Gerard Piqué: vivir en el mundo de la realidad
Más allá de su gran currículo deportivo destaca su inteligencia para los negocios y una arrolladora personalidad que le hacen destacar en cualquier asunto
La legalidad y la ética son dos conceptos que no siempre casan. Es más, en el mundo de hoy la realidad del dinero cuenta más que la moralidad. «¿Pero en qué mundo vives? No vives en la realidad», le espetó Gerard Piqué (Barcelona, 1987) a un famoso periodista deportivo al cuestionarle la limpieza del acuerdo de su empresa Kosmos con la Federación Española de Fútbol para que la Supercopa de España se juegue durante seis años en Arabia Saudí. El Gobierno saudí paga a la federación, presidida por Luis Rubiales, 40 millones de euros anuales y a la empresa del futbolista del Barça cuatro millones por edición. Hasta ahora se han celebrado dos. Seguramente el contrato no infringe la ley, aun cuando puede haber un conflicto de intereses pues si el Real Madrid y el Barcelona no se clasifican los saudíes penalizan con cinco millones menos a la federación por la ausencia de cada uno de ellos. Eso sin tener en cuenta que el sueldo de Rubiales no es fijo, pues tiene variables en las que podría estar el contrato con el Gobierno de Riad; que la Federación es la que designa los árbitros del torneo en el que participan cuatro equipos (los dos primeros de la Liga y el campeón y el subcampeón de la Copa del Rey) y que el defensa exinternacional azulgrana sigue en activo y por tanto es juez y parte en este embrollo.
Gerard Piqué es un brillante jugador profesional que ha ganado todo en el fútbol: varias ligas con su equipo actual, una Champions con el Barcelona y otra con el Manchester United, un Mundial y un Europeo con la Selección entre otras cosas. Pero más allá de su formidable currículo deportivo destaca su inteligencia para los negocios y una arrolladora personalidad que le hacen destacar en cualquier asunto que aborde. Es hijo de un abogado y de una neuróloga, nieto de un vicepresidente azulgrana y pareja de la cantante colombiana Shakira, con quien tiene dos pequeños varones. Es multimillonario y sus finanzas van viento en popa sobre todo con la creación de una empresa, Kosmos, dedicada a múltiples negocios diversos, desde la intermediación a la hostelería y la restauración. Es dueño de un equipo de fútbol, el Andorra, que está en categorías inferiores. Su firma saltó a la fama mundial cuando compró los derechos para organizar la Copa Davis en un nuevo y complicado formato.
Son muchos quienes pronostican que Piqué terminará presidiendo el Fútbol Club Barcelona, el equipo de sus amores y en el que se formó desde niño aunque pasó luego al Manchester United y al Real Zaragoza. A este último cedido durante un año. Y seguramente eso sucederá no muy tarde pues se acerca el momento de su retirada.
Con Piqué la polémica está garantizada. Le agrada sobremanera provocar en los medios. No se lleva mal con la prensa pues da titulares y resulta cercano en el trato. Uno de sus dardos favoritos es el Madrid y su presidente, Florentino Pérez. En la etapa de gloria de su equipo se regodeaba en el Camp Nou o en el Bernabéu tras las abultadas y humillantes victorias de su conjunto frente a los merengues. No pasan tampoco desapercibidas sus ambigüedades sobre el independentismo catalán. Votó a favor del referéndum, pero confesó que él no era separatista: «En cualquier caso, diga lo que diga, lo van a malinterpretar». Nadie podrá reprocharle su profesionalidad y entrega durante los diez años que estuvo en la selección nacional formando dupla en la defensa con Sergio Ramos. Lo dejó en el último Mundial, en Rusia, en 2018, pocos meses después de que Rubiales llegara a la presidencia de la federación. Sin embargo, recibió en no pocas ocasiones silbidos de aficionados molestos por algunas de sus manifestaciones que cuestionaban su identidad como español.
«Lo que no me gusta del Real Madrid son sus valores»
La enconada rivalidad en los clásicos Madrid-Barça salpicaron la convivencia de madridistas y barcelonistas en la selección nacional teniendo a veces que mediar el entonces seleccionador, Vicente del Bosque. Irritó a los aficionados blancos cuando dijo que en el palco del Bernabéu se hacían negocios no del todo limpios: «Lo que no me gusta del Real Madrid son sus valores».
Pues bien, ahora, con el asunto de la Supercopa, la conducta del jugador barcelonista, aun cuando no haya infringido la ley, no puede decirse que haya sido ni muy ética ni muy estética. Ni la de él ni la del presidente de la federación. Varios grupos parlamentarios han solicitado la comparecencia de Rubiales en el Congreso y el Gobierno a través de su portavoz ha calificado como «reprobable» desde el punto de vista «moral y ético» que la Supercopa se celebre en un país donde se violan los derechos humanos. Critica ahora el acuerdo, pero nada dijo cuando las dos partes lo suscribieron en 2019 con la intermediación de Piqué.
Ese coleguismo entre ambos, llamándose Geri y Rubi, tal vez en sí sea lo de menos. Lo de más es que Piqué y su empresa Kosmos se embolsen 24 millones de euros en seis años por la intermediación. Esa suma, cuestionable desde una óptica moral, es lo que le ha llevado a manifestar que no es ni más ni menos que el 10% estipulado en la comisión de un contrato. Rubiales asegura que el pago de esa suma corresponde única y exclusivamente a los saudíes, según consta en el documento firmado en 2019, y que no viola el código ético que la Federación Española de Fútbol aprobó al poco de llegar él a la dirección.
En el embrollo no ha faltado la eventualidad de salpicar al Rey Emérito. Piqué le envió antes de que cristalizara el proyecto un mensaje anunciándole que iba a visitar a los saudíes para hablar de la organización de la Copa Davis y de más cosas. Don Juan Carlos, temiendo esas más cosas, se excusó explicando que no estaría en esas fechas en la zona. No satisfecho con esa explicación el ex monarca envió un whatsapp días atrás a una famosa directora de un programa de televisión subrayando que él no ha participado en las negociaciones con los saudíes. Lo que sí es bastante censurable es que los entresijos de la operación se hayan conocido ahora a través de audios robados al presidente de la federación y filtrados a la prensa, seguramente con el interés de dañar sobre todo el prestigio de Rubiales, que queda muy tocado.
En las últimas semanas otras operaciones con comisionistas de por medio nos muestran la cruda realidad en la que vivimos, la del dinero cueste lo que cueste. Primero fue la de Tomás Díaz Ayuso, hermano de la presidenta de la Comunidad de Madrid, con un contrato de material sanitario durante la pandemia al Gobierno autonómico o la más escandalosa del aristócrata Luis Medina y su socio Alberto Luceño, de mascarillas y guantes, al Ayuntamiento de Madrid. Lógico entonces que un molesto Piqué grité al periodista de turno porque ha perdido el sentido de la realidad. Vale todo siempre y cuando no viole la ley. Lo de la ética queda en un segundo término.