THE OBJECTIVE
Literatura

'Dinamita, tuercas y mentiras': 50 años de la masacre que ETA negó

El atentado de la cafetería Rolando se cobró 13 vidas. ETA acusó a la ultraderecha hasta que asumió la autoría en 2018

‘Dinamita, tuercas y mentiras’: 50 años de la masacre que ETA negó

Así quedó la cafetería Rolando tras la explosión de dos artefactos explosivos colocados por la banda terrorista ETA. | Archivo Europa Press

A las 14.00 horas del 13 de septiembre de 1974, una pareja de clientes «franceses» entró en la cafetería Rolando de la calle del Correo, a un paso de la Puerta del Sol de Madrid, y se dirigió al salón principal. El camarero Ismael Serrano Ollero los describió después como «un hombre y una mujer de veinticinco años, ambos de pelo largo, estatura corriente y que llevaban bultos». Un maletín y una bolsa. 

El inspector José Ubach Taranco, en la barra, de espaldas a la sala, no llegó a verlos entrar. De lo contrario, podría haber reconocido a Bernard Oyarzabal Bidegorri y María Lourdes Cristobal Elhorga, a quienes había hecho un seguimiento semanas atrás en Mónaco. A aquella hora la cafetería Rolando, más un bar-restaurante de menú que propiamente una cafetería, solía llenarse de policías y militares de la aledaña Dirección General de Seguridad. Los terroristas lo sabían, como también sabían que entre los parroquianos había trabajadores, turistas o visitantes ocasionales, incluso niños.

Los dos jóvenes «franceses» ya habían comido con anterioridad en Rolando y habían coincidido con el encargado Manuel Llanos Gancedo. Les preocupó que pudiera reconocerlos, por lo que María Lourdes fingió sentirse mal y, cuando Manuel fue a la barra a por una tisana para ella, ambos etarras abandonaron el local dejando la carga mortífera.   

A las 14.30, todo y todos saltaron por los aires. 

El atentado de la cafetería Rolando dejó 13 muertos y 71 heridos. Una masacre en toda regla que no llegaría a ser superada —estadísticamente hablando— hasta el atentado de Hipercor en 1986. Los artificieros identificaron dos bombas, que sumaban una carga de 10 kilos de dinamita goma. También una cantidad enorme de tuercas. Por una factura hallada en septiembre de ese año se supo que fueron mil tuercas hexagonales compradas en Anglet, País Vasco francés, por 25 francos, con la intención de maximizar el daño. Los edificios de los alrededores se vieron también afectados y los daños se calculan en 11 millones de euros de la actualidad. 

El sumario judicial superaba los 3.000 folios, pero nada de eso tuvo consecuencias. «En vez de reivindicar la masacre, [ETA] negó su responsabilidad y acusó a la ultraderecha de haberlo perpetrado. Su entorno civil, la incipiente izquierda abertzale (patriota), parte de la oposición, medios de comunicación e intelectuales de prestigio, tanto en España como fuera de ella, le creyeron o al menos fingieron creerle», escriben Gaizka Fernández Soldevilla y Ana Escauriaza Escudero en el libro recién editado por Tecnos, Dinamita, tuercas y mentiras. El atentado en la cafetería Rolando. Francia tampoco colaboró: se negó a detener y extraditar a los sospechosos. Y en 1977, con la Ley de Amnistía, el caso quedó enterrado en el olvido, un caso sin resolver y sin juzgar, un atentado a plena vista de todos, en el centro de Madrid, al que nadie quiso mirar.  

Tras un verano de acciones frustradas, el atentado se diseñó asumiendo que habría «víctimas colaterales» dentro del golpe a la DGS franquista, muchos de cuyos trabajadores comían en el Rolando. Pero finalmente solo hubo «víctimas colaterales», esto es, civiles, una matanza indiscriminada que llevó a que ETA no quisiera asumir su autoría y abrió una brecha en su seno entre la facción militar y político-militar. Hasta 2018, ya disuelta, ETA no asumió su responsabilidad en un atentado en el que han quedado muchos puntos ciegos. De resultas del fiasco de Rolando, la banda descartó durante unos años este tipo de atentados indiscriminados y siguió centrada en los objetivos militares y policiales, pero lo retomó con particular virulencia a mediados de los años 80. El atentado de Hipercor es paradigmático en este sentido.

El libro de Gaizka Fernández Soldevilla y Ana Escauriaza Escudero dedica una parte importante de su extensión a dilucidar la participación de una de las figuras más siniestras y misteriosas de aquellos años convulsos: Genoveva Forrest Tarrat, conocida como Eva Forest. Militante del PCE, se vinculó al independentismo vasco a principios de los 70 y tuvo un papel clave en el asesinato de Carrero Blanco. Forest también fue capital en el caso Rolando y durante toda su vida se mantuvo orgullosa de su militancia. «Todo apunta a que Forest jugó un papel esencial en la trama —escriben los autores—: reclutadora, agente de radicalización, gurú de una minúscula y fanática secta, jefa de la red de apoyo a ETA, cooperadora necesaria en la masacre de Rolando, delatora de sus colaboradores y de amigos que no habían tenido nada que ver».

También los autores materiales, Bernard Oyarzabal Bidegorri y María Lourdes Cristobal Elhorga, pudieron seguir sus vidas sin problema y nunca pidieron perdón. La matanza no sólo segó la vida de 13 personas, sino que dejó numerosos discapacitados, huérfanos y familias destrozadas. El contexto de la época y el «mito de la ETA buena antifranquista» ha preservado en el silencio y la impunidad un atentado que, pese a sus dimensiones, no es tan recordado como otros. El proceso de Burgos y la lucha antifranquista hicieron de parapeto intelectual para muchos activistas de izquierdas y pensadores nacionales y extranjeros. Sin embargo, recuerdan los autores de Dinamita, tuercas y mentiras, «ETA no había luchado contra Franco, sino contra España. Y jamás había apostado por la democracia parlamentaria, sino por sustituir una dictadura de partido único por otra. Por consiguiente, no tenía ninguna razón para dejar las armas durante la Transición». 

Más aún, la Transición y, en especial, la década siguiente al atentado de la cafetería Rolando, esto es, los años 80, pasó a convertirse en la etapa más negra del terrorismo en España.

TO Store
Dinamita, tuercas y mentiras: El atentado de la cafetería Rolando
Gaizka Fernández Soldevilla y Ana Escauriaza Escudero
Compra este libro
Publicidad
MyTO

Crea tu cuenta en The Objective

Mostrar contraseña
Mostrar contraseña

Recupera tu contraseña

Ingresa el correo electrónico con el que te registraste en The Objective

L M M J V S D