoluto ostracismo.
El último vuelo. Fugitivos de la República y la Colaboración. 1939-1945 constituye un viaje fascinante por las zonas más oscuras de nuestra historia reciente. Relatos curiosos que nos revelan la verdadera naturaleza del poder y el devastador precio que aquellos hombres pagaron al ser arrastrados por las circunstancias históricas.