'Licha' Silva Echevarría, el guitarrista que dialoga con los géneros
THE OBJECTIVE conversa con el músico argentino, director de La Banda del Ateneo de Madrid

«Licha» Silva Echevarría junto a La Banda del Ateneo en Madrid. | TO
Lisandro Licha Silva Echevarría ha construido un recorrido musical asentado entre Buenos Aires, Madrid y Barcelona. Su guitarra tan intuitiva como libre, se abre al diálogo entre disciplinas, conversando con distintos ritmos, géneros, palabras y poesía. THE OBJECTIVE conversa con el guitarrista. Sus últimos proyectos abarcan la dirección de La Banda del Ateneo de Madrid y colaboraciones con músicos y sonidos tan diversos como el folclore rioplatense, el bolero, el tango y los valses.
PREGUNTA.- ¿Desde cuándo vives en Madrid y cómo fue tu recorrido antes de llegar aquí?
RESPUESTA.- Llegué a Madrid en 2018. Antes viví en Barcelona entre 2007 y 2012, y la verdad es que me gusta mucho vivir aquí. Me formé de manera autodidacta; estudiaba artes y cine, pero me encontré con el oficio de tocar. Soy de la generación previa a internet. En mi casa había una guitarra y siempre muchos discos. Un día, un amigo de mi padre —concertista— le envió una guitarra al músico Cacho Tirado, y mientras estuvieron las dos guitarras en casa, me puse a tocar con él. Luego me mandaron a tomar clases con Agustín Pereyra Lucena, un gran guitarrista que tocaba música brasileña; tendría 12 o 13 años. También hice varios cursos en el conservatorio, pero mi oficio es sobre todo intuitivo.
P.- ¿Cómo fueron tus primeros proyectos musicales y qué influencias marcaron tu camino?
R.- De muy joven tuve una banda de música rioplatense, se llamaba Cruz Maldonado, y fue con quienes grabé mi primer disco. Es un género que hace referencia a la región del Río de la Plata, sobre todo a Buenos Aires y Uruguay. Mezcla un poco de tango, milonga, candombe y murga. Hay artistas como Juan Falú que fueron muy influyentes para mí, muy cercanos a mi acervo. Tiene una forma de tocar impresionante, nunca interpreta un tema igual dos veces. Falú es un guitarrista maravilloso; recuerdo mucho cuando grabó con Liliana Herrero el disco Leguizamón-Castilla. El disco Lentamente con Silvia Pérez Cruz también me gusta mucho; la sigo desde que cantaba en Las Migas, tiene una voz bellísima.
«En el tiempo que viví en Barcelona terminé tocando con muchos grupos, con artistas como Raimundo Amador»
P.- ¿Qué vínculo tienes con España y por qué terminaste desarrollando tu carrera acá?
R.- Con España tengo una relación muy especial. En el tiempo que viví en Barcelona terminé tocando con muchos grupos, con artistas como Raimundo Amador. Creo que en esa etapa me hice profesional. A Madrid vine unos años antes de la pandemia, pero regresé a Argentina porque mi madre enfermó y fui a cuidarla. Luego volví a Madrid y justo llegó el confinamiento. Durante esa etapa mi madre falleció, así que fue una experiencia muy dura y bisagra, se podría decir. Fue, al mismo tiempo, un drama familiar y personal, y una especie de película de ciencia ficción por lo que pasaba en el mundo. Creo que viví la pandemia desde un lugar distinto, aunque claro, hay muchas historias de pandemia. Pero también tuve la suerte de contar con buenos amigos que me contuvieron mucho.
P.- ¿Cómo nacen tus colaboraciones con personajes como el escritor Jacobo Bergareche o el científico Mariano Sigman?
R.- Porque somos amigos y nos gusta mucho conversar. Jacobo le hace mucho culto al banquete, a la tertulia, al symposium —que etimológicamente viene de ahí, ese placer de conversación y pensamiento libre—. Es algo que marida muy bien: la poesía, la música y la comida. Muchas veces voy a sus banquetes como juglar, en algún momento también tuvimos un pódcast que se llamaba El diletante, él era el simposiarca, Diego Echévarri el productor y yo el trovador residente. A Mariano lo he acompañado en algunas de sus charlas, es un científico que centra su investigación en aspectos pedagógicos o filosóficos y poderlo acompañar con mi música me resulta muy grato.
«La Banda del Ateneo se forma con músicos de distintos lugares»
P.- Has formado La banda del Ateneo, ¿cómo nace este proyecto?
R.- Al Ateneo llegué a acompañar el recital de unos amigos poetas. Desde que conocí el lugar, su biblioteca y su historia, me pareció maravilloso. La Banda del Ateneo se forma con músicos de distintos lugares. Al ser un club que es una institución, lo lógico era que tuviese su propia banda, porque además de invitar a artistas, científicos o escritores, también se quería dar un lugar especial a la música. Se organiza como una plantilla que va variando: pueden sumarse saxofonistas, guitarristas, laudistas o violinistas; el formato cambia según lo que se requiera. Los jueves también organizo las noches del Gato Negro, un encuentro para los ateneístas, un pequeño sarao donde también se invitan artistas de diversos géneros musicales.
P.- Sigues también presente en la escena musical Argentina…
R.- A Argentina vuelvo mucho. Ahora, en noviembre, haré unos conciertos con Julián Kartun y Zoe Gotusso. La música latinoamericana me sigue aportando mucho, no sólo la contemporánea: me gustan mucho los folklores, la música de cada sitio. También toco con la banda El Kuelgue, haciendo más rock, funk o jazz. Me sigue sorprendiendo cómo a pesar de los problemas políticos o económicos que tiene Argentina, podamos seguir siendo tan musicales. En Buenos Aires, cada vez que voy, hay conciertos de miles de personas casi todos los días. La gente es muy de ir a recitales; sigue siendo parte de la vida cotidiana. Coldplay hizo diez fechas en River Plate. La gente corea hasta los solos de guitarra. De chico tuve la suerte de viajar mucho por mi país de mochilero —por el norte, Córdoba, San Juan, La Rioja, Catamarca, Tucumán y Jujuy— y también he tocado mucha milonga y tango. Me pasó algo curioso: cuando regresé a vivir a Argentina sentí la necesidad de explorar más su música, como si entrara por otra puerta. Tenía casi 30 años cuando empecé a tocar tango. Es un género con muchos acompañamientos rítmicos, formado a partir de muchas raíces.
«En 2018 grabé junto a Julieta Laso el disco ‘Martingala’, que fusiona folclore argentino, tango, cumbia y blues»
P.- El origen del tango está en la misma raíz de la migración argentina…
R.- Cierto, poco después de la migración europea a Argentina, hacia 1870, llegó también la epidemia de fiebre amarilla. En la zona sur de Buenos Aires, donde estaban las grandes mansiones, hubo un éxodo y quedaron abandonadas. Fue en esos espacios donde se formaron los conventillos. En esas casas se juntaban familias polacas, rusas, italianas o españolas con su acervo musical —entre la ópera italiana, el folclore polaco o la música popular francesa—, nace el tango y sus primeras orquestas. Se consagra con Gardel, gracias al éxito que tuvo en el extranjero. En 2018 grabé junto a Julieta Laso el disco Martingala, que fusiona folclore argentino, tango, cumbia y blues. El término martingala se refiere a una estrategia de juego de azar en la que duplicas la apuesta cada vez que pierdes. Es una palabra fuerte y a la vez muy linda. Con Laso quería hacer un tango nuevo, que no fuera el del «farolito», porque los tangos más conocidos son muy antiguos y hace mucho que se dejaron de componer. En el disco también hay rumba y música brasileña.
P.- ¿En qué proyectos estás trabajando actualmente y cómo ves la relación del público con la música de hoy?
R.- En este momento también trabajo con Marcos French, un cantante y compositor tremendo, muy performático. El año pasado presentó su disco Confesiones de una prima dona, bajo la dirección musical de Álex Conde. Hace sobre todo boleros y rancheras, pero con un toque muy especial; es de esos artistas que se transforman cuando suben al escenario. El 23 de noviembre estaremos en la Sala Villanos. Como me gusta leer y escribir, también disfruto mucho los proyectos musicales con poetas o escritores. En cuanto a la relación del público con la música contemporánea, trato de entender qué me pasa con esto de las «novedades». A veces siento que te hacen creer que, si no escuchaste lo último, estás fuera. Creo que hay que estar conectado, sí, pero si no escuchaste el último disco de «tal artista», tampoco pasa nada. La música es algo de lo que no te puedes escapar: puedes dejar de leer o de ir al cine, pero no de escuchar. Por eso es importante decidir qué escuchar. Hay una forma pasiva de escuchar música y una activa. Habría que reflexionar más seguido sobre cómo nos estamos aproximando a la música, porque a veces tengo la impresión de que se habla más de tendencias o modas que de música en sí.
