The Objective
Bambalina

Fon Román, ex de Los Piratas: «Latinoamérica en general y México en concreto es el futuro»

El músico habla en esta entrevista sobre su carrera y su último trabajo en solitario

Miembro de Los Piratas, la banda liderada por Iván Ferreiro en los 90 y principios de siglo, Fon Román (Vigo, 1970) ya era entonces el que aportaba la experimentación. Ese es el difícil camino en el que profundizó después, ya en solitario, una vez disuelto el grupo. En su más reciente trabajo, En blanco, lo materializa al extremo: basado en uno de los poemas más complejos y extraordinarios de Octavio Paz, Blanco, el disco es, como el libro físico original, una obra de arte en sí misma. Resulta, además, la excusa perfecta para conversar sobre su trayectoria, su búsqueda incansable en la música, lo que aprendió de México, la poesía y la incómoda circunstancia del guitarrista de un exitoso conjunto que quiere ser una voz.

PREGUNTA.- Fon Román, músico, exintegrante de Los Piratas. Después de casi 20 años de carrera en solitario, desde 2006, que editaste tu primer disco en solitario, das un salto en la experimentación y le pones música a uno de los poemas más complejos de Octavio Paz, Blanco, y sacas En blanco. ¿Qué encontraste en Octavio Paz que te empujó a hacer este proyecto tan extraño?

RESPUESTA.- Fue una serie de coincidencias. La parte de experimentación ya venía dada en mí desde finales de la época de Los Piratas, ahí yo ya experimentaba mucho. Justamente después de la disolución del grupo [en 2004] empecé un proyecto de música experimental, sin voz ni nada, simplemente ruidismo, ambient, dejarse llevar. Eso siempre me acompañó casi en todos mis discos. En cierta manera, aunque fueran discos de canciones, también siempre había un componente de experimentación, y en ese camino siempre me mezclé con otras disciplinas. Con un tipo que hacía collages en el primer disco, con un fotógrafo también experimental, en el segundo, con un colectivo de Barcelona que también estaba siempre con manualidades… Siempre estuve en contacto con con todo esto, y después fue mi etapa mexicana. En México grabé mi disco en solitario La chispa, la llama y el humo y empecé a hacer música para teatro. A través de una actriz de allá empecé a componer música para obras de teatro que presentábamos todos los años en la FIL.

P.- La Feria Internacional del Libro de Guadalajara.

R.- Me metí en esa parte de composición para teatro y después la tocaba en vivo. Justamente una de las obras que presentamos se titulaba Samsara y trataba de esa época en la que Octavio Paz fue embajador de México en en la India y él se adentró mucho en el budismo, el hinduismo, una etapa muy espiritual, de búsqueda interior.

P.- Donde se enamoró de nuevo, de Marie-Jo.

R.- Sí. Blanco tiene bastante que ver con ese encuentro, ese momento de enamoramiento que transitaron justamente en esa época. Curiosamente, yo recordé que la primera canción que compuse al llegar a México fue un poema de Octavio Paz y que la había guardado. Justamente el año del centenario. Entonces, le hicieron una retrospectiva en Bellas Artes y yo fui a esa exposición [En esto ver aquello].

P.- Que fue impresionante.

R.- Ahí me compré un libro de poemas y me dije «donde pare el dedo, aquí voy a componer una canción». Me gustó tanto… Me adentré mucho en su vida, en su obra. También me fui a vivir a México en un momento delicado, dejando todo atrás, como para rehacerme. El dedo cayó en un poema que se titula La caída, que tiene dos partes, I y II, y compuse esa canción que guardé en un cajón. Me llevé el estudio a México, y empecé a grabar también cosas para otros y producir. Para el proyecto de la FIL me acordé y se la presenté a la directora, y le gustó tanto que abrimos la obra de teatro con La caída I y cerramos la obra de teatro con La caída II.

Fon Román. | THE OBJECTIVE

P.- Octavio Paz ha sido muchas veces o desdeñado u olvidado. No sé por qué extraña razón se le concibe como un poeta difícil, o se le juzga por otros temas que nada tienen que ver con la poesía. Porque cuando lo lees, lo lees totalmente vigente. Una prueba es que tú lo leíste y enseguida te metiste en su universo.

R.- Sí, sí, la verdad es que a mí me atrapó. Yo conocía un poco su obra, pero no me había adentrado tanto. A raíz del centenario y de ir a esta exposición, empecé a leer mucho de él, y después de la presentación de Samsara en la FIL, a la directora le gustó tanto que me dijo: «¿Y por qué no compones más canciones sobre Octavio Paz o algún otro poema?». Justamente en ese momento yo me me volví a España, comenzó la pandemia y ella, a distancia, me mandó algunos poemas: «Léete este, que es un poema increíble que se llama Blanco». Y dije: mira, estoy aquí en la pandemia, en el estudio, me lo voy a componer, me lo voy a echar, como se dice allá.

P.- Luego el trabajo completo no fue solamente musicar poemas. Has hecho algo especial: el vinilo lo grabaste con las condiciones que había en la fecha de composición del poema.

R.- Sí. Después empezó el proyecto a expandirse hacia otras áreas, como en otros de mis discos. Lo que te comentaba antes, siempre intento involucrar a otros artistas, en este caso un diseñador. Él también empezó a bucear en Blanco, inspirado en el diseño original, que es como un pergamino. El libro físico es una obra en sí mismo.

P.- A Paz le gustaba mucho eso, jugar y trabajar con artistas plásticos.

R.- Él trabajaba mucho con Vicente Rojo, que también era un diseñador muy emblemático, y que hizo Blanco. Quique Roma, que fue el diseñador que me acompañó, se inspiró en él y construyó una pieza escultórica basada en el diseño original de Rojo. Usó la misma tipografía, hizo un mecanismo en el que pasaba una cinta como que envolvía mi nombre y la portada era amarilla y blanca, como la original. Después, construyó un mecanismo de la cinta simulando la grabación que hicimos nosotros, porque lo grabamos en analógico y quería simular una cinta magnética, así que es una pieza que es móvil y también es artesanal. O sea, no hay ningún componente digital, que eso también era otra cosa que yo quería, y que de repente también sucedió. Apareció al leer el poema, que estaba escrito en 1966 en la India, y se me ocurrió la idea de grabarlo tal y como se grabaron los discos ese año, que justamente es el primer año en que se empezaron a grabar los discos en ocho pistas, magnetófonos de una pulgada, con el Pet Sounds de Beach Boys, que ellos iniciaron. Quería que fuese todo analógico, que realmente también tuviese ese componente antiguo de la época. Fue un proceso muy artesanal en todos los niveles. Lo grabamos en vivo, con músicos tocando a la vez, en cinta… El ordenador no interviene para nada. Después, lo que es el master, la mezcla, también fue todo analógico. Se lo mandé a un alemán… Todo tiene un proceso como muy loco, porque además las tomas las cortamos en la cinta, la cortábamos y la pegábamos. O sea, una cosa…

«Siempre me puede la parte creativa, tengo la llamada y no puedo decirle que no»

P.- Casi para montar una exposición de cómo se hizo el disco.

R.- Sí, sí, sí.

P.- Ese camino experimental, ¿cómo se conjuga con dar a conocer el trabajo, con tener una carrera, con con pagar las facturas? No sé si piensas en eso o simplemente te dejas llevar por tus inquietudes.

R.- Sí, claro. Son apuestas. A mí siempre me puede la parte creativa sobre todo. Tengo la llamada y no puedo decirle que no. Es una llamada, tengo que hacerlo, ¿sabes? Me llegó, me buscó el propio poema. Claro, después hay matices que puedes o no evitar, como hacer el vinilo, 300 copias limitadas, firmadas… Todo esto me lo podía haber evitado. Pero bueno, soy así, también me asumo. Me gusta todo eso, me gusta desarrollar los proyectos hasta donde yo crea que están cerrados totalmente y llevarlos con este componente artesanal que siempre me acompaña. Y después, pues tengo que mezclarlo con otras cosas, hacer música para anuncios por ejemplo. También la obra de Piratas está ahí y tengo réditos.

P.- Hablaremos de eso. Tú, que tienes la experiencia de los dos países, ¿no sientes que en México es más fácil hacer este tipo de cosas artísticas? Que México, a pesar de todos los problemas que tiene, algo que tiene es la vibrante vida cultural y artística.

R.- Sí, totalmente. Justamente ahora que estuve cuatro semanas, Blanco allá de repente cobra otra dimensión. Aquí es mucho más difícil, ya no solo porque sea Octavio Paz, que aquí es bastante desconocido.

P.- Siendo Premio Nobel…

R.- … Sino también por ser un poema como este, tan complejo, porque es verso libre, tiene una temática muy profunda, unas palabras que para meterlas dentro de una canción llevan su trabajo…

«México está hirviendo, hay mucha gente joven, está todo por hacerse y hay muchísima creatividad»

P.- El poema en realidad trata de abolir el tiempo, que el tiempo deje de ser lineal.

R.- Sí, es muy complejo. El blanco aquí también tiene mucho que ver con el silencio. Paz tenía mucha afinidad con John Cage, que también utilizaba el silencio. Realmente el silencio, tanto en la música como en la escritura, es muy importante. Y también el silencio, o el blanco, es ese instante en el que nace todo, la creación. La hoja en blanco, el espacio del blanco al blanco, del que él hablaba, es ese instante en que la idea llega, no sabes de dónde, porque realmente es el enigma, y el blanco que cierra es otra vez la nada. Ese bucle.

P.- ¿Qué es lo que debería conocer la gente en España de México, que quizá conoce menos o no conoce?

R.- Aquí siempre llegan las malas noticias, la parte dramática de todo, la inseguridad. Vas allá y te dicen: «¿Cómo vas a México? ¡Qué miedo!». Yo estuve casi seis años y no tuve nunca ningún problema. Hay que estar alerta en ciertos momentos, porque sí, es un monstruo de veintipico millones la propia ciudad. Pero claro, está hirviendo, hay mucha gente joven, está todo por hacerse y se nota que hay muchísima creatividad. Yo creo que Latinoamérica en general y México en concreto es el futuro. Ellos van a abrir las las nuevas vías del arte. Ya se está viendo, pero yo creo que va a ir a más.

Fon Román. | THE OBJECTIVE

P.- ¿Cómo fue tu formación musical? ¿Cómo empezaste a tocar? ¿En quién te inspiraba antes de llegar a Los Piratas, que fue el primer gran proyecto?

R.- Empecé muy joven, con la guitarra de mi madre en una esquina de la casa y de manera autodidacta. Después empecé guitarra clásica, estuve varios años, y un poco de solfeo. Esto fue a los 12 años o 13, pero como fui muy rebelde, a los 15 ya quería salir de casa. Ahí empecé con grupos, hasta que me fui a Inglaterra a estudiar. Después, un día, al azar, nos encontramos Iván Ferreiro y yo, y ahí empezaron Los Piratas. En fin, bandas, guitarra, autodidacta, pero siempre escuchando música. Desde desde muy niño, nutrirme ha sido siempre muy importante, y aún hoy escucho de todo. Me gusta enterarme de todo lo nuevo, revisar discos antiguos, obras olvidadas. Me gusta clásica, experimental, jazz, todo, todo. Consumo mucha música.

P.- ¿Tienes algún referente en especial?

R.- A mí el clic me hizo un día que llegó mi padre, con 12 años, y me puso Abbey Road. Me hizo pum la cabeza y me adentré. Después, tenía un amigo, el único genio que conocí en mi vida, que es físico, Marcos Mariño. Era una locura. Él ya con 13 años escuchaba a Stravinski, y yo me pegué a él. Empecé muy joven a escuchar música clásica, ir a conciertos de música clásica, y eso también me movió mucho. Tengo la música clásica como un pilar. Y después, el rock y todo tipo de música. La experimentación siempre me gustó mucho. El poder crear sin línea, porque la canción es algo muy acotado. Aún no entiendo por qué tienen que ser tres minutos, no cuatro, y que tenga estribillo. Pues a lo mejor no tiene que haber estribillo. En La chispa, la llama y el humo, mi otro disco, compuse una canción que se titula Territorio herido y la hice con Coque Malla. A él se le ocurrió el título. Hicimos una versión acústica los dos y a él le gustaba mucho porque no tenía estribillo. Empezaba la canción y pasaba distintas partes y no se repetía ninguna. Eran cuatro partes distintas y la canción se desarrollaba perfectamente. Es un poco como la canción de los Beatles del álbum blanco que se llama Happiness is a Warm Gun, que no se repite nada. Me inspiré un poco en esta. El mundo de la canción es demasiado estructurado, no puedes caer en dejarte llevar. La música experimental te da eso.

P.- Los Piratas tenía un pie entre varios mundos. He leído a Iván Ferreiro decir que el éxito de Los Piratas llegó ya muertos Los Piratas.

R.- Fue una cosa muy loca.

P.- ¿Cómo fue esa experiencia, mientras estaban Los Piratas vigentes? ¿Cómo las recuerdas tú?

R.- El otro día vi Segundo premio, sobre Los Planetas.

P.- Ajá, sí, de Isaki Lacuesta, escrita con Fernando Navarro.

R.- Me encantó. La vi y dije: es que tal cual cual, millones de cosas. Nosotros empezamos súper jóvenes, con 20 años, y estuvimos como cinco o seis años girando por España, llevando nosotros la furgoneta, cargando, descargando. Cuando no había autovías, solo para salir de Galicia eran cuatro o cinco horas. Y tocábamos por toda España para diez personas. Seis años así. Después de tanto tocar, de tanto tocar, sí apostó Warner por nosotros y grabamos unos discos en estudios que no los graba nadie hoy en día. Nos llevaron con 20 años a Inglaterra, a Oxford, a grabar tres semanas. Fue el disco más caro de la historia de la música española en ese momento, pero también fue el disco que menos vendió. Esa deuda la fuimos arrastrando. El siguiente disco, a Francia, tres semanas, estudio y residencia, en el que grababan los Cure y grupos así, unas locuras. Para nosotros era como el parque de atracciones meternos en un estudio, y además teníamos una energía muy potente todos.

«Ahora está de moda hacer rollo folk y tal, pero nosotros en el 97 ya estábamos con zanfonas, con didyeridús, con acordeón»

P.- La juventud.

R.- La juventud y que era como un divertimento. Por eso yo creo que también Los Piratas fue una referencia en cuanto a hacer cosas que nadie hacía en ese momento, como mezclar. Ahora está de moda hacer rollo folk y tal, pero nosotros en el 97 ya estábamos con zanfonas, con didyeridú, con acordeón… Kepa Junquera grabando con nosotros, Anxo Pintos… Con rock, guitarras, cajas de ritmos, todo. Daba igual, todo valía. Yo creo que eso nos hizo encontrar un sitio muy particular y eso fue creciendo, creciendo y, bueno, sí tuvimos éxito al final de todo, pero creció mucho más al final del grupo.

P.- Si al final tuvieron tanto éxito, ¿cómo es que se rompió el grupo? ¿Cómo fue esa ruptura?

R.- Pues como las relaciones. No sé, es una cosa curiosa. Yo creo que es el desgaste de tantos años juntos todo el día, tocar, tocar y al final de tocar, vamos a componer… Montamos el estudio. Mi padre nos montó el estudio, que es el que estoy usando yo ahora mismo, de tránsito. Yo tengo mi casa, pero después de la pandemia tuve que estar con mis padres, con varias cosas de salud. Entonces retomé el estudio de Piratas que nos montó mi padre. Ahí era nuestro sitio, donde componíamos y estábamos todo el día desarrollando cosas. Eso fue un territorio de experimentación, fue el comienzo de la experimentación, realmente, primero con las canciones, pero con el sonido también. Y yo creo que eso, de tanto estar juntos, creo que al final…

P.- Se nos rompió el amor de tanto usarlo…

R.- Ya es difícil llevar una pareja, imagínate cinco tíos, y desde tan jóvenes.

P.- Pero luego habéis recogido los frutos, después de que se acabara.

R.- Sí, yo creo que algunos más que otros.

P.- Ya que mencionas eso. La cara más visible de Los Piratas fue Iván Ferreiro y luego ha tenido una carrera en solitario también muy exitosa. No sé si hay algún tipo de rivalidad o cómo ves una carrera que, en muchos sentidos, se aparta de lo que tú has hecho en solitario.

R.- Yo continúo un poco más la vía de la última época de Piratas, de Relax, sobre todo. Relax fue un disco muy rompedor en el momento, que también nos alejó de bastante gente que nos seguía, porque claro, Ultrasónica, que fue, digamos, el disco bandera, el culmen de nuestra carrera, con canciones como Años 80, El equilibrio es imposible… Pero Relax fue el disco que nos dio todas las satisfacciones. Fue el mejor disco del año en todos los lados. Fue muy vanguardista, muy rompedor para el momento. Lo escuchas y es un disco que puede ser de hoy. Yo después justamente seguía, porque claro, yo ahí era muy buscador. Yo los últimos años de Piratas no escuchaba canciones, yo solo escuchaba ruido, por ejemplo.

«Yo aprecio a Iván Ferreiro, tiene mucho talento y me quedo con lo bueno, todo lo que vivimos y lo que construimos»

P.- Eso luego se ve en Impronta, que es ese disco del que hablabas al principio.

R.- Yo llegaba, les ponía mis cosas y marcianeaban: ¿tú estás medio loco o qué? Eso lo fuimos metiendo en Piratas. En Ultrasónica hay cosas, pero en Relax ya es muchísimo. Yo quería llevar al extremo todo eso, por eso me uní con Suso Saiz e hicimos Trash of Dreams, que fue el proyecto de música experimental antes de mi camino en solitario. Yo quise separar experimentación, por un lado –con Trash of Dreams tenía eso cubierto– y por otro el mundo de la canción. Yo también componía y dije: bueno, pues voy a ponerme a cantar. Y la verdad es que mi primer disco tuvo muy buena acogida, pero después ya tardé muchos años en sacar Entretelas, que fue el siguiente. También la carrera en solitario es muy cabrona, ¿sabes?, una voz nueva…

P.- Nueva pero no nueva, que quizá es más complicado. ¿Haber pertenecido a Los Piratas te ha dificultado?

R.- A mí sí, totalmente. Yo creo que sí, porque es un peso. Ha pasado históricamente, si lo ves, esto lo hablé con David Otero [exguitarrista de El Canto del Loco], que lo conozco, o con Rubén Pozo [exguitarrista de Pereza]. Hay muchos ejemplos. Ahora Alberto Pérez, de Izal, que también es muy colega, que saca disco en solitario. Ser guitarrista de un grupo que ha tenido peso y después una voz nueva ha sido siempre difícil. Johnny Marr [de los Smiths]… Hay muchos ejemplos históricos de que siempre es dificultoso.

Fon Román. | THE OBJECTIVE

P.- Sin embargo tienes una canción que es un guiño a aquella de Los Piratas El equilibrio es imposible, y cantas con Iván Ferreiro El equilibrio es posible. ¿Cuál es la intrahistoria de esa canción?

R.- La compusimos los dos. Fue una idea que tenía yo a partir del título. Fue una canción que, igual que Años 80, la compusimos en dos horas. Pasó lo mismo, también lo hicimos así, como de vomitona. No sé porque un día estaba yo y dije «hostia, el equilibio es posible», voy a darle la vuelta y… pues sí que es posible. Pero no, yo creo que es imposible.

P.- ¿Os lleváis bien, Iván y tú?

R.- Sí, sí, sí. Bueno, hay cosillas, pero a mí no me gusta mucho meterme en polémicas y hablar. No me va nada. Y también podría decir: ¿para qué? Él no. Él se da mucho más y sí entra en polémicas, sí habla de no sé quién y lanza incluso contra el grupo. Pero no voy a entrar ahí, porque no tiene mucho sentido. Yo aprecio su carrera, tiene mucho talento y me quedo con lo bueno, todo lo que vivimos y lo que construimos, y creo que que lo ideal sería que en algún momento pues se pudiese cerrar el ciclo haciendo algo.

P.- ¿Algo juntos?

R.- Ojalá.

P.- Me llama la atención también que dices que En blanco es un proyecto que cierra tu viaje a México. ¿Por qué quieres cerrar el viaje a México? ¿No lo quieres llevar contigo, o es una manera de hablar nada más?

R.- Bueno, mi viaje yo creo que también tiene que ver con lo personal. Me fui en un momento personal delicado y para mí fue como un cierre de ciclo, decir: creo que tuvo sentido todo este viaje, estos cinco años.

P.- ¿Una ruptura?

R.- Sí, ruptura, pero también ruptura conmigo, con dejar muchas cosas atrás, como el Ave Fénix, como buen Escorpio que soy. Necesitas romper y volver a rehacerte de alguna manera. Para mí, Blanco fue sentir el cierre perfecto. Lo primero que hice cuando llegué fue componer un poema de Octavio Paz.

P.- Y lo último también, del blanco al blanco…

R.- Esto no lo había visto así, pero es tal cual.

[¿Eres anunciante y quieres patrocinar este programa? Escríbenos a [email protected]]

Publicidad