The Objective
Hastío y estío

Mariló Montero, mucho arroz para tan poco pollo

«TVE parece el boletín oficial del PSOE, donde las voces disidentes son relegadas a la marginalidad»

Mariló Montero, mucho arroz para tan poco pollo

Mariló Montero durante su visita a 'La revuelta'.

El reciente paso de Mariló Montero por La revuelta, el programa de David Broncano en TVE, ha sido un soplo de aire fresco, o mejor dicho, un vendaval de verdades. Como si de un duelo en el ruedo se tratara, Mariló entró en el plató dispuesta a defender sus convicciones, y lo hizo con la elegancia de quien sabe que la razón no necesita gritos para imponerse. Desde su punto de vista, que comparto plenamente, la disputa no fue más que la exposición de una realidad que muchos prefieren ignorar: la televisión pública está secuestrada por una agenda sanchista que asfixia al pluralismo. Y Broncano, con su nuevo look rubio platino que le da un aire a un pollito recién salido del cascarón, no supo rebatir con argumentos serios, optando por el humor evasivo que tanto le caracteriza.

Mariló Montero fue invitada para promocionar su participación en Masterchef Celebrity. No se sentó ni un segundo en el sofá. Permaneció de pie, erguida como una estatua de mármol, mientras Broncano intentaba desviar la conversación hacia terrenos más cómodos para sus intereses. Pero ella, con esa mirada que te perfora los ojos como si quisiera meterse en ellos y llegar hasta tus pensamientos, fue directa al grano. Criticó abiertamente la parrilla de TVE: «La ideología de todos los presentadores y presentadoras es de izquierdas, desde la mañana a la noche». ¡Cuánta razón tiene! En una cadena financiada con el dinero de todos los españoles, uno esperaría un equilibrio, no un monólogo perpetuo del sanchismo oficial. Pero no, TVE parece el boletín oficial del PSOE, donde las voces disidentes son relegadas a la marginalidad o, peor aún, ridiculizadas en programas como este.

Broncano es ese cómico que se presenta como el rebelde antisistema, pero que aterrizó en TVE gracias a una llamada de José Pablo López, el director de contenidos que parece más un comisario político que un gestor televisivo. Mariló le preguntó sin rodeos: «¿Quién te llama para contratarte aquí, para venirte de Movistar aquí?». Broncano balbuceó algo sobre ofertas previas, pero evitó el elefante en la habitación: el favoritismo de Pedro Sánchez, que ve en La revuelta una herramienta para contrarrestar a Pablo Motos en Antena 3. Es deliciosamente irónico pensar en ello: el Gobierno, que tanto predica sobre la independencia de los medios, coloca a un humorista en prime time para erosionar a la competencia. ¿Pluralismo? Más bien clientelismo.

Pero el clímax del enfrentamiento llegó con el tema de los toros, esa tradición que divide a España entre los que ven cultura y los que solo ven sangre. Mariló, taurina convencida, defendió la tauromaquia como patrimonio cultural, argumentando que es un arte que une emoción, tradición y respeto al animal. Broncano, con su sensibilidad urbanita, contraatacó cuestionando el sufrimiento animal: «¿No te da pena que el toro sufra?». ¡Qué argumento tan original! Como si los que critican los toros no devoraran hamburguesas de vacas criadas en granjas industriales, donde el sufrimiento es crónico y anónimo. Es fácil ser animalista desde un sofá en Madrid, mientras se ignora que la tauromaquia cría toros en libertad durante años, dándoles una vida digna antes de su final. Mariló coincidió en que el sufrimiento no es deseable, pero enfatizó el valor cultural: «Los toros son parte de nuestra identidad».

Hay que destacar la educación de Mariló ante un público que parecía más el de un circo romano que el de un teatro en el siglo XXI. Cuando defendió sus posturas, el auditorio estalló en abucheos y silbidos, como si estuvieran en el Coliseo pidiendo sangre. Pero Mariló no flaqueó. Se mantuvo fría y educada, sin saltar ni levantar la voz. No cayó en la trampa de la provocación, respondiendo con argumentos. Su compostura fue admirable.

Mariló Montero es una mujer formada, con carácter, de fuertes convicciones y segura de sí misma. Periodista experimentada, ha navegado por las aguas turbulentas de los medios sin perder el norte. Su presencia impone respeto. Mariló Montero fue mucho arroz para tan poco pollo. Ella llevó sustancia y profundidad; él, chistes mejorables, pelo de color pollito y evasivas. 

En resumen, este encontronazo donde lo cortés no quitó lo valiente, fue un triunfo incontestable de Mariló. Defendió la pluralidad, la cultura y la verdad frente a una televisión pública tan sesgada que se opone a reconocerlo. Coincido con cada palabra suya: TVE necesita equilibrio, los toros son arte, y el favoritismo político es inaceptable. Mariló, con su carácter inquebrantable, nos recuerda que la razón no grita, convence. Broncano, con su pelo y su pico, quizá aprenda que no todo se resuelve con sus bromitas pueriles.

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