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Literatura

Arturo Pérez-Reverte resucita a Alatriste en 'Misión en París': entre Dumas y España

Catorce años después, el capitán Alatriste vuelve más oscuro y lúcido que nunca

Arturo Pérez-Reverte resucita a Alatriste en ‘Misión en París’: entre Dumas y España

Arturo Pérez-Reverte en la rueda de prensa de 'Misión en París'. | Rodrigo Jiménez (EFE)

Catorce años después de su última aparición, el capitán Diego Alatriste regresa en Misión en París (Alfaguara, 2025), la octava entrega de una de las sagas más leídas de la literatura española contemporánea, con más de siete millones de ejemplares vendidos y traducida a más de cuarenta idiomas.

Arturo Pérez-Reverte retoma a su antihéroe con un tono más sombrío y melancólico, en una novela que no solo expande el universo narrativo iniciado en 1996 -bajo la mano del periodista Juan Cruz como editor-, sino que establece un inesperado cruce literario con Los tres mosqueteros de Alejandro Dumas. Ambientada en el París del siglo XVII, Misión en París es tanto una aventura histórica como una reflexión sobre la decadencia, el deber y el paso del tiempo, un ajuste de cuentas con la historia, con el personaje y con el propio autor.

A sus casi 74 años, Pérez-Reverte no oculta que este regreso fue una carrera contra el tiempo: «Me di cuenta de que ya no sabía cuántas novelas me quedaban. Quería contar otras historias», afirma, «pero también quería volver». Lo hace con una historia ambientada un año después de la anterior, pero con un Alatriste envejecido: más amargo, más cansado, más consciente de sus remordimientos.

La apuesta comercial es única, ya que ,aunque apenas ha pasado una semana desde su lanzamiento, Misión en París ya encabeza las listas de ventas en preventa, y su primera tirada asciende a 180.000 ejemplares. El mito sigue vivo, y es así como esos soldados sin paga que aún cruzan el foso vuelven porque «es lo que toca».

El héroe español no cree en nada, pero aún pelea contra los extremos

Reverte lo dice con claridad quirúrgica: si te critican los extremos políticos, algo estás haciendo bien. «La extrema izquierda me acusa de glorificar los Tercios; la extrema derecha, de sacar la Inquisición. No entienden que quiero contarlo todo: la luz y la sombra. Fuimos gloriosos e infames».

Ese es el pacto narrativo de Alatriste desde su nacimiento en 1996: mostrar a España como un espejo sucio, brillante y cruel a la vez. Y con Misión en París, ese compromiso se renueva. Pérez-Reverte sitúa a su personaje en un París pre-revolucionario donde se cruzan Richelieu, Ana de Austria, D’Artagnan y los ecos de Dumas. No hay pastiches. Hay duelos. Hay respeto literario. Y hay, también, una recreación minuciosa del París del siglo XVII, construida a base de mapas antiguos, grabados y lecturas en francés. «Fue como disfrazarme otra vez», y confiesa «una experiencia agotadora pero divertidísima».

A Alatriste le duele España, pero la sirve. No cree en el Rey, pero le es fiel. No confía en los valores heredados, pero ha construido los suyos: lealtad, dignidad, valor. «El héroe ya no puede ser de corazón puro. Eso ya no nos lo creemos. El héroe de ahora puede ser un canalla con cinco minutos de grandeza. Y esos cinco minutos justifican toda una vida», explica Pérez-Reverte.

En ese sentido, Alatriste es el héroe posible para un país imposible. Un hombre que no necesita ideología, solo códigos. Que mata, pero recuerda. Que fue cruel, pero arrastra los remordimientos como cicatrices que hablan, y sí, también hay algo autobiográfico, porque el autor también se reconoce en esos silencios. «Hay cosas que hice como reportero que aún me persiguen. Alatriste también. Él me acompaña. Es como un amigo que siempre está ahí, callado, apoyado en la barra del bar».

Un lector armado de palabras

Más que una serie, Alatriste es un proyecto de divulgación involuntaria. Muchos de los lectores de la saga le pedían un final, quizás le quedan dos libros -este y otro-, pero sobre todo, el autor creó este personaje en un intento de reconciliar a España con su historia sin comulgar con ruedas de molino. Pérez-Reverte lo creó porque el Siglo de Oro estaba reducido a cuatro líneas en el libro de texto de su hija. Treinta años después, hay secciones de historia en los medios, reediciones de Quevedo y una nueva generación de lectores que descubrió a España gracias a un espadachín.

Aunque a veces se le ha acusado de «machista» al autor, él puntualiza que no lo han leído, porque los personajes femeninos en la saga son las verdaderas heroínas que movilizan la historia, son lúcidas, peligrosas y sin retaguardia. «La mujer lúcida se queda sola, pero también es la que más vale», afirma. «Todas las mujeres de mis novelas valen más que los hombres y esa es la mujer que me interesa. Mis novelas se benefician de eso. También son mujeres que han estado en mi vida y me las he llevado a mis novelas».

En Misión en París no aparece Milady -ese personaje del que Pérez-Reverte confiesa estar enamorado-, pero sí su sombra. «Todas mis mujeres son primas lejanas de Milady», bromea, «y luchan en un territorio hostil con sus propias reglas».

El futuro del personaje (y del país)

La gran pregunta para un Alatriste envejecido es cómo será su final. ¿Morirá Alatriste en Rocroi? Sí, lo hará, nos confirma el autor y es justamente porque Pérez-Reverte necesita darle un cierre a la altura de la infantería española que «murió en formación» frente a los franceses. Pero ese final todavía no ha llegado. Mientras tanto, queda esta octava entrega: una novela sobre espadas y fronteras, sobre silencios y heridas, sobre lo que fue España y lo que sigue siendo.

Es en esa búsqueda de identidad que el lector sigue volviendo a Alatriste. No solo para entretenerse, sino para entender y filtrar el ruido de un mundo porque, como dice el autor, «antes había intelectuales, ahora esa figura ha muerto», afirma. Su preocupación es que «ahora cualquier youtuber se convierte en intérprete del mundo» y que al existir tanto ruido, «al no haber una cultura, una educación que filtre el diluvio de material que inunda las redes, el receptor queda indefenso. No sabe si lo que dice este youtuber es verdad o si no, y se lo traga todo, y ante esa confusión, yo creo que a Alatriste ayuda a entender».

Es quizás aquí cuando la ficción lúcida de Pérez-Reverte -que lo ayuda a reconciliarse con España, según el mismo dice- puede seguir siendo un arma como la del espadachín de su saga y así dar contexto.

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