Finlandia teme a Putin, pero tiene un arma secreta enterrada bajo sus ciudades
En 2022, Finlandia contaba con 50.500 refugios habilitados para acoger a 4.8 millones de personas
Miedo a Putin. Finlandia vive desde hace casi un siglo con un pellizco en el estómago, y el mal rato permanente se lo debe a su vecino ruso. Por eso, desde hace décadas mantienen en perfecto estado de funcionamiento un arma secreta. Tanto que sus visitantes pueden estar pisándola y no verla.
Los finlandeses no quieren volver a vivir lo del 39. Aprovechando los avances de la Segunda Guerra Mundial, los rusos desataron la llamada Guerra de Invierno. Asolaron a su vecino, y tras casi tres meses de conflicto armado, los fineses sufrieron como nunca antes, y tuvieron que asumir consecuencias de las que tardaron en recuperarse lustros.
Con la firma del armisticio en 1940, Rusia se quedó con casi el 12% de su territorio. Con ello desapareció el 11% de sus tierras cultivables, perdieron una quinta parte de su capacidad industrial, 450.000 finlandeses fueron evacuados de las áreas cedidas, y se dejaron la vida unos 25.000 ciudadanos. No solo eso, sino que Rusia les reclamó daños, y Helsinki tuvo que endeudarse durante años en tal medida que tuvo que industrializar el país para cubrir los costes.
Una de las consecuencias que ha tenido en el espíritu finés es que el servicio militar nunca ha dejado de ser obligatorio. Otra es que gastan en defensa el 2,4% de su PIB, el doble que España. Pero esto no alivia los temores, porque cada movimiento de Rusia inquieta al país con el que comparte 1.340 kilómetros de frontera. La invasión de Crimea puso muy nerviosos a los gobernantes finlandeses, y el conflicto con Ucrania los impulsó directamente a solicitar su ingreso en la OTAN; algo a lo que se habían negado durante años para ser un país neutral.
Miembros de pleno derecho desde 2023, su primera jugada fue dar libre acceso y almacenar armamento al ejército de los Estados Unidos en una quincena de bases militares. La más reciente ha sido la de ofrecer la colocación de un centro de operaciones permanente en suelo patrio. La idea acaba de ser aprobada y deja a las fuerzas de la Organización del Tratado Sobre del Atlántico Norte a dos horas escasas en coche de la frontera con este incómodo vecino.
Pero el finlandés es un pueblo muy especial. Hoy día, la aparición de sistemas GPS, dispositivos digitales de localización y aparatos portátiles de este tipo han desplazado a uno de los deportes más populares en aquellas latitudes: la orientación. Durante la llamada Guerra de Invierno, un único soldado a pie, armado con un fusil, un mapa y una brújula, volvía locas a las tropas invasoras. Los rusos solían arreglar el problema como lo suelen hacer los rusos: alfombraban de bombas de mortero, cañones y desde el aire la zona donde creían que estaba el solitario enemigo agazapado.
La consecuencia última es algo que llevan casi a gala, es una respuesta casi única en el mundo: una vasta red subterránea de refugios en la que entraría casi toda su población en caso de ataque. Hay muchos y en diversas ciudades, pero los ejemplos más llamativos están en Helsinki, su capital.
Su población ronda 675.000 habitantes, y los 5.500 refugios que hay bajo su asfalto están preparados para dar cobijo a unas 900.000 personas en caso de conflicto. Esta red está formada por instalaciones militares y otras de corte civil; algunos residen en la red del metropolitano, y otras están directamente excavadas sobre roca madre.
De manera habitual y en ausencia de un conflicto, los refugios de defensa civil se utilizan como almacenes, instalaciones recreativas y sociales. Algunos albergan actividades bastante sorprendentes bajo un techo de piedra, como piscinas, pistas de Karting, o campos de hockey sobre hielo —el deporte nacional—. En caso de ser necesarios, todos deben estar operativos y desalojados de cualquier actividad ajena y que entorpezca su funcionamiento, en 72 horas.
Décadas horadando la roca
Construidos desde los años 80, al contrario de lo que se pueda pensar, no son lugares fríos e inhóspitos, sino más bien bastante acogedores. Tienen regulada su temperatura, están muy bien mantenidos, y son limpios y luminosos. Algunos cuentan con cafeterías, parques infantiles, y hasta campos de futbol. Para su diseño se tuvo en cuenta el ataque de todo tipo de armamento. Ofrecen protección contra fuertes explosiones, gases, radiación y productos químicos tóxicos.
En caso de necesidad, las autoridades utilizarán mensajes SMS remitidos a los teléfonos de la zona circundante, medios de comunicación públicos, radios y televisiones para advertir a la población. Todo ciudadano tendrá un refugio cerca; los de defensa civil están marcados con el emblema internacional de protección civil, que es un triángulo azul sobre fondo naranja.
Ley nacional
El deber de construirlos se extiende a nivel nacional bajo mandato de la llamada Ley de Rescate. Dicha regulación, ordena la construcción de refugios en edificios o grupos de ellos en una misma parcela si tienen una superficie de al menos 1.200 metros cuadrados y se utilizan como vivienda o lugar de trabajo permanente.
En 2022, Finlandia contaba con 50.500 refugios de defensa civil con espacio para un total de 4.8 millones de personas. La mayoría de los refugios, alrededor del 85% están construidos en hormigón armado y pertenecen a edificios individuales.
El país escandinavo teme a su vecino, pero esta vez no le va a ocurrir como en la Guerra de Invierno. De aquella tomaron nota, y aprendieron unas cuantas lecciones, y la más evidente es la de proteger a su ciudadanía. En Finlandia nadie discute este gasto.