Las cinco fronteras más extrañas del mundo están en España
Estas zonas nos recuerdan que a veces los lugares más insólitos no están en tierras lejanas sino a la vuelta de la esquina
Las fronteras más extrañas de España. | (Canva)
Cuando pensamos en fronteras internacionales, solemos imaginar extensas líneas delimitadas por montañas, ríos o muros que separan países distintos. Sin embargo, España cuenta con algunas de las fronteras más curiosas, insólitas y únicas del mundo. Estas divisiones territoriales no solo sorprenden por su ubicación, sino también por su historia, su estructura geográfica y la convivencia que generan entre comunidades.
Algunas de estas fronteras nacen de antiguos tratados, otras de herencias medievales, y hay incluso casos que parecen sacados de una novela de realismo mágico. Desde enclaves imposibles hasta pueblos partidos por la mitad, estas fronteras demuestran que la geografía no siempre sigue una lógica sencilla. Aquí te presentamos las cinco más sorprendentes.
Las cinco fronteras más extrañas del mundo
1. La frontera de La Línea de la Concepción con Gibraltar
Una de las fronteras más peculiares es la que separa España del territorio británico de Gibraltar. Lo curioso de esta frontera no es solo su naturaleza política, sino su disposición: la pista del aeropuerto de Gibraltar atraviesa literalmente el paso fronterizo.
2. El municipio español de Llívia, un enclave dentro de Francia
Llívia es un pequeño pueblo catalán que, pese a estar completamente rodeado por territorio francés, pertenece a España. Esta extraña situación se remonta al Tratado de los Pirineos (1659), donde España cedió varios territorios a Francia pero conservó Llívia porque tenía estatus de villa y no de simple aldea. Hoy en día, Llívia está conectada con el resto de España por una carretera de apenas 1,8 kilómetros que cruza territorio francés.
3. El pueblo dividido de Os de Civís y su acceso por Andorra
Os de Civís es un caso único en España: aunque forma parte de Cataluña y pertenece al municipio de Les Valls de Valira, solo se puede acceder a él por carretera desde Andorra, no desde el propio territorio español. Esta rareza geográfica convierte a Os de Civís en un semienclave español dependiente del Principado andorrano. Sus habitantes viven en España, pero su vida cotidiana está inevitablemente ligada a un país vecino.
4. El enclave portugués de Rihonor de Castilla – Río de Onor
En la frontera entre Castilla y León y Portugal existe un pueblo que parece uno, pero en realidad es dos. Rihonor de Castilla (España) y Rio de Onor (Portugal) son dos mitades de una misma localidad dividida por una línea imaginaria. Aquí, los habitantes comparten costumbres, relaciones familiares, fiestas y hasta un dialecto propio, el rihonorés. A pesar de pertenecer a dos países distintos, los vecinos conviven como si fueran un solo pueblo.
5. Isla de los Faisanes, soberanía compartida
La Isla de los Faisanes, situada en el río Bidasoa, no pertenece exclusivamente a ningún país: España y Francia se alternan su soberanía cada seis meses. De febrero a julio es francesa, y de agosto a enero, española. Aunque hoy es un territorio deshabitado y sin actividad económica, tiene un gran valor simbólico, pues allí se firmó el Tratado de los Pirineos en 1659.
Estas cinco fronteras demuestran que los límites entre naciones no siempre son tan claros ni tan definitivos como creemos. En España, la geografía se entrelaza con la historia y la cultura para formar espacios únicos donde la convivencia supera los mapas. Ya sea por accidentes históricos, peculiaridades diplomáticas o simple azar geográfico, estas fronteras siguen despertando la curiosidad de viajeros y amantes del misterio.
