Decenas de personas piden justicia por los bebés robados: "No quiero morir sin abrazar a mi hijo"
En el 2015 fue la última reunión con las organizaciones de representantes por el robo de bebés y desde entonces no se les ha convocado
Unas 50 mujeres y algunos hombres se reunían la mañana de este lunes delante de la Fiscalía General del Estado gritando, «¡justicia ya!». Matilde, Fátima , Juani…todas ellas tienen algo en común. Les robaron a sus hijos entre 1940 y 1990 en España. Su gran preocupación es que se van a morir y no van a tener respuestas. Como le ha pasado a su compañera y amiga Adelina Ibáñez, que falleció el pasado mes de agosto sin saber nada de su hijo Bruno, nacido en el hospital Santa Cristina en Madrid el 27 de octubre de 1975.
Ni la lluvia ni el frío les callan. Quieren justicia y no van a parar hasta conseguirla. En el año 1984 Fátima Otero dio a luz. Le habían hecho varias ecografías en las que se veía a un niño sano. Como futura madre ella estaba emocionada, en el coche de camino al hospital fantaseaba con su marido sobre cómo sería su hijo. Por sorpresa, cuando tuvo a su hijo se dieron cuenta de que no venía uno sino tres. Le negaron ver a sus hijos, dos niñas y un niño. Los médicos le dijeron que sus hijas eran siamesas y murieron al nacer igual que su hijo. A medida que han pasado los años se ha dado cuenta que muchas cosas no encajaban. Ella nunca ha perdido la esperanza. «Yo no tengo paz en mi cuerpo, día a día me cuesta mucho trabajo levantarme, necesito abrazarlos aunque sea una vez». A Fátima le acompañan sus hijas, su marido y su hermana, quieren saber qué han hecho con sus hijos, hermanos y sobrinos.
«No queremos venganza, queremos justicia» gritan a coro. Emilio ha venido desde Sevilla para exigir que les abran puertas. Que dejen de tapar y que cumplan con lo que se les debe. Él le pide al Gobierno, a la Casa Real, a los militares…a todos los que le quieran escuchar que pongan los medios para resolver el problema de los niños robados. Y no va a parar hasta encontrar a su hija. Afirma que como ciudadanos españoles tienen derecho a conocer su verdad. En los años 80 se pagaba uno o dos millones de pesetas (unos 6.000 euros) por un niño lo mismo que un piso en aquella época, asegura.
«Que haya justicia, que yo quiero ver a mi niño antes de morir, quiero poder abrazarle. Hay muchas mujeres que ya han muerto sin poder hacerlo». El sueño de Matilde es ver a su hijo desaparecido en La Línea de la Concepción antes de morir. Pero no es solo es suyo, es el sueño de todas y cada una de las madres que protestan delante de la Fiscalía General del Estado .
Ellas no pierden la esperanza. A pesar de que en el camino se han quedado muchas madres, reivindican el derecho de saber qué pasó con sus familiares. Un derecho que se les niega una y otra vez , que les esconden en unos archivos inalcanzables. Tienen la sensación de que no hay voluntad de ayudar, las reciben, las escuchan, se comprometen pero al final queda en nada. Los políticos les piden tiempo para buscar soluciones, pero esto es justo lo que no tienen. El tiempo se les acaba y se marchan sin saber que ha pasado con sus bebés. Como le pasó a Adelina, el tiempo se le terminó sin tener respuestas.