De la afición madridista al 'dolor' de Carletto: un recorrido por la idiosincrasia merengue
Ancelotti asume públicamente los reproches como algo «absolutamente normal cuando eres el entrenador del Real Madrid»
El fin de semana mantuve una conversación con un empleado de cierto rango dentro del Real Madrid. Lo conozco de hace tiempo, así que no se anduvo con paños calientes y me transmitió un sentimiento de cierta frustración dentro de la institución: «No se disfrutan los triunfos, Nacho, y lo peor de todo es que no se valora lo difícil que es conseguirlos, parece que solo importan cuando palmamos». El contexto del chasco era unidireccional. Quiero decir, que se circunscribía al fuego amigo, al que llega de tu propio entorno, de tus mismos aficionados. Que te peguen palos hasta en el cielo de la boca desde fuera es algo previsible, esperable y que casi va en el sueldo. Que te castiguen de forma inmisericorde desde casa duele mucho más. Ustedes me dirán que se trata del clásico inconformismo merengue, que todo esto va ligado a la grandeza de un club donde te enseñan desde pequeñito que solo vale ganar. Y en parte, el que esgrime ese argumento tiene razón. Pero solo en parte porque, si un éxito como la reciente Supercopa de España o el cómodo liderato en Liga, no se reconoce como corresponde, parte del madridismo y de su ecosistema mediático convertirá la histórica virtud de ser exigente al máximo con el craso error de ser tremendamente injusto con los blancos.
El dolor de Ancelotti
El que se ha llevado la práctica totalidad de los palos en este aspecto ha sido Ancelotti. El técnico italiano asume públicamente estos reproches como algo «absolutamente normal cuando eres el entrenador del Real Madrid». Otra cosa es que el de Reggiolo tenga su propio corazoncito y no le duelan los murmullos. En el face to face que tuve en el post partido del domingo me confesó con su habitual guante de seda que la crítica «lo mantiene despierto y le recuerda que está en el Madrid». Bonita manera de edulcorar la tensa posición que ha experimentado en los últimos días. Ya les aviso que, puertas adentro, desde la cúpula de Castellana, no se ha entendido la dureza con Carletto de forma tan comprensiva. Ante tal situación calma, confianza y cierre de filas en torno a la figura del entrenador. Poniendo en una balanza todo lo sucedido en la temporada desde que comenzó la Liga en agosto los resultados conseguidos por Carlo son considerados como «altamente satisfactorios».
«Así es nuestra afición y así la queremos»
Tomarse todo lo que les he relatado como un desahogo sería la opción que más se ajusta a la realidad. Una cosa es que te duela que tu gente te apriete cuando reclamas indulgencia y otra muy diferente, que no entiendas y hasta compartas parte de sus demandas cuando, de algún modo, la propia idiosincrasia del Real Madrid les ha hecho así. Y es que la última jornada dominical en Chamartín los volvió a poner a todos frente al espejo. Levísimos pitos para Ancelotti cuando sonó su nombre por megafonía en la previa del encuentro. Dos tramos de silbidos más para el equipo durante el primer tiempo y música de viento, leve de nuevo, cuando los jugadores enfilaban el túnel de vestuarios en el descanso.
En la segunda parte todo cambió. En ese preciso instante el seguidor blanco entiende que sus chicos necesitan ayuda. Aprieta, empuja e incluso ovaciona a dos futbolistas como Isco y Marcelo, con los que han sido especialmente duros en los últimos tiempos, en el momento de ser sustituidos. Esto no es nuevo, de hecho, es un sello inconfundible marca Real Madrid. Te exprimo y hasta te machaco si percibo que no das todo lo que llevas dentro, o incluso si es al contrario y sí lo das, pero no cumples con mis expectativas. Al mismo tiempo te cubro de cariño y gratitud si advierto que te has vaciado y, por lo que sea, no te ha acompañado la suerte. El aficionado merengue es así. Lo ha experimentado Di Stefano, Zidane o más recientemente Vinicius. Y ¿saben qué? Pienso que el madridismo contribuye con su, a veces injusta forma de ser, a la grandeza del Real Madrid. Como dicen desde la Casa Blanca: «Así es nuestra afición y así la queremos».