Simon Armitage, el cronista de lo cotidiano en la poesía británica
El Poeta Laureado habla con THE OBJECTIVE sobre el tiempo, el humor o lo mundano en sus versos
Bajo el cielo plomizo de una mañana otoñal, la lluvia cae con suavidad en Madrid, como si tejiera un puente hacia las colinas de West Yorkshire, donde Simon Armitage (Huddersfield,1963) dio sus primeros pasos en la poesía. El poeta recibe a THE OBJECTIVE en este escenario que parece sacado de sus propios versos, donde lo cotidiano se entrelaza con la naturaleza en un murmullo constante. Armitage es una figura central de la poesía británica actual, y ahora, gracias a la editorial Impedimenta, llega a España Avión de papel, una cuidada edición bilingüe que recoge su obra entre 1989 y 2014, seleccionada y traducida por Jordi Doce.
Como Poeta Laureado del Reino Unido, título que lo convierte en voz literaria de la nación durante diez años, asume el desafío de capturar con su escritura la esencia de los acontecimientos que marcan la vida pública del país. Es una tradición que se remonta al siglo XVII, en la cual el elegido tiene la tarea simbólica de crear poemas para conmemorar eventos significativos, como coronaciones, bodas reales o acontecimientos históricos. Aunque el papel ha evolucionado con el tiempo y ya no se obliga al Poeta Laureado a que publique obras, el título sigue siendo un reconocimiento prestigioso que coloca al poeta en una posición especial para reflejar la identidad cultural británica a través de su poesía.
PREGUNTA:- ¿Cómo empezó su amor por la poesía? Cada poeta tiene una historia peculiar con la poesía.
RESPUESTA:- Creo que empezó en el colegio. Era un estudiante muy dormilón, prácticamente en coma [ríe]. Cuando tenía unos 15 años, en clase de inglés, uno de mis profesores trajo unos poemas de Ted Hughes, y me pareció como una dinamita en forma lingüística. La idea de que se podía describir el mundo con solo usar marcas negras sobre un fondo blanco fue como un acto de magia primitiva. Y me desperté. Sí, ahí es donde empezó todo.
P:-¿Cómo han influido en su poesía autores clásicos y contemporáneos? ¿Hay algún poeta o escritor en particular que haya moldeado su enfoque hacia ciertos temas o que lo haya inspirado a abordar cuestiones específicas?
R:- Para empezar, tuvo que ver con Ted Hughes, antiguo Poeta Laureado del Reino Unido. Creció en el valle vecino al mío. Siempre he tenido la sensación de que, si él pudo hacerlo viniendo de allí, ¿por qué no iba a poder hacerlo yo? Creo que compartíamos muchas ideas sobre el paisaje y el lenguaje, pero no los mismos temas. Me interesó mucho la poesía estadounidense de mediados del siglo XX, lo que solía llamarse «poesía confesional». Robert Lowell, Sylvia Plath, Elizabeth Bishop, Anne Sexton, gente que escribía con una especie de voz viva y hablante. No me gustan los poemas que resuenan como pensamientos. Me interesan los que se asemejan a oración o a canción o a un himno o que realizan algún pequeño ritual o ceremonia. Se abren las cortinas, se representa algo y luego se cierran. Ese es el tipo de obra que me invita a leer y escribir.
P:- En una era digital donde la comunicación es rápida y a menudo superficial, ¿cuál cree que es el papel de la poesía? ¿Puede la poesía aún resonar y afectar a las personas en un mundo tan acelerado?
R:- Creo que la poesía, sin pretenderlo, es una forma de decir «ve más despacio». Pon el libro en tu bolso. No podrás caminar tan rápido. Creo que insiste en un ritmo de vida más lento. La poesía es el arte de la concentración. Tienes que concentrarte cuando la escribes. Tienes que concentrarte cuando la lees. Por eso no es para todo el mundo. Mi experiencia con la poesía es que cuando estoy inmerso en un poema, el tiempo se ralentiza un poco. Y creo que todos necesitamos eso. Los teléfonos nos vuelven locos.
P:- Usted posee el título de Poeta Laureado del Reino Unido por diez años, después de Carol Ann Duffy. Un título que han obtenido grandes poetas y dramaturgos como William Wordsworth o Alfred Tennyson. ¿Cómo ha influido este papel en su obra y en su percepción de la poesía? ¿Ha sentido alguna presión por el peso de este título?
R:- Siempre he escrito sobre acontecimientos de actualidad, sobre noticias, sobre cosas que pasan a mi alrededor. Así que, en cierto modo, creo que era un trabajo muy natural. Pienso que la diferencia tiene que ver más con los lectores y el público porque los poemas a menudo acaban delante de gente que no espera un poema o no está familiarizada con este género literario. Aparecen en los periódicos, en la televisión o en la radio. De modo que pienso que ha habido algún tipo de ajuste en mi enfoque para ese tipo de trabajo y para intentar ser hospitalario y generoso en mis poemas. Pero no creo que, aparte de eso, sienta ninguna presión por escribir. No tengo que hacer nada como Poeta Laureado si no quiero.
P:- ¿Cómo ha manejado la fama que ha acompañado a su carrera y el hecho de ser un referente en la poesía británica contemporánea?
R:- Un amigo mío, otro poeta, dijo una vez que ser una persona famosa y ser un poeta famoso no es lo mismo. Creo que lo afronto sin prestarle mucha atención. Vivo en las colinas de Yorkshire. Es un lugar muy tranquilo. Sigo con mi trabajo. No me levanto por la mañana pensando: «Soy el Poeta Laureado». Me levanto como todo el mundo pensando, «¿dónde dejé las llaves del coche?». Simon no hace entrevistas. Está demasiado ocupado escribiendo poemas. Así que me envía a mí para hacerlas. Y creo que así es como se mantiene uno cuerdo.
P:- Muchas de sus obras han sido traducidas a otros idiomas. ¿Qué piensa sobre cómo se traduce la poesía? ¿Cree que el mensaje y la esencia de sus poemas se mantienen intactos en otros idiomas?
R:- No. Creo que lo más seguro es que se pierda, se cambie o se rehaga. Creo que esa es una de las ideas más interesantes sobre la poesía y la traducción. Robert Frost, el poeta estadounidense, dijo que la poesía es lo que se pierde en la traducción. Y tiene que ser cierto, porque cuando escribes, lo haces con una relación muy intensa con tu propia lengua. Y haces pequeños guiños, signos y gestos en relación con ese idioma. Simplemente no puede haber un equivalente en otro. Pero eso no significa que el poema no pueda rehacerse y funcionar con éxito en otra dimensión. Esa es la habilidad del gran traductor: no limitarse a ser servil y fiel a lo que está escrito, sino escribir realmente algo en la otra lengua que tenga relación pero que pueda seguir considerándose un poema y una obra de arte. Lo bueno para mí es que no tengo ni idea de si eso ocurre porque realmente no puedo entender el español hasta ese punto. Así que es un gran acto de fe y amistad.
P:- Muchos de sus poemas exploran aspectos de la vida cotidiana, pero con un giro que revela significados más profundos. ¿Qué le inspira a encontrar poesía en lo mundano y qué espera que los lectores vean en esos detalles aparentemente simples?
R:- Nunca he dejado de pensar que la vida cotidiana es milagrosa y extraordinaria. Nunca he sentido que necesitara usar mucho la imaginación porque todo lo que parece peculiar y desconcertante y extraordinario está aquí mismo, delante de nosotros, en cada momento del día. Así que hay suficiente material solo con abrir los ojos y tratar de procesar los pensamientos sobre lo que está sucediendo. Incluso hoy, de camino a este edificio, pensaba en la peculiaridad de estar ayer en Manchester y despertarme en una ciudad y una cultura completamente diferentes. Escribí en mi diario que cuando un coche pasa bajo la lluvia, es como freír beicon. Ya sabe, ese sonido de chisporroteo en la carretera. No espere un poema de eso pronto [entre carcajadas].
P:- Usted ha escrito mucho sobre su región natal, Yorkshire. ¿Cómo influye este lugar en su escritura y en su identidad como poeta? ¿Se considera un poeta regional o universal?
R:- Creo que es un gran error considerarse universal. Creo que la poesía funciona describiendo lo particular y lo universal se extenderá a partir de ahí. No soy un poeta que escriba con símbolos universales, como Neruda, que tiene una poesía muy traducible con símbolos globales: los ríos, la lluvia, el sol, las estrellas. Yo escribo sobre detalles locales. Y si eso resulta ser significativo en otro idioma y en otra parte del mundo, entonces es un feliz accidente.
P:- En algunos de sus trabajos, hay un uso del humor y el ingenio que contrasta con temas más serios. ¿Cómo equilibra lo humorístico con lo serio en su poesía?
R:- Creo que alguien dijo una vez sobre mis poemas que cuanto más humorístico soy, más serio estoy siendo. Pero pienso que a menudo es un humor muy negro. Es una forma de atraer y mostrar una especie de lado humano al lector y dejar que los temas más profundos del subconsciente del poema se desarrollen a un nivel tácito.
P:- ¿Y, qué papel cree que desempeña el humor en la vida?
R:- Es una gran pregunta. Creo que es a la vez un apretón de manos y un mecanismo de defensa.
P:- El tiempo, ya sea en forma de reminiscencias del pasado o visiones del futuro, parece ser un tema recurrente en su obra. En uno de sus poemas, «Una visión», escribe: «El futuro fue un lugar hermoso en su momento». ¿Qué le fascina del concepto del tiempo y cómo lo usa para estructurar sus poemas?
R:- Supongo que crecí en esa época en la que la gente pensaba que podía diseñar el futuro, que podía modelarlo. El poema que citas es un ejemplo de ello. La gente creía que podía diseñar cómo viviríamos y que podríamos avanzar hacia una forma de perfección e idealismo. Pero, por supuesto, nadie vio realmente el futuro que se avecinaba. Eso sigue siendo cierto y es algo que he aprendido. No puedes predecir ningún tipo de futuro, como tampoco puedes esperar ser un poeta inmortal. Solo puedes existir realmente en el aquí y ahora, y todo lo demás es cruzar los dedos. Supongo que soy consciente del tiempo. Porque cuando era más joven me parecía irrelevante e infinito. Y ahora parece más precioso y limitado. Supongo que en mi vida he pasado de escribir desde el punto de vista de ser hijo al hecho de ser padre. Eso cambia tus perspectivas, tus sentimientos o tu respuesta a las ideas sobre el tiempo. He intentado lidiar con conceptos teóricos sobre el tiempo y cómo lo tratan otras culturas. Estoy traduciendo un poema mesopotámico muy antiguo, «Gilgamesh». Una de las cuestiones complejas de ese poema es que el tiempo y la distancia a menudo se explican con la misma palabra. Me he preguntado si podría hacer que eso funcionara en mi pensamiento. Creo que es un problema para todos. Creo que el reloj es muy explícito en mi punto de vista.
P:- ¿Cree que las personas que pueden ver los detalles más de cerca, como los poetas, sufren más al mismo tiempo?
R:- No creo que como poeta me fije más que otras personas. La gente me lo pregunta a menudo. No creo que lo haga, solo creo que tengo una forma específica de escribirlo. Pero la idea de que fijarse más podría ser una exposición directa al sufrimiento es algo sobre lo que tengo que reflexionar.
P:- A lo largo de su carrera, su estilo ha evolucionado. ¿Cómo describiría los cambios en su poesía?
R:- Sí. Creo que soy más ambicioso. Ya no me asustan los poemas como antes. He abordado algunos proyectos de traducción enormes que al principio me habrían parecido totalmente imposibles. Y creo que hace falta valor para hacerlo. Así que creo que tengo más confianza. Al mismo tiempo, es muy fácil caer en patrones dentro de tu propio trabajo y recurrir a cosas que sabes que puedes lograr. Así que siempre intentas encontrar formas de exigirte responsabilidades. Y ofrecer lecturas forma parte de ello. Traducir también. Sé que esa no era tu pregunta [ríe].