Cosimo Fusco: «Cuando me veo en ‘Friends’ pienso que podría ser mi hijo»
El actor, conocido por ser Paolo en ‘Friends’, repasa en ‘Bambalina’ su trayectoria y sus últimos proyectos
No sabía una palabra de español Cosimo Fusco (Matera, Italia, 1962) cuando le ofrecieron el papel del padre (demonio) Ángel en 30 monedas. En estos años lo ha aprendido, fundamentalmente, gracias a los guiones de Álex de la Iglesia, a quien adora y que volvió a contar con él para la segunda temporada de la serie y para su película Veneciafrenia. Lleva toda la vida dedicada al cine, a las órdenes de directores como Ron Howard, Ridley Scott o Darío Argento, pero es inevitable que se le nombre como Paolo, el novio italiano de Rachel, el papel que hizo en Friends antes de que la sitcom se convirtiera en un fenómeno mundial que sigue trascendiendo generaciones.
PREGUNTA.- Cosimo Fusco, bienvenido otra vez a España. ¿Un nuevo sitio al que llamar casa? Me estabas contando antes de arrancar a grabar que eres un italiano un poco raro porque has vivido en muchos países.
RESPUESTA.- Sí, de hecho, España se ha convertido un poco en mi ¿segunda, tercera, cuarta casa?, porque he tenido la suerte de vivir en el extranjero demasiado. Crecí como actor en Estados Unidos. Me fui cuando tenía 24 o 25 años. Después viví en París cinco años y después en Roma. Hace cinco años que tengo esta aventura de amor con España.
P.- Cuando Álex de la Iglesia te llama para la serie 30 monedas.
R.- No sé qué le pilló, pero decidió que yo podía ser el padre Ángel. El cura era italiano, pero él no sabía si yo hablaba español, y no lo hablaba. No hablaba ni una palabra. Mentir fue toda una mise en scène. Pedí a mi representante que mintiera, que dijera que sí lo hablaba. Al final he aprendido español con sus guiones.
P.- Y cuando Álex de la Iglesia descubre que no sabías español, ¿qué pasó?
R.- La primera vez que hablé español y actué en español fue una noche a las tres de la madrugada en Pedraza [Segovia, donde se rodó la serie], delante de 30 o 40 buenos actores españoles. Nunca me había escuchado en español, pero yo me lo preparé muy bien. Estaba listo. Le sorprendió que lo hiciera tan bien. Creo que en su cabeza pensaba que me vería doblado, ¿sabes? Lo primero que me dijo fue: «¡No tengo que doblarte!».
«En España hay un conocimiento del género de terror que es único»
P.- ¿Qué te ha dado España? ¿Qué has aprendido de la experiencia española?
R.- Conocía España de cuando venía de vacaciones de joven –Ibiza, Formentera y la costa–, pero no pensaba que España estuviera llena de diferentes culturas y fuertes identidades. Es una nación muy peculiar. Hay muchas divisiones también, he aprendido que existen. Pero mi amor por España ha sido siempre muy fuerte, así que cuando me dieron la oportunidad, la tomé. Cuando trabajas aquí, tienes tiempo de conocer bien el lugar. Lo que más me gusta de ser actor es que te da la oportunidad de visitar lugares, de comer la comida de los lugares donde estás y conocer a la gente. Estoy aprendiendo sobre vuestra cultura, pero me queda muchísimo por conocer.
P.- Álex también contó contigo en Veneciafrenia. Supongo que ya sabrás la importancia que tuvo Álex de la Iglesia para este país en los años 90, cuando dio un giro increíble al cine español, a lo que se concebía que era el cine español.
R.- Me di cuenta cuando la segunda o tercera vez que le dije a mi representante que no quería hacer el papel, que no estaba interesado porque el guion estaba en español y yo no lo hablaba, él me dijo: «Cosimo, mira lo que ha hecho Álex de la Iglesia». Había hecho dos películas que me encantaron. Él tiene un estilo que a mí me encanta. Es muy fuerte, muy peculiar. Me imagino que mucha gente no lo ama, pero el arte no está para ser amado.
P.- Esto es algo que también he preguntado a otros invitados que han venido: ¿da miedo rodar una serie o una película que está hecha para dar miedo? ¿Se siente miedo en el rodaje?
R.- ¡Es muy divertido! Aunque bueno, en 30 monedas, donde hago de un cura que es el diablo, pasó un día que estábamos rodando una misa negra, en la cual daba la hostia negra, y no sé quién me preguntó: «Cosimo, ¿pero no tienes problema en hacer esto? ¿Eres católico?». Sí, soy muy católico, muy creyente –muy crítico también–, así que sí, es un poco sacrílego. Cuando tuve que pintarme el cuerpo con todos esos signos, esas marcas demoníacas, un día no me las limpié y me fui a dormir con ellas. Me estaba lavando los dientes en la noche y en un momento dado me impactó, porque estaba solo en mi habitación. Pero mira, trabajo es trabajo, y está bien sentir miedo.
P.- O sea, es más incómodo para ti hacer de diablo que hacer de sacerdote. ¿O con qué te sientes más identificado?
R.- Como todo los extremos, se encuentran en cierto punto. Un poco la filosofía de 30 monedas, lo que Alex dice, es que no existe el demonio.

P.- Que forma parte de Dios.
R.- Dios mismo ha creado todo.
P.- Y es una cuestión filosófica más allá de una serie de entretenimiento.
R.- Es una reflexión muy profunda. Me encantó esa secuencia de la serie, porque es exactamente como yo lo creo.
«Me eligen para ‘thrillers’ porque tengo una mirada sospechosa, pero me gustaría hacer una comedia romántica»
P.- Si existe Dios, por qué deja que el mal exista.
R.- El pecado, el diablo, el mal, tenemos que aprender cómo manejarlos.
P.- Sin embargo, el género del terror a veces se subestima, se considera que es un género menor frente al drama o la tragedia…
R.- Eso depende. ¿En cuál país? En España tenéis mucho respecto, hay un conocimiento del género que es único. Esa fue mi fortuna, empezar con Álex. Le envié un artículo de prensa sobre la boda de Bezos en Venecia porque podía ser el argumento de nuestra película [Veneciafrenia]. Creo que él es un poco un oráculo. Los artistas son muy sensibles, así que no es raro que sientan las cosas antes.
P.- Después has hecho también en España La huella del mal, con Manuel Ríos San Martín, que se presentó en el Festival de Málaga, y que también es un thriller.
R.- Me dijeron que me habían elegido porque tengo una mirada un poco sospechosa. Fue una película muy linda. Con ella traicioné a Álex, pero solo momentáneamente.
P.- ¿Hay algún género en el que quisieras incursionar en el que todavía no hayas trabajado?
R.- Sí, lo digo siempre. Tengo un buen sentido de comedia, de ritmo, y me gustaría hacer una comedia romántica. Y al final puedo matar a alguien, si es lo que quieren, pero sí, creo que puedo hacer bien la comedia romántica.

P.- ¡Cómo no vas a poder! Y cómo es de mágica esta profesión, que a pesar de todos los años que han pasado…
R.- Ya sé dónde estás yendo…
P.- … desde que hiciste aquel personaje del novio italiano de Rachel Green (Jennifer Aniston), se te sigue recordando por eso. Ese papel fue de comedia romántica.
R.- Sí, pero pasó hace mucho tiempo.
P.- Pasó por aquí un actor, Pedro Mari Sánchez, que tiene más de 70 años y una trayectoria en cine, teatro y televisión desde que tenía siete años. A pesar de su edad, a pesar de que siempre ha estado en activo y a pesar de todo lo que ha hecho, siempre se le recuerda por el niño que hizo a los siete años en una película que se llama La gran familia. ¿Eres de los que reniega de los personajes porque pasó demasiado tiempo? «Ya, no me vengan con Paolo, por favor».
R.- Mira, soy muy feliz de que Paolo esté a mi lado, de estar madurando con él. Nunca he tenido un problema con esto. Me fascina. Es fascinante que sea un fenómeno que ha acompañado a tantas generaciones. Mi generación, la de mis hijas…
P.- A mis hijos también, que son ahora adolescentes.
R.- Me imagino.
P.- ¿Y tú qué piensas cuando te ves?
R.- Cuando me veo pienso que podría ser mi hijo. Yo tengo dos hijas, y una tiene 35 años. Cuando hice Friends yo tenía 32 años. Cuando me veo en un proyecto pasado, me hace ilusión. Veo todos los lados míos que que están ahí aún, y otras cosas que se han ido.
P.- ¿Qué es lo peor de envejecer y de que pase el tiempo?
R.- Yo amo muchísimo la vida. A veces me gustaría ser inmortal, pero no solo yo: todos los amigos, la gente que quiero. Porque me gusta mucho la vida y me duele que mueran. Y están pasando muchas cosas en la política mundial que me duelen. Esos son los malos de esta tierra. No hablaremos de eso porque llevaría mucho tiempo, pero es un misterio. ¡Eso es un misterio! A veces, cuando hablo de religión o de fe con alguien que me pregunta: «¿Cómo puede tener fe? Cuando ves Gaza, ¿dónde está Dios, tu Dios? ¿Cómo puede pasar todo eso?». Es una pregunta muy delicada. Al mismo tiempo, hay gente que está detrás del dinero, del poder, de cosas repugnantes.
«Recuerdo estar viendo ‘Top Gun’ con Tom Cruise –que tiene mi edad– y pensar: ‘Yo puedo hacer esto’»
P.- ¿Y qué es lo bueno que dan los años?
R.- Si has hecho un buen trabajo contigo mismo, lo bueno es un poco más de paciencia, que eres más paciente.
P.- Menos ansiedad.
R.- La ansiedad puede venir con con la vida, y yo tengo ansiedad, pero he aprendido a dominarla, manejarla, reconocerla, esperarla.
P.- Domarla.
R.- Decirle: «Ciao, hasta luego».
P.- ¿Recuerdas el momento en que se despertó tu vocación de actor? Porque tengo entendido que tú estudiaste otra cosa, estudiaste Derecho.
R.- Estudié para abogado.
P.- Y también fuiste jugador de waterpolo.
R.- Ese deporte fue mi vida desde que era niño. Aún soy un deportista, en mi cabeza. Hago yoga desde hace muchos años, y el deporte nunca me dejó. Empecé leyes por dar gusto a mi familia, pero en realidad quería ser deportista. Así que cuando un año mi equipo de waterpolo me vendió a otro equipo, paré, y empecé a ser actor. Cuando era muy pequeño, en el instituto, me decían que era muy expresivo y me gustaba muchísimo la música. Tocaba la guitarra y cantaba muy bien. En un momento de mi vida tuve que decidir qué dejar, y desafortunadamente fue el deporte. O no sé, así se dio la vida.
P.- O sea, ese momento de cambio fue el que te empujó a ser actor.
R.- El momento que recuerdo es estar en el cine viendo Top Gun con Tom Cruise –Tom Cruise y yo tenemos la misma edad– y pensar: «Yo puedo hacer esto, puedo hacer lo que él está haciendo».

P.- Y vas a Los Ángeles directamente.
R.- Intenté hacer las cosas para complacer a mi familia. Pensé: bueno, me voy a Milán, al norte, a una academia. Pero el destino era otro. Así que sí, me fui a Los Ángeles y allí empecé a hacer trabajos importantes. Después estuve en París, pero como actor, Los Ángeles fue mi formación.
P.- Ron Howard, Ridley Scott, Darío Argento son algunos de los directores con los que has trabajado. En Ángeles y demonios hacías también de sacerdote. Veo ahí un patrón.
R.- Me sigue, me sigue el asunto.
P.- Para mantenerse todos estos años en activo, en una profesión que es muy difícil, ¿qué es lo más importante?
R.- Lo más importante, la amistad. Para mí, casi más que el amor. El amor, o sea, la relación romántica entre dos personas, puede acabar, pero la amistad es para siempre.
P.- Así decía Montaigne.
R.- Sí.
P.- ¿Y lo mejor y lo peor de esta profesión, qué dirías que es?
R.- Lo mejor es cuando gritan «Acción». Lo peor es cuando tu representante te dice que pillaron a otro.