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Literatura

Milena Busquets y el largo verano de la juventud

La escritora cuenta en su último libro, ‘La dulce existencia’, el rodaje de la película basada en su novela ‘También esto pasará’

Milena Busquets y el largo verano de la juventud

La periodista y escritora Milena Busquets. | Wikimedia Commons

La dulce existencia, la ficción, el sueño: las eternas contingencias. La posibilidad de otras vidas y otros mundos. Justo de eso es de lo que va el último libro de la escritora Milena Busquets (Barcelona, 1972): de las fantasías del celuloide.

De La dulce existencia podemos decir que es un libro fitzgeraldiano, lleno de asombros y algún milagro. Un libro breve, conciso, pero enriquecido por esa sabiduría ligera, pero tan punzante y diestra, de Milena Busquets. Esa forma de mirar la vida desde la curiosidad amorosa, la búsqueda de la belleza, el feliz sentido de la inmensidad atónita y el hedonismo que proviene de la amenaza del aburrimiento, de la pereza.

En manos de cualquier otro escritor, este recuento de un rodaje hubiese resultado de un sopor absoluto, pues poco hay de interesante en algo repetitivo y casi maquinal, milimetrado y tedioso en su urgencia, como es el rodaje de una película. No así en los ojos, la mirada y la pluma de Milena Busquets. ¿Y por qué? Pues por varias razones: porque Milena se toma muy en serio la belleza, porque sabe encontrar la literatura que se agazapa tímida en la cotidianidad y porque no hay nada más radiante que quien redescubre la felicidad (así sea efímera) después de haberse autoconvencido de que esta no era más que un superfluo lujo. En resumen: Milena es capaz de vislumbrar el chispazo de los milagros cotidianos.

Por ello, La dulce existencia, más que un diario de rodaje o un cuaderno de notas es un registro de asombros y decepciones (más de los primeros, unos poquitos de los segundos). Porque también el aburrimiento marca de la casa aparece en algún momento.

Pero vayamos con los hechos: tres productores habían tenido de manera alterna los derechos para la adaptación cinematográfica de También esto pasará, la novela que catapultó a la fama a Milena Busquets, en 2015, y donde cuenta cómo sobrevivir a la muerte de su madre, la editora y fundadora de Lumen, Esther Tusquets. Una novela cuyo éxito a la escritora barcelonesa le había producido el efecto de acabar de desposeerla del todo; esto es: le había inoculado la fama ese sentimiento de peligro, de pensar que nada era suyo propio, de que todo estaba en riesgo de disolución, y esa sensación, con el paso de los años, se le había incrementado hasta niveles alarmantes. Por ello, cuando además de las productoras pasaron varios candidatos directores y un montón de actrices que se postulaban (o eran postuladas) para la película, pues Milena pensó que aquella quimera de ver su historia en el celuloide nunca iba a producirse. Y que todo se le había escapado, una vez más, de entre los dedos. Como los sueños, como los sueños más bonitos.

Rodaje en Cadaqués

Pero surgió el milagro: María Ripoll se haría cargo de la dirección y la película estaría producida por Juan Gordon para Morena Films y protagonizada por Marina Salas (en el papel de Blanca / Milena) y Susi Sánchez (en el papel de su madre). El milagro se consuma justo diez años después de la publicación original de la novela.

Así que comienza el rodaje y allá que se planta Milena con su hijo Héctor para realizar un cameo. Y entonces se produce el sortilegio; sucede, cómo no, en Cadaqués. Pero antes de llegar, en el coche y por causa del diluvio, se produce un accidente: el coche choca con un parachoques que estaba tirado en medio de la autopista y que el conductor no había visto. Consecuencia: se pinchan las dos ruedas del lado derecho de la camioneta. Bajo la lluvia, tirados en la carretera, Milena no pierde su cinismo característico. Y nos dice: «Yo llevaba un suéter de mohair fucsia de Dries Van Noten y unas bailarinas de ante de color beige, el atuendo perfecto para caminar por una autopista asquerosa bajo la lluvia».

Pronto, sin embargo, la productora viene a recogerles con otro coche y arriban a Cadaqués, «el lugar más bonito del mundo», «un pueblo caro, pero no de ricos»; el corazón estremecido, pensado que llegar allí es llegar a casa, nos confiesa Milena, pues para ella, el pueblito del Alto Ampurdán es lo más parecido que hay en la tierra al País de Nunca Jamás.

Así que no es extraño lo que sucede a continuación, que Milena comienza a vivir algo «totalmente verdadero y el colmo de la invención y de la mentira». Ergo: prende la chispa de la literatura gracias a la participación en el rodaje de la adaptación de su novela. Milena Busquets, que justo en ese momento, antes de comenzar el rodaje, se siente un poco como alma en pena, y confiesa que su vida le había dejado de gustar y no sabía qué hacer para cambiarla, encuentra en el rodaje de la película la oportunidad para incorporarse a una fiesta, a un sueño compartido: el sueño de la juventud peterpanesca, eterna.

El sueño, el amor, la alegría

El rodaje, así, se convierte en un mundo precioso, donde todo el mundo es (y puede volver a ser) joven y guapo otra vez. «Todos los regalos están por desenvolver, aquí todo es posible aún, todo está a punto de empezar», nos dice.

Ese fulgor del sueño, tan parecido al amor, tan parecido a la literatura, le sirve a Milena para andar hilvanando sus particulares observaciones sobre la vida, las personas, los lugares y el amor, siempre el amor (lo que, en el fondo, no son sino formas de la alegría). Porque «lo que imaginamos entra en el terreno de la realidad, no en el de la verdad, pero sí en el de la realidad», afirma. Y eso es lo que sucede a partir de aquí, que Milena vuelve a su juventud ardorosa y alocada, incluso pasa que en una secuencia del rodaje y en el personaje de Susi Sánchez cree ver (esto es: ve verdaderamente) a su madre y, de algún modo, vuelve al pasado para recuperar la esperanza en el presente.

Igual que en el resto de su obra, aquí también está el motto del largo verano de la infancia, o de la juventud, más bien. Y eso es lo que explota de nuevo en esta narración. Se produce una burbuja (gracias al mundo cerrado del equipo de filmación) que evidencia que ya es imposible revivir lo que ya no somos. Que lo que en el pasado fue presente, aquello tan maravilloso de ayer se ha ido, ya es ahora algo lejano y extraño. Sin embargo, sigue existiendo en la verdad de una narración, de un libro; y ahora, de una película, que llegará a las salas de cine el próximo 9 de mayo.

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