Le Clézio y la búsqueda infinita de sí mismo
‘Identidad nómada’ es un recorrido autobiográfico que explora cómo el viaje y la literatura moldearon al Premio Nobel
En Identidad nómada (Lumen, 2024), Jean-Marie Gustave Le Clézio (Niza, Francia, 1940) ofrece una obra autobiográfica y reflexiva, un relato que entreteje las múltiples capas de su vida para explorar el concepto de identidad en un mundo marcado por el movimiento y la multiculturalidad. Con un tono íntimo y sencillo, el autor, galardonado con el Premio Nobel de Literatura en 2008, se sumerge en sus orígenes familiares, sus viajes y su relación con la literatura para construir un mosaico de su existencia. Este libro no solo es una mirada a la vida del escritor, sino también una exploración filosófica sobre la utilidad de las palabras y el poder de las experiencias humanas.
«Creo que si quisiéramos definir qué es la guerra, yo diría que es un crimen contra los viejos y contra los niños», escribe. J.M.G. Le Clézio nació en Niza en 1940, en plena Segunda Guerra Mundial, un contexto que marcó profundamente sus primeros años. Europa, devastada por el conflicto, fue para él un lugar de escasez y angustia, pero también el punto de partida de un viaje personal y literario que lo llevaría a descubrir su identidad.
A los ocho años, Le Clézio emprendió un viaje que definiría su vida. Junto a su madre y su hermano, partió hacia Nigeria para reunirse con su padre, un médico colonial británico de origen mauriciano. Esta travesía no solo significó el descubrimiento de África como una «tierra de abundancia», sino también el encuentro con un padre hasta entonces desconocido. En el barco que lo llevó a este nuevo mundo, el joven escritor empezó a explorar su imaginación y escribió su primera novela, Oradi negro, un testimonio precoz de su vocación literaria.
África, y particularmente Nigeria, simbolizó para Le Clézio la libertad y la plenitud, una «segunda infancia» tal y como define esta etapa. Allí vivió experiencias que contrastaban radicalmente con las privaciones de su infancia en Europa. «Podíamos andar descalzos, correr por la selva y por la sabana, donde podíamos descubrir la vida, los insectos, las serpientes, los escorpiones y, de vez en cuando, un mono, un babuino que pasaba no muy lejos; era de lo más embriagador. No se trataba de una libertad sosa, sino de auténtica libertad». Junto a sus amigos ibo (un grupo étnico originario de Nigeria), encontró un sentido de comunidad y una conexión profunda con la naturaleza.
Esta etapa fue crucial para definir su visión del mundo, aunque siempre la miró con matices: si bien África era un espacio de aprendizaje y descubrimiento, el autor no elude las complejidades históricas del colonialismo ni las desigualdades estructurales que siguen afectando al continente. «Me parecía que el mundo estaba dividido en dos. Había uno donde la infancia quizá duraba demasiado, y otro donde la infancia quizá duraba demasiado poco. Y yo estaba entre esos dos mundos. No era una sensación de libertad, sino que en África la naturaleza era más libre, pero los niños lo eran menos, de entrada estaban más orientados hacia la vida adulta».
Identidad híbrida
En este libro, Le Clézio también comparte cómo Marruecos, el país de su esposa Jemia – descendiente saharaui de un gran santo sufí–, marcó su identidad de manera permanente. Para él, Marruecos es más que un lugar; es un espacio espiritual donde las culturas convergen y los horizontes se amplían.
La identidad de Le Clézio está arraigada en sus orígenes familiares. Hijo de un médico británico de ascendencia mauriciana y de una mauriciana francófona, el autor encarna una mezcla de culturas y tradiciones. Esta doble nacionalidad –francesa y británica– le hizo existir «por partida doble». «Me he movido entre las nacionalidades, entre los peligros que suponían todas las nacionalidades, y me he negado a tomar partida en cuestiones políticas. Incluso ahora sigo sin saber quién soy, no sé si pertenezco a la cultura francesa». Este desconocimiento no lo atormenta; más bien lo impulsa a seguir explorando. Esta pluralidad ha sido el eje central de su vida y su obra. Pero en lugar de verlo como un problema, abraza esta multiplicidad como una riqueza que lo conecta con el mundo. «A mí se me podría aplicar la expresión ‘identidad hibrida’».
Desde su debut literario en 1963 con El atestado, Le Clézio se ha mantenido como una figura atípica en el panorama literario francés. Su obra ha sido descrita como desconcertante, y su actitud como escritor «ausente de París»–un hombre que prefiere los márgenes al centro– ha añadido un aire de misterio a su figura.
En Identidad nómada, reflexiona sobre la utilidad de la literatura. Aunque reconoce que las palabras no pueden cambiar el curso de la historia ni prevenir las tragedias humanas, sostiene que la literatura sigue siendo el mejor punto de encuentro entre personas de diferentes culturas. Para él, escribir no es un medio para viajar, sino una forma de hacerlo. «Escribo para poder viajar», declara, y este principio guía su obra y su vida. «Para aprender, hay que moverse».
«Escribir es actuar»
Además de sus reflexiones filosóficas, el autor ha puesto en práctica sus ideales universalistas a través de acciones concretas. En Isla Mauricio, por ejemplo, fundó una organización para escolarizar a niños criollos, descendientes de esclavos africanos que han sido históricamente discriminados. Para Le Clézio, enseñar a leer y dominar el lenguaje es fundamental para que cualquier individuo encuentre su lugar en el mundo. «Escribir es actuar. Si no nos encontramos en el campo de la cultura, nos encontramos en el campo de batalla».
El compromiso con la alteridad atraviesa toda la obra de Le Clézio, e Identidad nómada no es la excepción. En sus páginas, aboga por la «extrospección», la capacidad de mirar hacia afuera, de conocer y aprender del Otro. Este enfoque lo aleja de las corrientes literarias que buscan exclusivamente el análisis introspectivo o la crítica social, y lo acerca a una visión humanista y universalista. «La única forma de actuar que tiene el escritor es escribir, y es entonces cuando escribir se convierte en un auténtico compromiso social». Le Clézio también cuestiona la llamada «literatura comprometida». Aunque cree en el poder de las palabras para consolar y sensibilizar, considera que su impacto es limitado. Más allá de las palabras, aboga por acciones concretas que puedan marcar una diferencia real en las vidas de las personas.
El estilo de Identidad nómada refleja la honestidad y la humildad del autor. Escrito en un tono deliberadamente sencillo, como si fuera una confidencia, el libro evita las florituras literarias para centrarse en la esencia de las experiencias que narra. Esta elección estilística refuerza el carácter íntimo del texto y lo convierte en un espejo de la filosofía de vida de Le Clézio: autenticidad, conexión y dar la mano a los demás.
Este libro, más que una autobiografía, es un testamento filosófico y literario que invita al lector a abrazar la pluralidad, a reflexionar sobre el poder de las palabras y a mirar hacia el mundo con curiosidad y compasión. Le Clézio nos deja una lección clara: no importa de dónde venimos o quiénes creemos ser; lo esencial es estar abiertos al viaje, tanto interno como externo, y ser fieles a nosotros mismos, como sugiere la célebre máxima de Shakespeare en Hamlet, que el autor ha tomado como su divisa: «Sé fiel a ti mismo». Con este libro, Le Clézio demuestra que la literatura puede ser un faro en la búsqueda de nuestra propia identidad, una guía para navegar en un mundo tan diverso como enriquecedor.