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Los pilotos de la Fórmula 1 barruntan una rebelión contra los comisarios

Mohammed Ben Sulayem, como presidente de FIA y máximo responsable de lo que ocurra en los circuitos, tiene una patata caliente encima de la mesa

Los pilotos de la Fórmula 1 barruntan una rebelión contra los comisarios

Los pilotos Sebastian Vettel y Carlos Sáinz charlan tras el Gran Premio de Gran Bretaña. | Hoch Zwei (EP)

Decisiones federativas que acaban afectando a los resultados en carrera, criterios cambiantes, o sanciones mutantes de una prueba a la siguiente. Eso es lo que está ocurriendo en la Fórmula 1 cuando llega a su ecuador, y los pilotos están en pie de guerra. Tanto es así que, en mitad de una larga e improductiva discusión, Sebastian Vettel salió pegando un portazo de las reuniones informativas en el Gran Premio de Austria. A cambio la autoridad deportiva le recetó una onerosa multa de 25.000 euros por saltarse esta cita de obligada asistencia.

Mohammed Ben Sulayem, como presidente de FIA y máximo responsable de lo que ocurra en los circuitos, tiene una patata caliente encima de la mesa y las estrellas se le están subiendo a las barbas. Han sido ya varios los incendios que ha tenido que apagar el emperador de la velocidad. Sin ir más lejos, tuvo que parar los pies a Fernando Alonso tras un incidente en la carrera de Miami. El asturiano acudió a reclamar tras una jugada en pista de la que salió perjudicado, y los comisarios de la prueba se habían marchado ya del circuito. Ante el estupor del bicampeón, Sulayem tuvo que templar gaitas y con ello evitar que el tema pasase a mayores. No ha sido la única vez que lo ha hecho este año.

El dubaití lleva apenas seis meses en el cargo y podía esperar muchos problemas pero no este. Precisamente una de sus jugadas estrella a su llegada fue la de destituir al anterior director de carrera, Michael Masi, ante las críticas, errores y falta de consistencia en sus juicios. El australiano fue duramente criticado ante el caos de carrera que se vivió en Bélgica el año pasado, o el extraño final que tuvo la temporada pasada y que cortó la demoledora racha triunfal de Lewis Hamilton. Masi fue desplazado y a cambio ocurrió algo que está trayendo consecuencias aún peores. Hoy no hay uno sino dos directores de carrera, el mítico Eduardo Freitas, procedente de la resistencia, y Niels Wittich, que estuvo años dirigiendo el prestigioso certamen alemán de turismos.

Nadie pone en duda sus capacidades, pero el problema parece haber ido a más; si antes había un criterio, ahora parece haber dos. El resultado es conflictos de tipo normativo en todas las citas, dentro y fuera de la pista. Los dos más llamativos del meeting austriaco fueron los acaecidos el viernes a Checo Pérez y el de Roberto Merhi en la carrera de Fórmula 2. Los comisarios de la prueba detectaron que el mexicano de Red Bull había logrado su mejor registro con las ruedas de su coche fuera de la pista en la tanda clasificatoria. La cuita no fue que no recibiera sanción, que la recibió, sino que la hicieron pública durante una fase de la eliminatoria a la que no tenía que haber accedido.

El llamado qualifying está dividido en tres partes eliminatorias, y Checo habría suspendido el acceso a la última fase, y la disputó. Los comisarios adujeron tener mucho trabajo, y Pérez corrió en la Q3 sin tener derecho a ello. Lo peor es que impidió, de forma indeseada, que Pierre Gasly participase en ella, con la pérdida de oportunidad de lograr un resultado distinto. A media tarde emitieron un confuso comunicado en el que aclaraban que sus tiempos se le habían borrado. Sin embargo, explicaba, y mal, que todos corrían unos pocos puestos al conceder a Checo el segundo mejor tiempo registrado.

Más sangrante si cabe fue lo acaecido en Fórmula 2. El piloto Ralph Boschung, que corre para la escudería Campos Racing, causó baja el fin de semana por lesión. Es habitual en los de Alzira que echen mano del castellonense Roberto Merhi, que realizó una carrera extraordinaria. Salió desde las profundidades de la tabla y llegó a estar segundo tras avanzar la friolera de diecinueve puestos. Una acertada elección de neumáticos y un pilotaje extraordinario obraron el milagro. La especial configuración de la pista austriaca ofrece muchas curvas ciegas, en las que se entra sin ver su salida, lo que la hace proclive a generar errores de pilotaje por exceso. Merhi avanzaba como un misil hacia la victoria hasta que los comisarios determinaron que había abusados de los llamados «límites de pista». La sanción que se cobraron le remitió a la quinta plaza de la que se pudo recuperar algo. El levantino se echaba las manos a la cabeza cuando su escudería reclamó que les ofrecieran una prueba gráfica a dirección de carrera y les dijeron que no la tenían.

Por si esto pareciera poco desmadre, durante la carrera de Fórmula 1 se registraron 43 sanciones por sacar las cuatro ruedas del asfalto. Sebastian Vettel, Pierre Gasly, Lando Norris y Zhou Guanyu recibieron castigo en forma de tiempo por ello, algo que caldeó el ambiente. Tampoco ayudó a apaciguar los ánimos que los asistentes personales de Leclerc, Verstappen and Hamilton fueran sancionados con 10.000 euros. Su error no fue poner los pies fuera de la zona marcada en la pista, sino por colocarlos dentro de un área limitada en las salas contiguas a la ceremonia del pódium. La multa se abonará si la situación se reitera, pero por los pasillos de la pista resonaron palabras que dejaban mal a los implicados.

A todo esto hay que añadir el conflicto de Lewis Hamilton con sus pendientes y piercings. Estos aditamentos de orden personal están terminantemente prohibidos desde 2004. Pueden causar daños en caso de accidente, entorpecerían el concurso de médicos en caso de accidente, o se calentarían en exceso en un incendio. Es tan sencillo como que en las regulaciones que queda clara una cosa: ¿no está homologado? Pues está prohibido. Lo homologado, con rigurosos exámenes de eficiencia en términos de seguridad son el casco, las botas, mono, guantes, etc. Todo lo que no esté en la lista, no es apto. Hamilton, muy preocupado por su imagen pública, retó a la FIA y decidió que se subiría al coche con lo que en sus caprichos entrase. En Austria no llevó nada de esto ante una amenaza sencilla: ‘como los lleves, no sales a pista, así de sencillo’. Asunto resuelto, pero Sir Lewis anda incómodo.

Todos los vaivenes regulatorios, que crean fricción en especial con los pilotos, hacen pensar que la receta elegida por FIA para aunar criterios sigue haciendo aguas, y era justo lo que se quería evitar. El procedimiento habitual es que el director de carrera recibe ‘la denuncia’ de marshalls en pista, los encargados de revisar los sistemas de posicionamiento de los coches, los que miran las cámaras, y se le pasan los datos a un pequeño jurado. Esta especie de VAR futbolero en pista está formado por tres federativos y cuenta con un ex piloto que no decide, pero les asesora para que tomen una decisión. Este trío más consejero no ha cambiado en su estructura; sin embargo, lo acostumbrado es que cambien de forma rotatoria de una carrera para otra. A lo mejor es momento de decidir que sean siempre los mismos; al menos el criterio sancionador será aplicado de manera coherente y continuada de una prueba para otra.

Señor Sulayem, le toca mover ficha. Eso, o lo del año pasado le parecerá casi bien a todos.

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