The Objective
Literatura

Los asesinatos pop de Rafael Luján

El guionista y productor se estrena en la novela con un ‘thriller’ con referencias musicales y cinematográficas

Los asesinatos pop de Rafael Luján

El guionista, productor y ahora novelista, Rafael Luján. | AdN

Como suele decirse, de casta le viene al galgo. Quienes se tiren en plancha a la primera novela del guionista y productor Rafael Luján, entenderán que esta expresión le viene al pelo. En primer lugar, porque la obra Ana que fue pop (AdN, 2024) guarda todos los ingredientes de la cinematografía. La escuela de diálogos que descorchó la creatividad de este murciano afincado en Madrid nutre su engolosinada narración de frase corta e idea fuerte. Y, en segundo lugar, porque de no ser por dos de esos espigados perros persigue liebres, la historia de Uri y Rosa no hubiera cuajado. La misma que sirve de columna vertebral a la novela de Luján.

Ana que fue pop es un thriller en dos tiempos. Dos personajes, abordados desde dos perspectivas distintas y con una vida de diferencia, pero destinados a tropezar juntos hasta el desastre. También hay grandes dosis de música, cine y fotografía. Es una historia de ficción, sí, pero se huele… se respira el aroma que perfuma las páginas cuando un escritor deja mucho de él mismo en lo que relata.

A fin de resolver cuánto de Rafael Luján hay en su primera novela, en THE OBJECTIVE nos damos cita con él en un hotel cercano a la Gran Vía. Rafael es cercano, familiar y bien podría mantener el ritmo de un discurso castrista, hablando en términos de longitud. No es uno de esos mohínos juntaletras amodorrados. Rafael Luján, vaya, tiene mucho que decir.

PREGUNTA.- ¿Cómo recuerdas iniciarte, digamos, en el arte? ¿La música, el cine, la literatura?

RESPUESTA.- Lo primero que recuerdo es sentir que Depeche Mode eran mi banda favorita cuando era adolescente. Y esa relación con el grupo fue tan profunda que con los años se convirtió en un amigo viejo, en algo casi familiar. Claro, cuando era más joven, mi gusto musical era mucho más limitado. Pero, a medida que crecí, la cosa se fue ampliando, y ahora soy capaz de escuchar desde Carolina Durante hasta Beach House o Radiohead. Y esto tiene mucho que ver con mi novela, porque las canciones que menciono, como las de Dorian, son las que realmente dan la atmósfera y el contexto de lo que los personajes viven. A veces, poner una canción es como arrancar el motor de la trama.

P.- ¿Cuáles son las influencias literarias que más te han marcado?

R.- Me marcó muchísimo It de Stephen King. Hay un capítulo en el que un grupo de personajes se enfrenta a la muerte de un amigo de la infancia, y eso me impactó. En mi novela, esa idea de la «emancipación» que pasa con Ana tiene un poco de eso. De despedirse del pasado. También hay algo de Crónica de una muerte anunciada de García Márquez. La estructura, el hecho de que sabes lo que va a pasar pero no sabes cómo, eso me sirvió mucho. Y American Psycho de Bret Easton Ellis también fue clave para mí, especialmente por esas partes en las que el protagonista hace críticas de bandas como Genesis o Whitney Houston. Me pareció una idea interesante y me hizo pensar que yo también podía meter esas referencias musicales en la novela, para darle más dimensión a los personajes.

P.- Está claro que la música influye en la construcción de tus personajes y la trama de la novela.

R.- La música tiene un papel central en la novela. Para Uri, las canciones de Carolina Durante, por ejemplo, reflejan una forma de ver las cosas. Un poco gris, tal vez. Pero no son solo de fondo, son como catalizadores para los momentos clave. Por ejemplo, Ana, aunque las referencias musicales son más indirectas, también están ahí para marcar su desarrollo. El videoclip de Madonna que abre la novela es esencial. Es casi como una metáfora de lo que le va a pasar a Ana: un momento de empoderamiento, de transformación. Lo ves en la canción y en la historia ella va pasando por lo mismo.

«Al escribir la novela, pensaba mucho en cómo hacer que fuera accesible a un público amplio, pero que tuviera también profundidad»

P.- ¿Cómo ha influido tu experiencia en la televisión y el cine en tu forma de escribir y estructurar la novela?

R.- Mi trabajo en la televisión y el cine ha sido crucial. Tengo esa sensibilidad hacia lo que gusta al público, lo que se puede hacer comercial sin perder calidad. Al escribir la novela, pensaba mucho en eso, en cómo hacer que fuera accesible a un público amplio, pero que tuviera también la profundidad que me gusta. Y en cuanto al cine, es lo mismo. Siempre intento equilibrar la calidad con el atractivo. Si pienso en las películas de los años 80, como Regreso al futuro o Indiana Jones, que eran tremendos éxitos de taquilla pero también de calidad, me gustaría que mi novela fuera algo así: accesible, pero también bien hecha. Además, en la novela trato de dar mucha importancia a la parte visual, a las imágenes, porque el cine me ha enseñado a pensar en eso: cómo algo se ve, cómo se siente. Hay un poco de Pulp Fiction también en la estructura no lineal de la historia, esa cosa de saltar entre tiempos, de mantener la tensión.

P.- ¿De dónde sale el uso del pretérito en el título de la novela? Me recuerda a grandes títulos, como La muerte tenía un precio, de Leone. ¿Qué referencias hay respecto a eso?

R.- El título sale al principio… porque resume la esencia. Esta persona que estuvo ahí durante un momento, nadie lo sabe, pero estuvo ahí y en un momento «fue pop». Y ya no es pop porque ya fue, y nadie se enteró… Resume mucho la esencia de la novela. Hay un autor, Juan Goytisolo, que tiene un libro que se llama Señas de identidad y me influyó mucho, especialmente en la parte de jugar con voces y tiempos verbales. Diría que ahí sí hay una influencia directa.

P.- ¿Cómo influye tu conocimiento de la historia del arte y tu experiencia como guionista en la manera en que has abordado la obra?

R.- Soy historiador del arte, entonces en historia del arte, fundamentalmente, una parte de tu trabajo consiste en describir cuadros, sin opinar sobre esos cuadros. Entonces, a mí eso me interesaba mucho, me interesaba describir cosas que cualquiera puede ver. Me interesaba una frialdad, una asepsia, si quieres, que sea muy neutral, describiendo algunas cosas. Esto tiene mucho que ver con la manera en que percibo las imágenes y los vídeos, y lo quise trasladar a la novela.

P.- ¿Y en lo referente a la estructura?

R.- Cuando escribí esta novela, lo hice con una planificación rigurosa. Lo estructuré casi como si fuera un guion, con los tres actos perfectamente delineados. Para mí, la creatividad debe estar enmarcada dentro de ciertas reglas; por eso, todo estaba cuidadosamente organizado. Al principio, puede parecer que la novela es solo una cuestión de inspiración, pero para mí, es esencial que haya una estructura que sostenga todo. Este enfoque no es algo nuevo; es una tradición que viene del teatro y del guion. Aunque en la novela es más personal, las reglas de la narrativa siguen siendo las mismas. Tener claridad sobre la longitud, el ritmo y los giros narrativos es lo que realmente hace que la historia funcione.

«Me interesa mostrar la humanidad del ‘malo’ quien no es un monstruo, sino un ser vulnerable»

P.- ¿Cómo usas las herramientas del género negro? Creo que el personaje de Tino tiene una particularidad, ¿no?

R.- En el género negro, me interesa mostrar la humanidad del malo quien no es un monstruo, sino un ser vulnerable marcado por el miedo y la inseguridad. Sus reacciones pequeñas son lo que lo hace creíble y permite que el lector se conecte con él.

P.- Da la sensación, finalmente, de que tienes una relación muy personal con Uri, uno de los dos protagonistas. ¿Cuánto hay de ti en él y cómo influye la fotografía en la novela?

R.- La pasión de Uri por la fotografía refleja mi propia relación con este arte, que considero una forma de reinterpretar la realidad. La fotografía en mi novela no solo es una herramienta narrativa, sino una metáfora de la creación artística, mostrando cómo se puede mentir para llegar a una verdad más profunda.

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