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Una tormenta y una montañera tiesa: el euskal noir tiene nueva novela

Peru Cámara lanza su segundo thriller de ambientación climática extrema, con todos los ingredientes del género.

Una tormenta y una montañera tiesa: el euskal noir tiene nueva novela

Portada de Cordelia, por Peru Cámara. | Duomo ediciones

Lo del thriller español se nos está yendo de las manos. Pareciera que, en este país, o metemos un cadáver o las páginas pesan demasiado para pasarlas. Cualquiera pensaría que lo mejor de Instinto Básico serían las piernas descruzadas de Sharon Stone y sus revolcones con Michel Douglas, pero aquí apostaría a que dan más morbo las escenas de crímenes de la cinta. Sea como fuere, cada año las editoriales despachan un número muy importante de historias sangrientas. Algunas buenas, la mayoría malas. Malas con avaricia…

De ahí que desembalar Cordelia (Duomo ediciones), la segunda novela del escritor Peru Cámara, me avivara un gesto dubitativo. La premisa de una dominguera encontrada tiesa en una montaña navarra a causa de una tormenta, se presta más a un capítulo de Los misterios de Laura, que a una trama con más de 445 páginas. Pero, siendo su autor comparando en la faja con Stieg Larsson -aunque ya sabemos que esa presión exterior rara vez corresponde con la flaca lorza de genialidad que contienen las obras-, bien merecía un tiento. Y así, como quien no quiere la cosa, me vi tiritando en la sierra de Aralar, junto a los investigadores de la Ertzaintza protagonistas, hasta el punto en que, al rebotar los diálogos en mi cabeza, aquello parecía Vaya semanita.

España se revela, a priori, un país con poca chicha para grandes tramas criminales. Las armas no proliferan en cada cajón, ni las biblias los calientan, ni las sectas nos avasallan y tenemos tan poco que ver con la sobredimensión orgánica del imaginario norteamericano, como con la gélida apatía escandinava, que tanto bueno de este género noir alumbra. Dicho lo cual, si nos ponemos a buscar una región donde puede aflorar la sangre fría que requiere el tratamiento de una novela de crímenes, esa es el País Vasco. No confunda nadie esto con una crítica. Es más bien al contrario. Pero es difícil negar que de carácter y clima, va mejor servido para estas tensiones grisáceas un grupo de investigadores de San Sebastián (como sucede en Cordelia), que uno de guindillas en las ferias de Cádiz. Póngame los ejemplos contrarios que deseen -que los habrá a puñados-, a cada cual sus intuiciones.

Yendo a la segunda novela de Perú Cámara, la autopsia se revela, en conjunto, positiva. Procurando escurrir el destripe, cabe elogiar, principalmente, 2 habilidades del escritor. El coro de personajes y la originalidad de la trama. Porque mola poner a un jovencillo de médico forense (un personaje que siempre suele estar dopado por la edad y el cinismo), y a un bióloga marina investigando un asesinato. Cosa que ya había hecho Cámara en su anterior novela, Galerna (Duomo Ediciones), y que le fue bastante bien, visto que repite personajes en su segunda obra. Y lo mismo sucede con las inclemencias climáticas, pues el título de la obra rinde homenaje al nombre de la tormenta, tan protagonista como los policías. De hecho, es a causa de Cordelia que el inicio se sucede en el interior de una sacristía, donde los chapelas se ven apiñados junto al cadáver de la señora, con un rictus, no precisamente como para darle un besito en el moflete.  

Realmente, como decía al inicio, quizás esto no sea la mar de original. Pero Cámara logra embrollar la trama poco a poco y sin pausa, ligando la supuesta muerte por hipotermia de la montañera del Santuario de San Miguel (nombre de la sacristía), con otra sucedida durante las inundaciones de Bilbao del 83. A ello, se le suman líos con asuntos de dopaje deportivo (esto sí que no lo vi venir) y escarnios con las altas instancias y poderes fácticos varios. Pero no es plan aquí de escarbar en los acontecimientos que, vaya por delante, dejan satisfechos restos de inquietud e intriga a lo largo de la novela. Quizás el final sea lo más previsible, pero se resuelve con sonada gracia y un dulce sabor de boca… Valga la ironía, vista la trama.

En cuanto al estilo, está claro que el autor se esfuerza porque lo pueda leer todo el mundo. No hay grandes malabarismos léxicos, ni esforzadas reflexiones, ni trámites más allá de los límites del pensamiento. Son, por lo general, características del género, claro. El lector de thriller pide fumarse las páginas aguantando el aliento y quedándose con la historia a través de mucho diálogo con poco monólogo que no sea una declaración de hechos. Y, amén de eso, Peru Cámara logra mantener la intriga con páginas de acción, personajes bastante tridimensionales, como el joven forense, Aitor Intxaurraga, lleno a la par de fragilidades e impulsos temerarios y, lo dicho, una trama hilvanada divinamente a través de los arcos de sus protagonistas. Sin olvidar, desde luego, el trabajo que ha debido de realizar el escritor a la hora de documentarse en cuanto a particularidades del mundo forense, visto el detalle de las autopsias, y de la ciencia climatológica que expone.

Euskal noir, llaman a esta corriente de novelistas vascos que se dedica a dibujar cadáveres con palabras, situándolos en la tierra que los vio nacer. Como he mencionado, seguramente no haya mejor lugar en España para hacerlo. Cordelia, dentro del género, tiene todos los ingredientes para capitanear los pódiums de esa literatura. Y su autor, Peru Cámara, para convertirse en uno de sus referentes.

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