Por qué fue importante que Robert Redford se enfrentara a la CIA y ganara
En las películas ‘Juego de espías’ y ‘Todos los hombres del presidente’, el actor iluminó al juego sucio de la Compañía

Robert Redford junto a Dustin Hoffman en 'Todos los hombres del presidente'. | Europa Press
No es casualidad que uno de los mejores actores de la historia, el recientemente fallecido Robert Redford, cuente entre sus mejores papeles protagonistas con dos que denuncian la forma hostil y manipuladora de trabajar de la CIA. Esas películas están referidas al servicio de inteligencia estadounidense, pero podrían hablar también de cualquier otro, porque reflejan principios y comportamientos muy habituales, aunque ellos siempre lo nieguen.
Todos los hombres del presidente es una película de 1976 basada en el libro que dos años antes publicaron los periodistas Bob Woodward y Carl Bernstein sobre el caso Watergate que le costó la presidencia del país a Richard Nixon. Redford-Woodward y su compañero representan lo mejor del periodismo de investigación, algo que desgraciadamente se está perdiendo en los últimos años por culpa de la política de bloques. Son dos profesionales de la información que luchan día y noche por sacar a la luz lo que un nutrido grupo de corruptos trata de ocultar. Es una conspiración en toda regla en la que participan un partido político, el gobierno, el FBI y, como no podía ser de otra forma, la CIA. Y lo digo porque cuando hay que moverse por las alcantarillas del poder y de la sociedad, los que mejor lo hacen son ellos, los espías. Aunque, y este es el matiz, cumplir órdenes del gobierno no siempre es legal, no siempre está bien. Están para eso, piensan muchos. Yo matizo algo que debería ser, que sería el ideal: los espías deberían trabajar para el Estado, no para el gobierno. Eso les bloquearía enviar a unos agentes para que asalten la sede del Partido Demócrata en la oposición, con el fin de beneficiar a un presidente del Partido Republicano.
Me han preguntado estos días en redes sociales si Redford habría hecho la película en el caso de que el espionaje ilegal hubiera sido al revés: si los espiados y agravados hubieran sido los conservadores. Es evidente que, quizás ahora menos, pero en los años 70, 80 y 90, el periodismo de investigación no diferenciaba colores, se trataba de controlar al poder, fuera cual fuera el que lo ostentara.
‘Juego de espías’, imprescindible
El espionaje tiene unas normas que sus funcionarios deben aceptar: lo prioritario es el objetivo, todo lo demás, incluido los propios agentes, son secundarios y están supeditados a lo que diga el mando. Es la parte más fría de cualquier servicio secreto y un pretexto perfecto para resolver los asuntos que los pueden meter en líos.
Juego de espías es la perfecta demostración de cómo un servicio, en este caso la CIA, deja tirado a uno de sus agentes, a riesgo de que lo maten, por el simple beneficio de cumplir su misión. Es normal que un activista como Redford participara en esta película, una lucha contra el sistema, contra los mandos del espionaje que ni pestañean cuando para salvar una situación límite tienen que entregar a uno de sus peones.
Nathan Muir (Redford) es un espía el día de su jubilación. A lo largo de su carrera ha hecho todo lo que le han pedido y más en beneficio de su país, incluidas muchas acciones de las que no se siente orgulloso. Ha sido el más duro, ha traspasado a las generaciones que le siguen esa necesidad de carecer de sentimientos y poner la misión por encima de cualquier otra cosa o persona.
Es un espía clásico, he conocido a muchos como él que lo han dado todo para servir a España. Pero también he conocido a muchos que, con el paso de los años, y alejados de la presión agobiante de la estructura del poder, reconocen que hay situaciones inadmisibles. Al final de sus carreras resurge la ética en una profesión que a veces te la arranca. A veces, y el personaje de Redford es un buen ejemplo, los años te enseñan que hay valores, como la amistad y el derecho a la vida, por delante de la realpolitik que considera normal todo, incluso que maten a tu amigo y tengas que mirar para otro lado.
Gracias Robert Redford por enfrentarte a la CIA, a los servicios secretos en general, y demostrar que cuando no actúan como es debido, o como algunos pensamos que no deberían hacerlo, se les pude frenar.