'Reagan': ¿puede un presidente republicano ser el bueno de la película?
Un biopic que resalta su papel en la derrota de la URSS rompe la tendencia en el tratamiento de Hollywood a sus políticos
¿Una película que pone bien a un presidente de EEUU de derechas? ¿Se ha vuelto loco Hollywood? ¿Qué está pasando? El viernes que viene se estrena en todo el mundo Reagan, una historia que ensalza la lucha (y victoria, aunque a algunos les siga pesando) del actor y político californiano contra el comunismo, quintaesencialmente encarnado por entonces en la Unión Soviética.
Hasta ahora, el tono de los acercamientos a la presidencia norteamericana en la industria cinematográfica lo marcaba Oliver Stone con su progresismo en tres tiempos: en 1991, JFK. Caso abierto lloraba el martirio del bondadoso (y glamuroso) demócrata de los años 60; en 1995, se estrenaba con un republicano eligiendo, lógicamente, al más lamentable, Nixon; y, ya en 2008, remató incidiendo en el peor ángulo del hijo menos dotado de George Bush en W.
En esta melodía, el Reagan que llega suena bastante discordante. De hecho, la idea arrancó de la indignación del productor Mark Joseph tras ver la miniserie The Reagans, con James Brolin en el papel del presidente. «Solo en Hollywood se puede hacer una película insultante y condescendiente sobre una figura histórica muy querida, contratar a un actor que detesta al hombre, ver que fracasa y luego, de alguna manera, concluir que los estadounidenses no quieren ver una película sobre él», dijo en 2010.
Joseph había adquirido años antes los derechos de dos libros de Paul Kengor: The Crusader y God and Ronald Reagan. Decidido a levantar una película-desagravio, convenció a su amigo y mentor Ralph Winter para que la produjera y a Jonas McCord para que escribiera un guion más pendiente del primero de los libros, sugerentemente subtitulado «Ronald Reagan and the Fall of Communism».
Para interpretar a Ronald Reagan fichó a Denis Quaid, una estrella clásica que aseguraba la atención del público y, además, ha demostrado que no se muerde la lengua. Aunque lo más hardcore del márketing tenga que volar bajo el radar de los medios de más nombre. La semana pasada, The Washingotn Examiner (no es el Post, para entendernos) publicó que, en medio de una conversación con el podcaster Joe Rogan, el actor soltó: «La censura nos está afectando. Facebook ha prohibido la publicidad y muchos podcasts». Al parecer, se escudaban en que «el contenido era ‘un intento de influir en una elección’», pero Quaid recordó que «hubo una película de Obama que se estrenó durante un año electoral, 2020. Y no sabes nada al respecto…».
El nombre del director de la película, Sean McNamara, no dice mucho, pero el elenco tiene mucho gancho. Acompaña a Dennis Quaid otro clásico, Jon Voight, en el papel de Viktor Petrovich, agente de la KGB y sugerente narrador de la vida del protagonista. Y Penelope Ann Miller completa el trío de ases en el papel de la fotogénica Nancy Reagan. Como sucedió en su momento con el personaje real, la mujer de Ronald Reagan tiene aquí un peso importante: aunque la película se centra en la obsesión por ganar la Guerra Fría, no dejamos de estar ante un biopic. De hecho, otros dos bastiones del reparto son Tommy Ragen y David Henrie, ambos desconocidos por el motivo obvio, pero indispensable, de su corta edad: interpretan al Reagan niño y joven, respectivamente. La profundización en el bildungsroman del protagonista tiene, además, un tema recurrente: su religiosidad. Para mayor sorpresa hollywoodiense.
Las notas de producción de la película están llenas de sabrosas anécdotas. La más jugosa quizá sea la relacionada con la elección del director. Cuando Mark Joseph se lo consultó a Ralph Winter, este fue al grano preguntándole cuál era su película favorita. La respuesta inmediata fue Rocky. Así que fueron a preguntarle a su director, John Avildsen. Este aceptó, pero al poco le diagnosticaron un cáncer y falleció a los 81 años. Tuvieron que conformarse con Sean McNamara. Según ellos, porque «tenía una pasión similar a la de Avildsen por contar las historias de aquellos que se enfrentaron a adversidades insuperables y triunfaron, como sus películas Soul Surfer y Miracle Season».
Además, McNamara había trabajado reciente y satisfactoriamente con Dennis Quaid, al que Joseph quería a toda costa para encarnar al héroe. La historia oficial de la productora cuenta que, para convencer al muy solicitado Quaid, lo invitaron al rancho Reagan en Santa Bárbara, que se conserva tal y como era durante la época en que el presidente era su propietario. En una entrevista con el gurú conservador Jordan Peterson, el actor recuerda cómo admitir que había votado por Reagan en su juventud le supuso la expulsión del movimiento hippie, para su actual regocijo.
Con un presupuesto de 25 millones de dólares, el proyecto sufrió varios retrasos por el Covid, que cerró dos veces el rodaje, y la huelga de actores. El viernes llega, por fin, a las pantallas. Gustará o no. Como Reagan. Pero, por lo menos, parece algo diferente.