The Objective
Bambalina

Silvestre Dangond, 'el rey del vallenato': «Nunca quisiera salir a cantar por obligación»

El cantante y compositor colombiano repasa en ‘Bambalina’ su trayectoria y sus últimos trabajos

Apenas lleva unos pocos años dándose a conocer en España, pero Silvestre Dangond (Urumita, Colombia, 1980) es una celebridad en su país y gran parte de Latinoamérica desde hace casi un cuarto de siglo. Él es un nuevo «rey del vallenato», ese género que antes se universalizó por la literatura –gracias a García Márquez– que por la música –gracias a Carlos Vives– y en el que han incursionado no solo los colombianos –Shakira incluida– sino nuevos cantantes como el puertorriqueño Nicky Jam (con el que grabó Cásate conmigo), el mexicano Carín León (con el que hace Cosas sencillas) o la argentina Emilia (que participa en Vestido rojo). ¿Qué es el vallenato, cómo ha evolucionado y, sobre todo, qué es una parranda «de las de antes»? Aquí lo cuenta.

PREGUNTA.- Tantos años de carrera, porque tú llevas más de 20 años.

RESPUESTA.- Llevo 24 años.

P.- Casi un cuarto de siglo. ¿Cómo fue la otra vez en España? ¿Hace mucho tiempo de esto? ¿Cómo sentiste al público español?

R.- Lo que pasa es que en realidad mi público es siempre demasiado latinoamericano. Al público español estoy entrando. Cuando lancé Cásate conmigo fue cuando comencé a conectar con muchos españoles. La canción fue aquí un éxito. Y ahí como que comencé a despertar ya el interés de los españoles. Esta vez, con Vestido rojo, creo que he conectado un poco más.

P.- Es obvio el hermanamiento entre el vallenato y otras músicas latinoamericanas, como la cumbia…

R.- Están volviendo mucho a todos los sonidos autóctonos. Y la gente se está interesando en saber el porqué. Porque no se llegó aquí por obra y gracia, es un trabajo de generación en generación, y el origen siempre es bonito descubrirlo.

P.- Cuéntanos esa trayectoria del vallenato, porque tú eres también de familia de músicos que se dedicaban a eso.

R.- El vallenato es la expresión popular del pueblo colombiano, y popular es gente, popular es masa. El vallenato lo que ha tenido siempre es esa línea de sentimiento, de parranda… Nos lleva todos a todos los estados emocionales, el vallenato.

«A Carlos Vives se le debe que el vallenato haya estado en el radar en todas partes del mundo»

P.- Yo creo que en España, antes incluso que escucharlo de cantantes que se hicieron globales, no sé, pienso en Carlos Vives o en otros cantantes colombianos que sin hacer música folclórica, sí tienen alguna canción, incluso Shakira o Juanes…

R.- A Carlos Vives se le debe que el vallenato haya estado en el radar en todas partes del mundo.

P.- Lo que te quería decir es que, incluso antes que escuchar a los músicos, llegó el vallenato a través de la literatura, de todo lo que contaba, por ejemplo, García Márquez. Él dijo que Cien años de soledad era un vallenato de 450 páginas.

R.- Él decía eso, sí. Bueno, yo disfruto mucho eso, porque soy fanático del color, de la poesía, y he seguido en mi carrera muchos compositores como Gustavo Gutiérrez. Yo personifiqué a otro, Leandro Díaz.

P.- Claro, en una serie.

R.- Que también es un genio. Poeta, poeta, poeta. Increíble.

P.- ¿Cómo fue esa experiencia de ser actor e interpretar a ese símbolo del vallenato?

R.- Yo me lo gocé mucho. Me habían propuesto actuar muchas veces, pero yo como que no le había prestado atención, porque no tenía como feeling con lo que me proponían. Pero cuando me dijeron del proyecto de Leandro, no lo dudé nunca, porque personificar a Leandro sabía que iba a ser mágico. Por todo lo que él representa, por su vida. Solamente cuando tú te lees el libro, sabes que es un genio de genios. Es una creación de la naturaleza en todo su esplendor.

Silvestre Dangond . | Carmen Suárez

P.- El hecho de que sea ciego también da como un aura…

R.- Lo más impresionante es cómo se te alteran tus otros sentidos.

P.- Se agudizan cuando falta uno, ¿no?

R.- Se potencian los otros sentidos de una manera impresionante. Ahí es donde creo que activamos el «tercer ojo».

P.- ¿Qué es eso?

R.- El tercer ojo. El de la glándula pineal. ¿No sabes? ¿No has escuchado del tema?

P.- No mucho. ¿Es un sexto sentido?

R.- Es un tema muy largo el de glándula pineal. Cuando se activa el tercer ojo es cuando comienzas a descifrar, a comprender toda la parte energética. Te conectas con otras frecuencias, ves, estás más enchufado con el cerebro…

P.- ¿Tú crees en esas cosas?

R.- Mucho, mucho, muchísimo. Soy muy celoso con ese tema. Pero muy celoso. Creo cien por ciento en lo católico, claro que sí.

«Claro que creo en Dios, cien por cien. Creo en la historia de la Biblia. La Biblia la considero como un manual»

P.- ¿Crees en Dios?

R.- Claro que creo en Dios, cien por cien. Creo en la historia de la Biblia. La Biblia la considero como un manual. Para el que no sabe vivir, vive y encuentra lo que se ha venido repitiendo de generación en generación, de siglo en siglo. Porque al final lo que ha cambiado es la materia, pero las acciones son las mismas de siglo en siglo. No hay nada que haga el ser humano que sorprenda, porque siempre hemos actuado de la misma manera. Al contrario, ahoritica creo que la tecnología nos ha expuesto más y nos ha empujado a dejar de vivir en nuestro propio camino de edad, tiempo, años. En fin. Nos hemos adelantado a los tiempos y estamos envejeciendo primero en la cabeza, aunque físicamente nos vemos más jóvenes.

P.- Te han inscrito en lo que llaman «vallenato de nueva ola». ¿Eso qué significa? ¿Te reconoces en esa definición?

R.- Yo siempre creo en el vallenato de un relevo generacional. Eso lo cantó Alejo Durán hace muchísimos años. El cantó y le cantó a una nueva ola de nuevos músicos, eso es lo que él quería expresar en su canto. Lo que pasa es que «nueva ola» la denominaron un ritmo y yo siento que no soy ritmo. Yo soy música, más que catalogarme en un ritmo. ¿Por qué? Porque siempre viví en plena exploración. Ni me encasillé ni me conformé. Evolucioné. Así como compuse La Colegiala cuando tenía 24 años, que era entre comillas un niño, hoy en día compongo una canción como El malcria’o, donde hago un relato, un resumen de lo que fue mi vida.

P.- Aquí en España pasa cuando algún músico agarra una música folclórica y la fusiona, por ejemplo, el flamenco, hay un reducto resistente y muy crítico a que esas formas que consideran puras se mezclen. ¿Eso pasa también en Colombia?

R.- Pero muchísimo. Yo soy prueba de eso. Pero es que tiene que haber de todo.

P.- ¿Te critican por eso, por mezclar, por fusionar?

R.- Sí, y yo pienso que la crítica ha sido fundamental para seguir creciendo. Creo que si la crítica llega es porque algo tengo que estar haciendo bien. Al final, el que critica cuando tú te sales de ese vallenato, el criollo, el auténtico, siente, entre comillas, un poco de egoísmo: no te quiere para más nadie, te quiere para él solo. Al final es muy difícil culturalmente entrar a otras culturas sin alguna combinación. Mire que por ejemplo yo ahoritica grabé con Karim León una canción, Cosas sencillas, y en pleno vallenato le metí sus instrumentos mexicanos, y ritmos mexicanos. Cómo fue, que también la gente se siente identificada.

P.- Se hermana.

R.- Claro, y hay orgullo. Pero no todo el mundo está preparado para eso.

P.- Es muy fácil hermanar el vallenato con esos ritmos, con la música norteña, claramente con la cumbia. Aquí, en España, ¿cuál sería el equivalente? ¿Qué músicas folklóricas españolas te gustan, o te gustarían colar de alguna manera en tus canciones?

R.- Ya lo he hecho, ya lo he hecho. Grabé una canción en La novena batalla, donde hice un fragmento de flamenco. Y también en el álbum de Leandro también hice cosas como españolas. En el último álbum, ‘Ta malo, hay un final, paparorá, tatarorá, en una canción que grabó un guitarrista flamenco aquí en Madrid. Y bueno, aquí en Madrid siempre he estado combinando cositas. No de frente, pero sí me seduce todo el talento, toda esa magia del flamenco.

Silvestre Dangond. | Carmen Suárez

P.- Es muy difícil para nosotros, en España, comprender, no ya toda la realidad de Latinoamérica, que cada país es un mundo, sino dentro de cada país las diferencias que hay. Tú eres de una región…

R.- De La Guajira.

P.- Que hace frontera con Venezuela. No es una región a la que vaya alguien de turismo en Colombia. Cuéntanos de tu tierra. ¿Cómo es y qué diferencias hay con Bogotá, con Medellín, con Barranquilla…?

R.- No, mi pueblo, Urumita, es un pueblo muy chiquitico, pero muy chiquito, muy chiquito, muy chiquito, en el sur de La Guajira. Le decían «el jardín del sur». Pero ha evolucionado mucho. ¿Por qué? Porque todos los papás campesinos que se esforzaron por darle esa educación a sus hijos, y sus hijos cogieron la educación pero se fueron del pueblo. Se volvieron médicos, ingenieros, arquitectos. Yo, cantante, también salí del pueblo, pero ahora estoy regresando. Yo tengo 13 años viviendo en Miami, pero ahoritica voy a regresar, ya llego a mi casa. Al final lo que amo es la energía de allá, la mirada de esa gente, para la que voy a seguir siendo Silvestre. Así sea que que hoy en día tenga reconocimiento y sea cantante, hay gente que me mira y me siguen viendo como como el chico soñador.

P.- Como el vecino.

R.- Claro, claro.

P.- Me imagino que eres la celebridad del lugar, para ellos.

R.- Sí, pero yo no lo veo así. No, yo soy un simple urumitero. Porque lo sabroso es eso, que no haya esa esa línea invisible que nos separa por el hecho de ser artista. Sabroso es sentirse uno más en el pueblo, como cuando caminaba las calles de Urumita y saludaba a la gente en la puerta de la casa.

P.- ¿Y cómo fue meterte música? ¿Cuál fue el momento fundamental?

R.- ¿Es que sabes qué? Siento que yo no me metí: yo nací así. O sea, para mí todo era normal, desde niño cantando, viendo a los grandes cantar. Como mi papá también cantaba, parrandeaba mucho en casa. Aparte, a mi pueblo llegaban todos los artistas. Mi pueblo era reconocido también por eso, porque se hacían muy buenas parrandas con los grandes cantautores de la música vallenata, igual acordeoneros. Entonces yo siento que nací así. No es que lo haya estudiado o me hayan metido, al contrario: mi papá hasta me pegaba para que yo cantara, porque a mí me daba mucha pena. Porque solo, hacía de todo, pero cuando estaba en las parrandas, me intimidaba mucho.

P.- Cuenta qué es una parranda. Porque es una palabra para nosotros muy familiar y no creo que sepamos lo que es.

R.- Bueno, una parranda vallenata de las de antes, porque eso ha cambiado mucho, pero cuando se quiere hacer se hace. Nos reunimos no tanta cantidad de amigos. No se puede pasar de cierta cantidad, porque ya deja de ser parranda y se convierte en caseta, que viene siendo como un concierto. Pon tú unas 15, 20 personas, máximo, y entre más chiquita es mejor. Y si tan solo están los músicos y tres o cuatro amigos más, es mejor todavía. Uno canta y hace un pre cada vez que va a cantar una canción, explica la canción. «Esta canción la escribió el maestro Rafael Escalona, la escribió en el año tal, se la escribió tal, tal, tal, tal». Y uno canta la canción. La gente callada. Calla, escucha. Si es de aprobación, aplauden. Pero hay mucha comida, sancocho, y mucho trago.

«Soy muy honesto conmigo mismo para poder conectar con los demás. Salir a cantar por obligación, no quisiera nunca eso»

P.- Una vez vi a Gabriel García Márquez que decía «antes en las parrandas no se bailaba». Eso evolucionó: el vallenato ahora se baila. ¿Cuál fue ese punto de inflexión?

R.- En mi sentir, cada vez que parrandeo no bailo. Yo de pronto bailo cantando, pero la gente que me acompaña no baila. Porque es tanta la explicación, que la gente se dedica a prestar atención.

P.- También tengo entendido que hace unos años, después de la serie de Leandro Díaz tuviste que parar, y has vuelto ahora. Yo me pregunto por qué un artista decide parar así y por qué vuelves.

R.- Agobio, cansancio. Soy muy honesto conmigo mismo para poder conectar con los demás. Salir a cantar por obligación, no quisiera nunca eso. Quisiera salir a cantar siempre por gusto, no porque me toque o cuando me toque. Y la verdad me encontraba como cansado, quería cerrar ciclos. Quería tomarme un tiempo para organizar la casa, salir de cosas también a nivel espiritual… Mucha renovación, la verdad. Además, el personaje sufría mucho en los últimos meses, fue como lo más trágico del personaje. Y bueno, yo no soy actor profesional –no es mi arte principal–, pero me tomé muy muy muy a pecho el personaje.

P.- Te afectó.

R.- Me afectó un poco, pero me sirvió. Porque Leandro fue un personaje tan lindo que ponerme en sus zapatos hizo clic en mí, en mi cerebro, en mi corazón.

P.- ¿Cómo es vivir en en Miami para un artista latinoamericano? ¿Sientes que la han cambiado en los últimos meses, con estas políticas que se han endurecido hacia los los migrantes?

R.- Lo que amo de Miami es el espacio que me da para poder vivir sin prejuicios, como un común. Salir a la calle sin pensar si estoy bien peinado, si me bañé, si no me bañé, si ando en sudadera, si no… Yo soy callejero, me gusta mucho la calle, me gusta mucho la naturaleza, tener ese espacio de libertad, entre comillas. No quiere decir que en Colombia no lo tenga, aquí en Madrid también lo tengo, lo tengo en cualquier parte. Pero vivo allá también por cuestiones de seguridad. Hace 13 años que pasó algo, me tuve que ir.

P.- ¿Qué pasó? ¿Puedes contarlo?

R.- Me llamaban para extorsionarme. Pero nada, yo aprendí a vivir, y creo que también por el tema familiar sirvió mucho.

P.- Porque tienes hijos.

R.- Tengo tres hijos y eso me compenetra mucho más con la familia.

«En cualquier cosa que hagas, si no alimentas el espíritu, siempre vas a sentirte vacío»

P.- Dices que vas a volver. ¿A vivir o simplemente a tener un pie en tu tierra?

R.- Sí, sí, sí, sí. A ir, disfrutar y volver a escapar.

P.- ¿Eres de los artistas que tienen sueños, que tienen metas que cumplir?

R.- Yo soy un constante sueño. Yo me debo a ese instinto, a esa inocencia de lograr las cosas sin saber cómo lo hago. A pesar de que tengo un equipo hoy en día muy profesional a mi lado, soy de los que poco pregunto, porque estoy convencido de que a nivel del universo, con la luna, con el sol, con el aire, con la tierra, con la naturaleza, se pueden lograr muchas cosas. Al final también tú declaras y somos un complemento. Nadie puede solo. Pero cuando la gente te entiende, tu equipo te entiende, y así como te entiende tu equipo, tu público también te va a entender. Sabe qué es lo que quieres, qué es lo que buscas.

P.- Entonces, ¿cómo te ves en el futuro?

R.- Mi retiro comenzó a partir de ahora. Tengo diez años más de trabajo, de seguir sacando de mí y de seguir sanando. De seguir cerrando cosas y abriendo, experimentando, viendo reír, viendo llorar, en fin. Pero sí sé que debo de parar. Porque la historia, mi intuición, me lleva a sentirlo así. Creo que superar la historia de los demás es imposible. Entonces, estoy escribiendo mi propio libro.

P.- ¿Cuál es la lección más valiosa que has aprendido en tantos años de carrera? Aunque en España no se te conozca tanto, eres un enorme artista en tu país y llevas muchos años y empezaste siendo un niño, como tú decías.

R.- Y que no voy a dejar de aprender: yo pienso que llegar al punto de la madurez y lograr entender que hay una aceptación que te sana y que te cura. Aceptarte. Aceptarte a ti, aceptar a los demás, independientemente de la música. En cualquier cosa que hagas, si no alimentas el espíritu, siempre vas a sentirte vacío. Siempre, siempre, siempre.

P.- El dinero no llena.

R.- No es un tema material, no es un tema de clase social, no es un tema cultural tampoco. Hay que alimentar el espíritu, porque si no siempre te vas a confrontar. Siempre vas a decir «no sé si ha valido la pena». Aparte, cuando estamos pasivos no nos valoramos y nos cuestionamos por todo. Es importante la aceptación para comenzar a valorar todos tus logros. Porque cuesta, tiempo, sacrificio físico. Te estás llevando por delante y no te das cuenta. Y cuando llega el momento de soltar, de dejar ir y comienzas a aceptar… Yo cumplí hace una semana 45 años y para mí ha sido uno de los mejores cumpleaños. ¿Por qué? Porque me levanté sin expectativas y me levanté como si nada. Agradecido cien por ciento. Wow, gracias, un año más. Lo disfruté tanto. No esperes nunca, nada, nada, nada. Lo que fuera a pasar, que pasara. Yo antes era de los que apagaba el teléfono: «No, que no me gusta que me feliciten», todo un ralle raro ahí. Cuando algo te perturba, que tú no sabes cómo expresar, siempre buscas un pretexto, siempre buscas salidas o escapes que te siguen afectando, te siguen llevando a golpearte contra la pared.

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