La constante que preocupa en el Real Madrid: «Todo vale con Vinicius»
Comenzaron riéndose de él y apodándolo ‘ficticius’ debido a su supuesta torpeza en el momento de definir. Ahora que ha mutado en crack lo tildan de «provocador»
Existe una importante preocupación en el seno del Real Madrid: «La sensación de barra libre cuando se trata de cazar o provocar a Vinicius». El último capítulo lo experimentamos el pasado domingo en el Santiago Bernabéu. El Mallorca de Aguirre se empleó duramente con el canarinho. Patadas, provocaciones verbales y trifulcas originadas en el banquillo bermellón (desde el que voló una botella que le pasó cerca) sirvieron para dibujar un contexto hostil sobre ‘Vini’ en su propio estadio. Lo más revelador del asunto es que nadie desde Castellana piensa que lo ocurrido «fuera casual».
Y tienen sus motivos. En la cabeza de todo madridista aún esta fresca ‘la batalla de Son Moix’ del 14 de marzo. Aquel día, en Mallorca, Pablo Maffeo lanzó sus tacos a la rodilla izquierda de Vinicius cuando se marchaba en velocidad. El balón era lo de menos, Maffeo quería ‘pillar cacho’ y las imágenes televisivas retrataban al defensor. Aquella acción no supuso la expulsión del lateral mallorquín. Es más, provocó una cascada de ataques verbales por parte de los jugadores del Mallorca. Raíllo (que después lesionaría a Rodrygo de un plantillazo) le animó a que se «callara la p… boca». El colegiado Sánchez Martínez ni se acercó al VAR. En pleno frenesí sólo acertó a decirle un sorprendente: «Te expulso». De aquellos polvos estos lodos.
Un ‘crack’ incomprendido
Vinicius es incapaz de crear consenso entre sus críticos. Comenzaron riéndose de él y apodándolo ‘ficticius’ debido a su supuesta torpeza en el momento de definir. Ahora que ha mutado en crack lo tildan de «provocador». De poco o nada le sirven sus cinco goles en los últimos cinco encuentros. Da igual que tres de ellos supusieran adelantarse en el marcador. Es indiferente que el último refrendara una remontada. Ahora el foco está situado en su forma de regatear y en que baila después de hacer un tanto. Ni el mismísimo Ronaldinho debe dar crédito ante tamañas absurdeces.
En Concha Espina sorprende sobremanera que «se preocupen más de su estilo futbolístico que de las entradas que recibe». Y con esto no se refieren precisamente a los debates en los medios (que también). Donde hacen especial hincapié es en las posturas arbitrales. Cuesta entender que el trencilla Figueroa Vázquez «empleara más tiempo en regañar a Vinicius que en poner en su sitio a los Maffeo, Raíllo y cia».
Ancelotti tiene trabajo por delante
Carletto vive inmerso en un bucle constante en lo que se refiere a Vinicius. A estas alturas de la temporada pasada, y coincidiendo con la explosión del brasileño, los debates eran prácticamente idénticos. Carlo optó entonces por trabajar psicológicamente con el menino. Le advirtió, en privado, de que su estilo sobre la cancha le traería consecuencias «en forma de patadas» y le aconsejó que «debía aguantarlas». Pero donde más incidió el técnico italiano fue en su relación con los árbitros. Ancelotti le invitó a que «se olvidara de ellos» y a que se «centrara en el juego». Vinicius hizo caso a su mentor y relajó su comportamiento. Me consta que, ahora que llueve sobre mojado, Carletto refresca estos mismos conceptos con Vini en el vestidor, pero públicamente ha decidido pasar al ataque: «Tiene un gran nivel y es normal que los rivales se cuiden de él, pero Vinicius no tiene nada que cambiar de su actitud. Respeta al árbitro y también a los jugadores».
El de Reggiolo es un fervoroso creyente y, a la vez, mero transmisor de la línea argumental que el club va a definir con Vinicius: «Defenderlo contra todo y contra todos». Desde Valdebebas no olvidan vergonzosos episodios que amenazan con caer en el olvido: los gritos racistas de un padre acompañado por su hijo en el Camp Nou, el intento de mordisco en un mini derbi, la ya recordada entrada de Maffeo que «si lo pilla, lo retira» o las provocaciones de Eric García en el último Clásico donde le espetaba con sorna: «Tú el año que viene, Balón de Oro». Algunos de estos capítulos (los xenófobos o las patadas criminales) son alarmantes. Otros (como los improperios de Eric), anecdóticos. Pero todos dejan un mismo sentir en las oficinas del Bernabéu: «Todo vale con Vinicius».