Venturi: música rápida para las trincheras de la noche
La banda madrileña saca nuevo álbum, endureciendo su sonido para llevarlo al éxtasis de la energía y el sudoroso directo
Fans de Crepúsculo, bajen de este tren. La banda de la que vengo a hablar no es un homenaje al clan de los Vulturi. Lo más vampírico que tienen estos cuatro golfofieras madrileños es su esencia peligrosamente crápula. Sus letras huelen a sanguijuelas de la noche y, según parece, su espíritu como banda sigue las tintineantes luces matutinas en la fachada de un after. Música de trinchera, honrando esos tiempos en que los Beastie Boys hacían un llamamiento a la lucha por los derechos… ¡Para la fiesta!
Venturi, paridos hace 8 años así por inspiración del llamado ‘Efecto Venturi’, sacan nuevo disco. Una hamburguesa nada grasienta, más bien afilada, pero salpimentada de temas rápidos. Vamos, Comida rápida como así han titulado su último y vibrante álbum. Guiñando con ese nombre a la esencia espídica de las canciones, Venturi ha madurado con un rosario de temas endurecidos por encima de sus anteriores trabajos. Un rock primitivo, sin por ello caer en la simpleza, pespunteado por melodías pegadizas como el suelo de una discoteca a las 8 de la mañana, y estribillos llenos de malos vicios a los que acabas deseando postrarte.
En THE OBJECTIVE nos hemos dado cita con sus cuatro integrantes, Daniel Durán (voz), Carlos Pérez (bajo), Lucas Olazabal y Jonás Batuecas (ambos guitarra y batería), con la intención de bucear un poco más en las idiosincrasias de la banda y los entresijos de su nuevo disco. Si se les pide una definición rápida de la banda, lo tienen claro. «Somos un grupo de cuatro colegas a los que nos flipa tocar, hacer bolos y sudar mucho tocando» asegura Daniel. «Y lo hacemos todo como una banda», interviene Carlos. «No compone uno y después los demás somos músicos. Intentamos hacer todo juntos».
Una unidad filtrada en el cambio de tono que han vivido. Venturi ha pasado de un estilo indie algo más popero, a endurecerse. Su sendero ha seguido el camino de la gasolina y el acelerante. Quizás a riesgo de perder el filón original de tintes más comerciales, pero con la seguridad de estar haciendo lo que desean. “Es lo contrario de lo que se suele hacer, la verdad”, dice Daniel. “Pero para nosotros ha sido natural”, señala Jonás. “Lo hemos hecho porque lo hemos sentido. Sentíamos que es donde estábamos más cómodos. Es lo que nos hace ilusión. Cada vez es más Venturi. Es más nosotros”.
Preguntados por el origen del disco, los miembros coinciden en que no fue una decisión difícil, sobre todo vista la energía de sus últimos directos. “Estaba claro que íbamos a hacer disco entero, después del EP, y veníamos de hacer directos muy cañeros. Era como las canciones tranquilas metiéndole caña. Así que quisimos transmitir esa energía en el estudio”, dice Carlos.
Y energía, desde luego, no les falta. De lo que se deduce también el singular, el título del álbum. Y la portada, donde la banda aparece zampando hamburguesas del Five Guys. Como Homer Simpson dándose un atracón. “La idea inicial nace de la portada”, afirma Carlos. “Hicimos una sesión de fotos, porque se me ocurrió hacerlas comiendo. Comiendo hamburguesas. Lo pensé porque me parecía menos serio. Comida rápida es una expresión que no transmite seriedad pero a la vez es una imagen potente”.
“Al final son diez canciones. Son cortas, muy directas”, aclara Jonás. “Después también tiene sentido un poco con la vida que vivimos. Consumimos todo a toda hostia, vamos a toda prisa por la vida y es un poco una ironía”. Cómo si un juicio pudiera caerles del cielo a emitir ese análisis, Daniel salta para dejar claro que: “No somos criticones, ni vamos dando lecciones. Estamos lejos de la protesta, pero en nuestras canciones siempre trabajamos mucho esa ironía”.
Cuando se les pregunta a Venturi por sus referencias, ellos mantienen las influencias que dieron origen a la banda. “Caspian, Arctic Monkeys, The Strokes…”, destaca Jonás. “Pero, puestos a elegir un grupo que haya marcado más este disco, yo me quedaría con Parquet Courts”, incide Carlos. Sin embargo, no todos se inspiran de la misma forma a la hora de componer. Mientras Carlos se reconoce abiertamente en sus referencias, y no le tiembla la mano a la hora de asumir su origen, otros prefieren desentenderse. “Suelo hacer como un mapa de los grupos a los que se parece lo que compongo. Dani, por ejemplo, no es nada así. No le gusta sacar las referencias porque se piensa que es como si lo copiáramos”.
“Le digo a Carlos que si tiene alguna referencia, que no me la diga. Porque al final siempre se deforma todo y aparece una cosa totalmente distinta”, dice Daniel a colación del comentario de su camarada. Siguiendo con el asunto, Carlos insiste en dar testimonio de este hecho. “Mira, por ejemplo, en la canción de Safari, el ritmito está sacado de una de Soul Wax. Hay como un patrón rítmico. Yo lo toqué pensando en esa canción y no se lo dije, porque sabía que se rayaría”.
Interrogados por el contenido, tan vital como descarado de las letras, muy asentadas en el relato de experiencias propias, Daniel sale a responder el primero. “Normalmente las letras corren de mi cuenta. Y es lo que has dicho. Son vivencias, historias que os han podido pasar”. Puestos a bucear algo más en esta aclaración, le pregunto a Daniel por el tema Hoy he recibido flores, el cual huele mucho a desgañite personal. “No hay una historia concreta, que digas, estoy pensando en esto, pero sí que tiene que ver con las relaciones que he tenido. Crees que ya lo tienes superado y que todo va de puta madre, sobre todo la primera vez que te rompen el corazón. Recuerdo que, en mi caso, tardé como un año en superarlo. Y, de repente, la bomba. Algo te lo recuerda todo. De ahí lo de “hoy he recibido flores con una tarjeta y un bombón. Es una metáfora, claro, pero es como el mal regalo de un recuerdo”.
Existen, también, algunas canciones en las que, con algo de olfato, uno es capaz de señalar a los progenitores de su sonido. Como en el tema Quesquesé, directamente inspirado por el Psycho Killer, de Talking Heads. “Por fin. Eres el primero que saca la referencia”, dice animado Daniel. “Sí, es de esa canción. Personalmente, es una de las primeras que me impresionó. Y luego ha acabado siendo un tema muy inspirador para toda la banda”. Al abrigo de esta nueva ristra de temas, Venturi estará de rodaje nacional durante el verano en festivales como el Sonorama, en Aranda del Duero, o el Amante, en Zaragoza. Una banda que promete movimiento pendular en la soledad del hogar, y un traje de sudor a costa de saltos y pogos en sus directos.