Un estudio publicado por la organización Human Rights Watch (HRW) ha evidenciado que algunos niños atletas de Japón han sufrido habitualmente abusos físicos, sexuales y verbales por parte de sus entrenadores, además de casos de depresión, suicidios, discapacidades físicas y traumas crónicos resultantes de estas acciones.
Por qué te lo contamos: Japón es el anfitrión de los Juegos Olímpicos y Paralímpicos de Tokio que se celebrarán a partir del 23 de julio de 2021. En palabras de la institución, este tipo de abuso viola las leyes japonesas contra el abuso infantil, las normas internacionales de derechos humanos y las regulaciones del Comité Olímpico Internacional sobre la protección de los atletas.
En el informe, I Was Hit So Many Times I Can’t Count: Abuse of Child Athletes in Japan, se han incluido testimonios de atletas japoneses que compiten en más de 50 deportes y han descrito haber sufrido hostigamientos varios como golpes en la cara, patadas, golpes con objetos como palos de bambú para kendo, privación de agua, simulacros de ahogamiento, azotes con silbatos y raquetas, así como acoso y abusos sexuales.
«Durante décadas, los niños en Japón han sido golpeados brutalmente y han sufrido abusos verbales en nombre de trofeos y medallas», ha expresado la directora de iniciativas globales de HRW, Minky Worden. «Conforme Japón se prepara para organizar los Juegos Olímpicos y Paralímpicos en Tokio en julio de 2021, esta atención mundial brinda una oportunidad única para cambiar las leyes y políticas en Japón y en todo el mundo con el fin de proteger a millones de niños atletas».
En 2013, cuando el país asiático presentó su candidatura para organizar los Juegos Olímpicos y Paralímpicos de 2020 una serie de vídeos de casos de abuso a atletas de élite junto a suicidios de deportistas infantiles alertó a las principales agencias deportivas de Japón para proteger a los niños en el deporte. En 2018, apareció un vídeo en el que un entrenador golpeaba, al menos a cinco jugadores, lo suficientemente fuerte como para que los atletas se tambalearan hacia atrás.
Entonces, la indignación pública desencadenó reformas, como la creación de líneas telefónicas directas para denunciar los distintos abusos. Sin embargo, en palabras de HRW, las modificaciones en realidad eran «pautas» opcionales en vez de normas. Además, ha apuntado que la supervisión ha sido desigual y que no ha existido evidencia alguna de informes obligatorios de las denuncias o estadísticas de abuso.
HRW ha reiterado que el abuso infantil sigue estando normalizado. Tampoco ayuda la carencia de sistemas unificados para abordar este tipo de violencia. La carga de denunciar el abuso a menudo recae en las víctimas, mientras que los sistemas de denuncia son opacos, no responden y son inadecuados. «Las federaciones deportivas en Japón tienen permitido establecer sus propios sistemas para rastrear el abuso y sus responsables, algo que muchos simplemente eligen no hacer”, ha señalado la directora de Japón de HRW, Kanae Doi.