'Resumen de mi vida' en el 150 aniversario de Thomas Mann
Editorial Nórdica publica lo más parecido a una autobiografía que dejó el escritor alemán sobre la primera mitad de su vida

El escritor alemán Thomas Mann en 1906. | Wikimedia Commons
En Múnich me encontré con el oso de Thomas Mann. Permítanme explicárselo: durante un viaje de editor por Alemania, en la Casa de la Literatura de esa ciudad me enseñaron un oso disecado que fue propiedad del escritor. Se lo había regalado un amigo ruso y hay alguna foto de sus hijos jugando con el bicho. Cuando la familia tuvo que marcharse precipitadamente por el acoso de los nazis, dejaron al oso en la casa de Múnich, las autoridades lo confiscaron y años después acabó en la Casa de la Literatura.
El oso está erguido, con actitud amenazante, y siempre he pensado que Thomas Mann es un poco como ese oso. Impone. Frente a un Kafka que escribía casi a hurtadillas y sin que le importase un pito publicar; frente a un Joseph Roth que escribía en los cafés con muchas copas de más, Mann se encerraba en el despacho con toda la solemnidad y sus hijos tenían prohibido hacer ruido porque papá estaba creando. Su Obra, así en mayúsculas. En el exilio americano sentenció que donde estaba él estaba Alemania, tal cual. El espejo en el que se miraba era Goethe –al que dedicó una hermosa novela escrita en 1939, Carlotta en Weimar– y como el autor del Werther, también él tiene algo de imponente estatua de mármol sobre un pedestal. O de oso enseñando las zarpas.
Se cumplen 150 años del nacimiento del genio, del monumento literario alemán del siglo XX, y la editorial Nórdica lo celebra rescatando lo más parecido a una autobiografía que nos dejó: Resumen de mi vida. En realidad, es un repaso a la primera mitad, porque es un texto de 1929 y viviría hasta 1955. Repasó su existencia en ese momento porque ese año le concedieron el Nobel. Para entonces ya había escrito cuatro de sus novelas más importantes, dos cortas y dos largas, y en el texto habla profusamente de ellas, además de conectarlas entre sí: «Me complace ver cómo mis dos relatos principales se corresponden con las dos novelas y estas se relacionan entre sí: Tonio Kröger con Los Buddenbrook, La muerte en Venecia con La montaña mágica, y esta a su vez, constituye el contrapunto poético de la novela que escribí con veinticinco años, igual que la historia del ocaso veneciano lo es del relato juvenil nórdico».
Aborda los procesos creativos de cada una de ellas y cómo las dos de gran extensión se le fueron desbordando a partir de los planes iniciales. Los Buddenbrook, la obra que lo lanzó al estrellato literario, es diáfanamente autobiográfica, porque la familia de comerciantes a la que retrata es en el fondo la suya. En realidad, toda su literatura tiene este componente autobiográfico. La montaña mágica se originó en la estancia en un sanatorio de Davos, acompañando a su esposa en una cura de tuberculosis. Muchos de los personajes son réplicas de los enfermos que allí conoció.
De Tonio Kröger dice: «Podría pensarse que en esa novela de juventud algunas escenas, como la que transcurre en la biblioteca popular o la del policía, fueron imaginadas a propósito, por amor a la idea, al ingenio. No lo fueron, sencillamente están tomadas de la realidad. Y del mismo modo, en La muerte en Venecia no hay nada inventado: el que pasea por el cementerio norte de Múnich, el sombrío navío pulano, el anciano petimetre, el gondolero sospechoso, Tadzio y los suyos, el fallo en la salida por la confusión con el equipaje, el cólera, el sincero empleado de la agencia de viajes, el malvado cantante callejero o cualquier otra cosa que pudiera mencionarse…, todo estaba allí, en realidad solo había que colocarlo en su sitio».
Infancia feliz
De lo que apenas habla es de sus sentimientos íntimos, por ejemplo de esos deseos de Von Aschenbach en la novela que él también sentía. Como autobiografía, Resumen de mi vida es un libro muy pudoroso, frío incluso. El único momento de verdadero desgarro que hay en el texto es cuando habla del suicidio de su hermana menor Carla, que quiso tener una carrera como actriz y «fue empujada a la desdichada vida bohemia por una época subdesarrollada, nada favorable a su nivel cultural». Cuenta cómo su madre tuvo que pasar el mal trago de descubrir el cadáver, cosa que –nos dice– se ahorró cuando también se suicidó la hermana mayor, porque para entonces la madre ya había fallecido. La figura materna, Julia da Silva Bruhns, nacida en Brasil, hija de un alemán propietario de plantaciones y una brasileña, fue una presencia muy relevante en la infancia de Mann, una época que el escritor evoca en las primeras páginas con emoción: «Tuve una infancia mimada y feliz».
Resumen de mi vida es un texto breve –unas 80 páginas–, escrito sin voluntad confesional y que solo cubre una parte de la vida del autor. Quien quiera adentrarse más a fondo en su figura, dispone de una buena biografía: Thomas Mann. La vida como obra de arte de Hermann Kurzke, que publicó hace años Galaxia Guttenberg. Otra opción es la excelsa serie televisiva Los Mann: la novela de un siglo, de Heinrich Breloer, con un impresionante Armin Mueller-Stahl interpretando al escritor. Es un retrato coral de toda la familia, en el que también tienen un papel muy relevante los hijos, sobre todo Erika, Klaus y Golo. Combina la ficción con algunos fragmentos documentales y consigue construir un retrato deslumbrante de la complejidad del personaje.
Lo que vendría después de la concesión del Nobel en 1929 serían años duros. El ascenso del nazismo y la necesidad de posicionarse con firmeza tras algunos titubeos iniciales. Thomas Mann es uno de los escritores que aparecen en el muy recomendable libro recién publicado Febrero de 1933. El invierno de la literatura (Ladera Norte) de Uwe Wittstock, sobre las decisiones que debieron tomar los escritores ante la llegada de Hitler al poder.