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Cine

'Materialistas': ¿matrimonio por amor o por interés?

La directora Celine Song, autora de ‘Vidas pasadas’, regresa con una comedia romántica y una reflexión sobre la pareja

‘Materialistas’: ¿matrimonio por amor o por interés?

Imagen promocional de 'Materialistas'. | Sony Pictures

¿Nos casamos por amor o por interés? ¿Buscamos complicidad emocional y sexo confortable o estabilidad y seguridad? ¿Qué hace compatible a una pareja: los intereses comunes, el punto de equilibrio entre la belleza de ambos, una posición económica y unos orígenes sociales similares? Y por último: ¿qué diantres es un unicornio? 

A todas estas preguntas trata de dar respuesta Materialistas, la nueva película de la coreano-canadiense residente en Nueva York, Celine Song. Su anterior producción, la deliciosa Vidas pasadas, que también tenía como tema central el amor, se convirtió en un fenómeno del cine indie y fue aplaudida de forma unánime. Por eso el estreno de su nueva obra en mitad agosto levanta de entrada ciertas suspicacias. No parece el mes más idóneo para lanzar una cinta sobre la que hay grandes expectativas. ¿Su estreno en plena canícula significa que Materialistas es un fiasco? No, tal vez no sea tan ambiciosa y poderosa como Vidas pasadas, pero bajo su apariencia liviana es una propuesta más estimulante de lo que puede parecer. 

A primera vista es una comedia romántica como las de toda la vida. La protagonista, Lucy (Dakota Johnson), es una casamentera moderna en un mundo que funciona con apps de citas. Trabaja en una agencia neoyorquina que busca para sus sofisticados clientes no una cita de una noche, sino la pareja perfecta. Aunque, cómo no, resulta que ella no la ha encontrado. 

Entonces, durante el banquete de una boda que ella ha forjado, conoce a Harry, el hermano del novio (Pedro Pascal, el actor de moda, al que pueden ver haciendo de superhéroe en Los 4 fantásticos: Primeros pasos y, a partir de septiembre, en Eddington de Ari Aster). El tipo es don perfecto: seductor, encantador, amable, empático, considerado, rico y guapo. Lo que en la jerga de la agencia matrimonial llaman un unicornio, por la dificultad –acaso imposibilidad– de encontrar alguno. De hecho, la gran pregunta es: ¿existen los unicornios?, ¿oculta Harry algún secreto inconfesable? 

En esa misma boda, Lucy se topa con John, su antiguo amor (Chris Evans, el Capitán América de Marvel), un eterno aspirante a actor que ahora se gana la vida como camarero de un servicio de cáterin. Lucy lo dejó plantado porque acabó harta de sus inseguridades y falta de ambición, pero en el fondo –¡cómo no!– sigue colada por él. De modo que ya tenemos la situación clásica: triángulo al canto. También, por cierto, Vidas pasadas presentaba a su manera un triángulo amoroso.

Jane Austen, en el origen

Este formato lleva funcionando de forma imbatible desde las screwball comedies de los años treinta y cuarenta del pasado siglo. Esas en las que Cary Grant desplegaba sus artes y encantos. Poca broma con ese tipo de comedias, que tienen mucha más miga de lo que parece. El filósofo estadounidense Stanley Cavell, muy interesado por el cine, les dedicó un ensayo espléndido: La búsqueda de la felicidad. La comedia de enredo matrimonial en Hollywood

A partir de ahí, cada época ha generado sus comedias de líos amorosos y así llegamos a Materialistas, cuyo punto de partida en realidad podríamos rastrear incluso más atrás: en las novelas de Jane Austen. ¿Recuerdan el celebérrimo arranque de Orgullo y prejuicio? «Es una verdad universalmente aceptada que todo hombre soltero, poseedor de una gran fortuna, necesita una esposa». Jane Austen es la inventora de las comedias de enredo matrimonial. 

En su capa superficial, Materialistas puede parecer una de esas anodinas comedias sentimentales que Netflix produce como churros. Los tres protagonistas son escandalosamente guapos y el escenario es una Nueva York de postal, salvo cuando aparece el apartamento compartido del actor-camarero. La pantalla se llena de glamour, gente elegante y bien vestida, y restaurantes sofisticados. Dada la localización, podría recordar a la célebre serie de finales de los noventa Sexo en Nueva York. Pero si allí lo que se desplegaba era una suerte de picantona guía sexual para mujeres presuntamente liberadas, según los cánones de la revista Cosmopolitan, resulta que Celine Song de lo que habla es del amor. 

Materialistas va introduciendo algunos apuntes sugestivos en torno al amor y la seducción. ¿Qué buscamos en el otro? ¿El arte de la seducción es en el fondo el arte del engaño, porque mostramos una imagen mejorada-falseada de nosotros? ¿Buscan los hombres y las mujeres lo mismo en una relación estable? La presencia episódica de los clientes de Lucy –en especial de una abogada solitaria empeñada en encontrar al hombre de su vida– permite introducir contrapuntos interesantes sobre el tema. 

La directora sabe de lo que habla: en su juventud trabajó durante seis meses en una agencia como la que aparece en el largometraje y, por lo tanto, conoce de primera mano las peticiones que le hacían los clientes. Aunque no todo funciona igual de bien en su película, Celine Song no se ha limitado a hacer una comedia tontorrona. En el prólogo que abre la cinta con una escena situada en la edad de piedra, vemos a una pareja de cavernícolas que se declara su amor con un improvisado anillo. Puede parecer que la cineasta va a jugar a la ironía y a chotearse de la idea del amor romántico. Pero no, ella se toma el asunto muy en serio. 

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