'13 días, 13 noches', cuando Occidente entregó Kabul a los talibanes
Basada en hechos reales, se toma algunas licencias para construir la trama

'13 días, 13 noches'. | DeAplaneta
La salida de Afganistán en agosto de 2021 para dejarlo en manos de los talibanes no se cuenta entre los episodios más gloriosos de la agenda internacional de las potencias occidentales. Las imágenes del aeropuerto de Kabul recordaban a las de la salida del último helicóptero estadounidense despegando de un tejado en Saigón.
Una de las personas que vivió en primera línea la evacuación del personal occidental y los colaboradores afganos fue el comandante Mohamed Bida, jefe de seguridad de la embajada francesa en Kabul, la última occidental que permaneció abierta. Bida, de origen argelino, organizó y comandó la tensa salida hacia el aeropuerto y contó lo sucedido en una narración autobiográfica titulada 13 jours, 13 nuits dans l’infern de Kaboul, publicada en Francia por la editorial Dënoel e inédita en castellano.
Ahora llega a las pantallas 13 días, 13 noches, que adapta este libro. Es por tanto una película basada en hechos reales y pretende ajustarse con la máxima fidelidad posible a lo ocurrido, aunque se toma algunas licencias para construir la trama. La historia es la siguiente: la inusitada rapidez con la que los talibanes tomaron Kabul pilló a muchos por sorpresa. Cuando esto sucedió, el embajador francés ya había sido trasladado al aeropuerto, pero la embajada seguía abierta y con personal dentro. Al correrse la voz entre la población, se agolpó ante sus puertas una multitud de afganos en busca de refugio. Tras algunas dudas, el embajador, por teléfono, ordenó que los dejaran entrar. Quedaron sitiados por los talibanes, que estaban dispuestos a dejar salir a los franceses, pero no a los afganos.
Salvar la vida
Se intentó una evacuación con helicópteros estadounidenses, pero los disparos obligaron a abortarla. Se contempló la opción de abandonar a los afganos a su suerte, pero finalmente Bida logró negociar con los talibanes y organizó un convoy de autobuses con destino al aeropuerto. El peligroso y accidentado trayecto es uno de los grandes momentos de la película, que incluye la alucinante aparición de un comando de afganos de la CIA.
Mohamed Bida tiene un pasado que dota de una enriquecedora profundidad al personaje. Es tan perfecto argumentalmente que parece un recurso peliculero, pero resulta que es verdad. Su padre argelino combatió con los franceses en la guerra de Argelia y al llegar la independencia tuvo que abandonar el país. Por eso su hijo es ciudadano francés y la actitud de su padre, que optó por un bando y tuvo que asumir las consecuencias, hace que entienda especialmente bien la situación de los afganos que han colaborado con los occidentales contra los talibanes y ahora tienen que dejar su país para salvar la vida.
Factura hollywoodense
A Bida lo interpreta con mucho magnetismo Roschdy Zem; buena parte de la fuerza de la película recae sobre sus espaldas. Tras las cámaras está Martin Bourboulon, que tras unos inicios en la comedia costumbrista se pasó al cine histórico con la correcta Eiffel, sobre el ingeniero que ideó la famosa torre parisina. Y después saltó a las superproducciones con las dos entregas de la enésima adaptación de Los tres mosqueteros: D’Artagnan y Milady. Con 13 días, 13 noches sigue en la liga de las superproducciones y adopta el modelo americano, para bien y para mal. De modo que estamos ante una cinta francesa de factura hollywoodiense.
El cineasta opta por una estrategia habitual en este tipo de propuestas. Al personaje principal se suman con variable protagonismo un puñado de secundarios, cada uno de los cuales representa un perfil. El más destacado es una chica con doble nacionalidad francesa y afgana, a la que interpreta la francoargelina Lyna Khoudri (actual esposa de Karim Benzema, por si a alguien le interesa el chisme). La joven, que trabaja para una ONG y trata de sacar del país a su madre afgana, ejerce de intérprete para Bida ante los talibanes. Su condición de mujer genera tensión y pone en evidencia las actitudes misóginas de los guerreros barbudos. También aparecen un grupo de artistas afganos que no están dispuestos a vivir bajo el nuevo régimen; el jefe de los servicios secretos del gobierno derrotado, herido y protegido por su amigo Bida; un joven comandante talibán con estudios que quiere escapar con su familia del nuevo paraíso islámico; una soldado estadounidense en su primera misión en el extranjero…
El planteamiento es a un tiempo clásico, eficaz y previsible. Consiste en combinar escenas de acción bien resueltas con momentos de tensa calma en los que los protagonistas conversan y se sinceran, mostrando su personalidad al espectador. Aunque eso sí, Martin Bourboulon no es Kathryn Bigelow, la indiscutible maestra de este tipo de trepidantes películas bélicas, como demuestran En tierra hostil y La noche más oscura (la del comando de los SEAL que liquidó a Bin Laden). Por cierto: estrena una nueva en octubre, que ha presentado en el Festival de Venecia: Una casa llena de dinamita, producida por Netflix.
13 días, 13 noches no alcanza este nivel de tensión, ni el de Alex Garland en la reciente Warfare, pero consigue vestir de estimulante relato épico la salida de Occidente de Afganistán con el rabo entre las piernas.