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Cultura

Claudia Casanova: la editora que convirtió un ático de 50 metros en un grupo editorial

Quince años después dirige ocho sellos que combinan diversidad, criterio y pasión por los libros

Claudia Casanova: la editora que convirtió un ático de 50 metros en un grupo editorial

Claudia Casanova durante las Conversaciones Literarias Formentor | Sonia Troncoso

Desde un ático de 50 metros cuadrados, que no era una metáfora sino una dirección postal, Claudia Casanova fundó, junto a Joan Eloi Roca, uno de los proyectos editoriales más respetados del circuito independiente en España: Grupo Ático. No fue por estrategia, ni por rebeldía, ni siquiera por romanticismo. Lo que generó el nacimiento del sello fue una convicción por parte de ambos: «Estábamos buscando libros para contar una historia propia».

La historia de Grupo Ático, quince años después, se escribe a través de varios elementos simbólicos: ocho sellos, casi 150 novedades anuales, una identidad que mezcla lo literario con lo narrativo, lo riguroso con lo intuitivo y, este año, prometen una presencia más internacional al abrir una oficina en Ciudad de México. Sin embargo, el germen editorial no fue un plan de negocio, sino una sensación compartida de desajuste con el modelo editorial dominante: «Los dos empezamos una carrera que parecía que nos iba a asegurar un puesto de trabajo normal y, a los dos minutos sin conocernos, ya sabíamos que habíamos cometido un grave error» afirma Claudia Casanova en una entrevista para THE OBJECTIVE durante las Conversaciones Literarias Formentor a las cuales ha sido invitada.

Casanova estudió Económicas. Roca, Derecho; pero en la universidad, en una asignatura conjunta, se encontraron: «Nos conocimos porque coincidimos en una clase conjunta de Derecho y Economía. Al poco tiempo ya estábamos dándonos cuenta de que lo que estudiábamos no nos gustaba. Queríamos entrar en el mundo de los libros». Y así lo hicieron. El recorrido fue largo a través de otras editoriales y grandes sellos hasta que decidieron dejar de hacer libros para otros. «Lo decidimos porque, después de muchos años trabajando para otros sellos, queríamos intentarlo. Nos dijimos: vamos a hacerlo y así lo hicimos», afirma la editora.

Publicar, como vivir, no se aprende en las aulas, se aprende errando, así como en cualquier oficio. «Nos equivocamos muchísimo durante esos primeros años, pero aprendimos muchísimo también». La editora lo tiene claro: editar es un oficio «artesanal». No basta con que te lo expliquen: hay que hacerlo. Imprimir, colocar, distribuir, calcular márgenes. Equivocarse y volver a intentar. Además, hay que hacer de todo «con el máximo respeto y cuidado posible, porque vivimos de esto», sentencia.

Hoy Grupo Ático se estructura en siete sellos —Ático de los Libros, Principal de los libros, Lira, Oz, Chic, Kitsune Books, Wonderbooks, Kitsune Manga y Lira— que combinan ensayo histórico, no ficción narrativa, ficción literaria, thriller, romance y formatos híbridos como los «libros canto pintado».

Diversidad editorial sin perder foco

«Soy obsesiva de forma serial. Voy saltando de un tema a otro, pero siempre con obsesión» afirma la editora. La clave de su estilo editorial más que en la estrategia, está en el deseo de editar títulos variados y de forma artesanal. «Me aburro si hago siempre lo mismo. Respeto profundamente a quienes solo publican poesía o solo historia, pero yo quiero hacer cosas distintas. Me gusta haber publicado a David Simon, también me gusta la novela de crímenes, el thriller, la narrativa».

Esa diversidad no es solo un gusto personal, también es una forma de hacer frente a un mercado saturado. «El libro trabaja con sensaciones», asegura, «entonces si publicas cincuenta libros del sello Ático de los libros, el librero te dice que solo tiene presupuesto para comprarte veinte, pero si haces veinte de Ático de los libros, treinta de Principal de los libros y veinte de Lira, te puede comprar todos; por eso diversificamos, porque el mercado es finito y hay que saber leer sus códigos».

«El libro trabaja con sensaciones»

Entre tantos sellos es normal que el ruido haga mella en la coherencia; sin embargo, en Grupo Ático existe una lógica imbatible: «Competimos por calidad, no por ritmo», afirma Casanova. Publican cuando el libro lo merece, no cuando el calendario lo impone. «Si hay veinte libros de buena calidad ese año, serán veinte. Si hay diez, serán diez. Lo supimos desde el principio: no queríamos cumplir con un presupuesto anual como quien rellena celdas de Excel. Queríamos trabajar diferente».

En estos quince años, han aprendido a hacerlo todo: desde el cálculo de imprenta hasta el diseño de cajas para influencers. «Estamos en un mercado muy competitivo. Hay que hacer inversión en marketing, hay que hacer lanzamientos. Organizamos eventos, enviamos objetos de regalo a periodistas, preparamos materiales, y eso cuesta dinero, pero también te permite contar mejor la historia del libro», afirma Casanova.

En 15 años de éxitos y nuevas tendencias

Cuando le preguntamos por un libro de éxito dentro de la editorial, la editora afirma sin dudar que es Leviatán o la ballena, de Philip Hoare, ese hit inesperado del autor londinense que se convirtió en símbolo del sello. «Ese libro va ya por 25.000 ejemplares y este año sacamos la edición de lujo con cantos pintados. Es un libro vivo para nosotros».

Pero también hay otros dentro del sello que funcionaron por su autor, como fue el caso del guionista estadounidense David Simon. «The Wire era una serie de culto. Todo el mundo te decía que la había visto, pero en realidad no la habían visto. Nos situó inmediatamente. Sus libros situaron qué quería ser Principal de los libros: un sello de gran público que también ve cine y series».

Lo mismo ocurrió con la colección de historia, que hoy es una de las más potentes del sector independiente en España. «Publicamos a Helen Castor, a James Holland, quienes escriben historia con rigor, con calidad. Ahora mismo estamos sacando una historia de mil páginas sobre la operación Barbarroja. El lector que quiera eso, lo encuentra aquí».

En cuanto a las tendencias del momento, Casanova nos comenta sobre el k-healing, esa literatura de sanación emocional con tintes asiáticos. «Creo que está profundamente vinculada a la pandemia. Es una literatura que deja una sensación de calidez, de que todo está bien y de que todo termina bien. Con un cierre razonablemente feliz, y eso es lo que necesita mucha gente ahora». El ejemplo exitoso a nivel mundial es The Midnight Bakery, una serie de seis volúmenes donde los traumas se disuelven con bollitos mágicos, por lo que en Ático han apostado por agendar este trimestre la novela Hakuda Photo Studio, de Her Tae-yeon, un libro de autodescubrimiento donde se invita a los lectores a tomar un ritmo de vida más pausado.

Edición de lujo de Leviatán o la ballena de Phlip Hoare

La editora entiende, desde su visión amplia, que el mercado editorial se ha segmentado hasta el absurdo. «Cada lector busca lo que quiere y eso está bien, pero también hay una democratización implícita. Ya no se trata solo de la ficción literaria como canon. Todos los géneros pueden tener su momento de verdad», afirma. Esta hipersegmentación desbordada también implica una aceleración de los procesos, y según Casanova, está bien decir que no. «No todo vale. No porque haya una moda hay que publicar sobre abejas, caracoles o cangrejos. ¿Para qué quiero tener un zoo? Quiero tener libros literarios».

El suyo es un discurso, dice, «quijotesco», pero real y, sobre todo, posible y ético, porque detrás de cada libro hay un autor o una autora, «que ha escrito con toda la ilusión del mundo. No importa si es español, extranjero, de donde sea y no podemos ser frívolos con ese entusiasmo».

En especial no hay que ser frívolos con la intuición y la certeza editorial cuando se edita un libro esperado dentro del sello. Por ello, Claudia Casanova sonríe y nos explica ese momento cuando se vuelve a sentir de 14 años y entraba a la biblioteca: «Ese momento de milagro, de inocencia. Cuando me olvido de que soy editora y vuelvo a ser lectora. Ahí sé que es el libro que hay que publicar».

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