María Terremoto: «Me he visto más presionada por el purismo que por el machismo»
La artista conversa sobre su trabajo más reciente y la carrera que ha construido con solo 25 años
En la aristocracia flamenca, con epicentro en Jerez de la Frontera, María Fernández Benítez, ‘María Terremoto’, tiene todos los títulos. Y no solo por su sangre. Hija de Fernando Fernández Pantoja ‘Fernando Terremoto’, sobrina de María Fernández Monje ‘María Soleá’ y nieta del gran Fernando Fernández Monje ‘Terremoto de Jerez’, demostró su arte por derecho propio siendo casi una niña, cuando ganó el prestigioso Giraldillo de la Bienal de Flamenco de Sevilla en 2016. Desde entonces, parecen haber pasado por ella varias vidas, y así habla. Su reciente Manifiesto, con la guitarra de Yerai Cortés, las mezclas de Javier ‘Harto’ Rodríguez (productor de C Tangana) y el respaldo de Universal, es más que un disco redondo. Autobiografía y catarsis, antigüedad y modernidad condensadas, supone también un golpe en la mesa: María Terremoto no quiere ser solamente cantaora.
PREGUNTA.- Has presentado Manifiesto, con la guitarra de Yerai Cortés, que protagoniza el documental de C Tangana, que ha ganado el Goya, y tiene también las mezclas de Harto Rodríguez. ¿Cómo es pasar de un mundo minoritario como es el flamenco a una multinacional como es Universal? También vas a participar en el Universal Music Festival el 24 de mayo, en el Teatro Albéniz.
RESPUESTA.-El proceso ha sido ha sido muy bonito. Cuando empezamos a grabar el disco y nos vinimos a Madrid, estuvimos diez días en los estudios Metropol, por donde pasaron artistas increíbles, desde Antonio Carmona hasta Lola Índigo. Estando allí, Lola también estaba grabando uno de sus últimos hits. Venir de esa opresión que yo ya sentía en ese mundo minoritario, que tú mencionas, al que adoro, por supuesto, porque mi legado y el flamenco lo tengo en las venas… Pero yo necesitaba un poco más. Necesitaba desarrollar esas inquietudes que tenía en el cuerpo y en el corazón. Y es verdad que en el flamenco y viniendo de una casa de cantaores, es un poco más complicado. La gente muchas veces piensa que es más fácil, y quizá sea algunas veces más fácil, pero también otras lo tenemos más complicado.
P.- ¿Ah, sí?
R.- Sí. Yo creo que ya es una exigencia súper personal que una misma se echa la espalda, y lo que no quiere menospreciar ni desproteger su apellido. Pero con. Todo este proceso, el haber estado y tratado con personas como Yerai, como Harto, y estar con una multinacional como es Universal, lo agradezco muchísimo. Estoy viviendo el momento súper bonito y lo estoy disfrutando también mucho.
P.- ¿Cómo fue la gestación de este disco, que es un proyecto redondo? Son ocho canciones que se ven como un todo. El nombre lo dice todo, Manifiesto. Tengo entendido que también has participado en la composición de las canciones.
R.- Para las letras yo nunca me me había atrevido a componer; no a componer, sino a a cantar lo que lo que componía. Por poca seguridad, por poca confianza en mí misma. Y el hecho de tirarme a la piscina y componer mis propios temas y mis propias canciones en Manifiesto era una necesidad. Lo que estoy contando aquí son momentos en los que yo me he encontrado y situaciones en las que me he visto, y sentimientos que he experimentado en un camino, desde que pierdo mi padre hasta el día de hoy.
«Tomo las riendas de mi carrera y me armo de seguridad, de valentía y de fuerza»
P.- Muy pequeña, a los 11 años.
R.- Muy pequeña, claro. Eres tan pequeña que la vida no la ves realmente como es, y cuando vas creciendo es cuando todo eso va pasando factura. Necesitaba contar ese proceso y lo he hecho con todo el amor del mundo. Me adentré en las zonas más complicadas y más oscuras de mi corazón, porque tenía que hacerlo. Y al final ha sido también como una pequeña terapia de choque.
P.- Bueno, el disco arranca por la muerte, en la oscuridad, y acaba en alegría, en sanación. ¿Sanan de verdad los dolores o solamente se pueden conllevar?
R.- Yo no creo que esas heridas que tengo se cierren. Han sanado alguna otras cosas, pero en este caso las heridas que tengo de las pérdidas no se me van a curar nunca. Esa cicatriz no va a desaparecer nunca. Hay momentos en los que duele y se pronuncia mucho más. Sí es verdad que aprendo a vivir con esas cicatrices. Cuando tienes una cicatriz hay un momento en que sin razón te duele y te pega una punzada. Y aprendes a vivir con ello. Es igual. Sano de muchas otras cosas a modo personal, tomo las riendas de mi vida, tomo las riendas de mi carrera y me armo de seguridad, de valentía y de fuerza.
P.- Hablas como si tuvieras muchos años, muchas vidas a cuestas, tienes 25 años nada más, pero claro, es que empezaste muy joven.
R.- Yo empecé profesionalmente con 16 años.
P.- Ganaste el Giraldillo en la Bienal de Flamenco de Sevilla en 2016. ¿Cómo vives ese momento y cómo lo ves desde ahora, que han pasado casi diez años?
R.- La importancia y la responsabilidad que tiene este premio, con 16 años, ser el artista más joven y la mujer más joven en conseguir un Giraldillo en ese festival tan prestigioso que tenemos en el flamenco, realmente en ese momento yo creo que no era consciente de lo que estaba aconteciendo. Lo viví, por supuestísimo con alegría, pero tenía 16 años. Ahora es cuando le veo la importancia y echo la vista atrás. Y tengo 25 años, pero bueno, ya llevo algo recorrido.

P.- Pienso en esa actuación final que sale en el documental sobre tu abuelo, donde tus tías, tu familia, tú misma acabas llorando mientras cantas, que es algo que decían de tu abuelo: que él mismo se emocionaba con su propio cante. ¿Tú eres consciente del efecto que causas en el público? ¿Eso como artista se siente o te lo tienen que decir?
R.- Quizás se puede interpretar de esa manera, pero yo no creo que uno llore por escucharse a sí mismo. Yo no lloraba por como yo estaba cantando, yo lloraba por mi padre. Y seguro que mi abuelo lloraría por sus fatigas y sus pérdidas. Y al final la seguiriya en mi casa es un cante súper característico, y cuando la canto es cuando esa dolencia y ese dolor que tengo se me pronuncia. Si no, me cuesta mucho cantarla, porque no la canto con fatiga. Pero yo lógicamente no me emocioné por mí misma, sino por lo que estaba aconteciendo en ese momento. Estaba mi madre, mi familia… Era un momento especial y era para él. Al final, te emocionas.
P.- Pero cuando tú cantas, ¿sientes esa reacción en el público, eso se ve desde el escenario? ¿O estás tan concentrada que no lo piensas?
R.- El público a mí me ayuda muchísimo a que en el escenario me concentre. Yo siempre intento meterme en mi burbuja, pero si el público también te acompaña, es mucho más fácil. Hay momentos en los que sí percibes ese calor, por supuesto que sí.
P.- Aquí estuvo Diego Guerrero y hablábamos de ese viejo lugar común, de la crítica de los puristas del flamenco, cuando es incomprensible porque el flamenco es mezcla por naturaleza. Él decía que esas son cosas más de los medios, que en realidad, en el medio flamenco, cuando alguien mete algo moderno, la gente que entiende no es tan crítica. ¿Tú estás de acuerdo con esto?
R.- Yo admiro a Diego, me encanta y me parece que lo que hace es súper interesante y súper guay. Pero también pienso que sigue existiendo ese colectivo de personas que no apoyan este tipo de cosas. Intento deshacerme un poco de eso y no pertenecer a ese grupo. Lo he dicho varias veces: yo pertenezco a la pureza, no al purismo.
P.- O sea, te ha pasado, te han criticado a ti directamente…
R.- Mmm, sí: «No, no entres por ahí, que tú eres la mejor cantaora que hay, que tú eres la única que tenemos». A lo mejor por alguna actuación en la que he cantado una canción en inglés de Whitney Houston o de Beyoncé. «Por ahí no», no sé qué. Aunque se crean que no, los artistas también vemos y leemos cosas y tenemos que tragarnos, por no decir una palabra fea, muchas cosas feas. Y al final es una manera de oprimir a un artista. Y yo sí que me he sentido así.
«Yo pertenezco a la pureza, no al purismo»
P.- Junto a los puristas, está esa gente que dice de artistas como Rosalía, por ejemplo, que hacen apropiación cultural. Tú como flamenca, como gitana de pura cepa, ¿cómo ves esas críticas, que son de otro espectro pero que en el fondo se parecen?
R.- Me parece que a la altura en la que estamos, que se sigan dando ese tipo de comentarios a mí como gitana me parece denigrante, porque pienso que el cante no es de nadie. El cante no tiene dueño, y hay maestros gitanos como Antonio Mairena, como mi propio abuelo, como Camarón, como Caracol, pero no nos olvidemos de Vallejo, no nos olvidemos de Juan Valderrama y no nos olvidemos de una infinidad de artistas no gitanos que son maestros del flamenco. O sea que apropiación cultural, nada. El flamenco es cultura de España, de gitanos, castellanos o lo que quieras. El flamenco es una cultura de nuestro país y no es de nadie, no tiene dueño.
P.- Has hablado también en algunas entrevistas, y antes hablabas de la oscuridad, de cierta depresión que te causó la maternidad, sobre todo de tu segundo hijo. Tienes dos hijos.
R.- Una niña y un niño.
P.- No sé si quieres hablar de eso. Sí, somos muy duras con nosotras mismas cuando somos madres.
R.- Mucho, la verdad. Me emociono porque es muy complicado, siendo tan joven y queriendo llevar tu carrera p’alante, dos niños… Al final es lo que una se busca, ¿no?, pero es complicado. Y bueno, he salido de eso.
P.- Tuvo problemas de salud también el chiquitillo.
R.- No graves, gracias a Dios, pero sí que ha estado muchas veces en el hospital, con bronquitis, con bronquiolitis, ingresado, con oxígeno y demás. En un momento en el que no necesitaba eso. Entre que lo estaba pasando mal y mi niño en el hospital, fue un momento muy oscuro. Ya me he deshecho de él, pero también hay momentos en los que lo recuerdas y te viene todo ese peso.
P.- ¿Cómo sales de ahí? ¿Qué es lo que más te ayudó?
R.- La música, el cante, irme a grabar mi disco. La música es mi vida, no podría vivir sin ella.
P.- ¿Cuál fue tu primer recuerdo flamenco? ¿Lo tienes registrado o es como eso que cuenta David Foster Wallace, que se encuentran dos peces con un pez más viejo que les dice: «Qué tal está el agua hoy», y los peces siguen, se miran y se preguntan: «Qué es el agua»?
R.- Pues sí, más o menos. Yo recuerdo el flamenco desde que tengo uso de razón. Por citarte alguno, es mi padre en mi casa sentado en el sofá y tocando su guitarra, sacando sus canciones. Es que en mi vida ha sido natural el flamenco, una cosa que ha estado en casa siempre.

P.- Antes decías que el apellido a veces ayuda y otras veces no. ¿En qué te ayuda y en qué te pesa?
R.- En qué me ayuda, creo que te abre puertas, sobre todo en el flamenco, porque venir de una casa de donde vengo…
P.- Aristocracia flamenca…
R.- Estoy súper orgullosa, pero yo creo que también tienes que después demostrarlo y trabajar muchísimo para lo que tu abuelo y tu padre ya han dejado bien claro y bien alto. Al final el peso es la responsabilidad y lo que tú te exiges. La disciplina que hay en el flamenco es increíble, pero yo me he exigido más y me he puesto más barreras por venir de donde vengo.
P.- El flamenco puede intimidar a alguien de fuera, que puede pensar: «Yo nunca voy a poder entender de flamenco, nunca me voy a poder acercar a esta música», y quizá esa es la pescadilla que se muerde la cola y una de las razones por las que es minoritario. ¿Se tiene que mamar el flamenco para entenderlo?
R.- Bueno, no. Pienso que si tienes mamado el flamenco desde pequeño simplemente lo vives de otra manera, de una manera muy natural y muy tuya. El flamenco hoy día se puede estudiar. Está hasta la Universidad de Flamenco. No tienes por qué venir de una casa flamenca para entender el flamenco. Es verdad que tiene que gustarte mucho para entenderlo, porque es complicado llegar a comprender esa pureza, esa raíz y ese tacto con el que hay que tratarlo, pero hasta el que no lo entiende lo enamora. Es lo grande de esta música.
P.- Tú no estudiaste música, ¿verdad?
R.- Título como tal, no tengo.
P.- ¿Y cómo la formación musical?
R.- Me parece increíble. De hecho yo tengo claro que si mi padre hubiera estado, seguro me hubiese apuntado al conservatorio. Él lo tuvo claro. Para música, no para aprender a cantar ni nada, sino para que supiera música. A mí me gusta tocar el piano, y lo poco que toco, que toco para mí, lo toco de oído. Yo no sé leer una partitura, me encantaría, y no lo descarto en un futuro, porque es súper importante. De ahí han salido grandísimos artistas, por citar alguno, un pianista con el que yo he trabajado muchísimo, Pedro Ricardo Miño, pianista flamenco, el mejor que hay, sin menospreciar a nadie. Ricardo es una persona formadísima en cuanto a música. Ricardo te crea una canción, te la solfea, y yo flipo. Yo que en ese mundo todo lo que tengo es de oído, me encanta y me parece una labor increíble.
P.- Estuviste en Japón tres meses. Allí el flamenco es una sensación… Cuéntame.
R.- Allí el flamenco se vive increíble. Hay muchos entendidos, ¿eh?, sorprendentemente entendidos. Es increíble que tan lejos se valore el flamenco de esa manera. Allí gusta muchísimo. De hecho, tienen sus propios artistas, sobre todo de baile, pero también de cante y toque. Hice un recital a medias con Yuka Imaeda, que es una cantaora de allí y además es una estrella. Y de verdad que es increíble, te lo prometo. Tú cerrabas los ojos y salvo algunas cositas de acento, decías ¿esto qué es? Si estoy en Jerez.
P.- ¿Cuáles son tus referentes, fuera o dentro del flamenco?
R.- Tengo muchísimos. Voy a empezar por el flamenco, uno de los espejos donde me miro es La Paquera, porque, por favor, hay que morir, fuerza, garra, valentía. Y sin darse cuenta, ellas mismas defendían los derechos de las mujeres. Simplemente con estar ahí, en el panorama, con tantos hombres en esa época y con la caña que se les daba a las mujeres. Lo tenían mucho más complicado. También la grandísima Niña de los Peines es un espejo donde me miro y de sabiduría absoluta. Por supuesto tengo referentes hombres también: Juan Valderrama, Manuel Vallejo y por supuesto mi casa. De ahora en cuanto a flamenco en mujer, Estrella Morente es mi referente número uno, como artista, como cantaora, como cantante, porque también lo es, como mujer, como todo. La admiro muchísimo y la quiero muchísimo. De hombre, que también me dio un sitio enorme y lo adoro y lo quiero, me quedo con Miguel Poveda. Me parece un artista que hace una labor por nuestra música enorme. Y para no alargarme mucho más, fuera del flamenco, pues tengo Beyoncé, Aretha Franklin, Whitney Houston…
P.- Has hablado de lo difícil que es para la mujer en este mundo. ¿Sigue habiendo machismo dentro del flamenco?
R.- Yo personalmente dentro del flamenco no me he visto presionada por el machismo. Me he visto más presionada por el purismo que por el machismo. No he sentido eso. Pero sí sé que ha estado y sé que todavía puede llegar a existir en cualquier ámbito de la vida. Pero soy sincera: no he sufrido ningún acto de machismo dentro del flamenco.
P.- También has dicho en alguna entrevista «no quiero ser solamente cantaora», que enlaza con algo que decías antes también. ¿Qué quieres ser, María? ¿Cómo te ves en un futuro?
R.- Yo no quiero limitarme a ser cantaora porque me gusta cantar otras cosas. Yo quiero que me conozcan como artista en general y cantante y cantaora. Soy dueña de mis actos y de lo que quiero hacer y soy completamente libre. Y eso es por lo que quiero que me admiren, por hacer lo que siento, y no por venir de y formar parte del flamenco, quedarme limitada ahí.
[¿Eres anunciante y quieres patrocinar este programa? Escríbenos a [email protected]]