Luis Enrique 'el streamer': lo compro, pero exijo resultados
El entrenador ha atraído todas las críticas, las positivas y las negativas, hacia sí mismo para liberar a sus jugadores de la presión
Soy un naranjito. O lo que es lo mismo: soy uno de esos niños nacidos en 1982 acostumbrados durante décadas a convivir con los disgustos de la selección española. Todavía se me abren las carnes recordando el fallo de Salinas ante Pagliuca en USA 94; aún maldigo la cantada de Zubi frente a Nigeria en el 98 y sigo con las manos en la cabeza desde que Raúl tiró una pena máxima a las nubes contra la Francia de Zidane en el 2000. La nuestra era una historia de perdedores hasta que llegaron los éxitos de Luis Aragonés, primero, y de Vicente del Bosque, después. Éramos tan ‘quiero y no puedo’ que si no la liábamos nosotros mismos desde el césped nos la preparaban los del silbato. En Corea y Japón nos robaron a mano armada con una generación llamada a la gloria y nos volvimos a quedar en nuestra ronda maldita: los cuartos de final. Ese ha sido siempre el mínimo exigido para España en un Mundial o una Eurocopa, incluso cuando no le ganábamos a nadie, por lo que si caemos esta tarde con nuestros vecinos marroquíes, incurriríamos en un fracaso… y de los gordos.
Marruecos no es excusa
Y que conste que Marruecos me parece el combinado revelación de esta cita mundialista. Se han clasificado como primeros de una liguilla en la que compartían cartel con Bélgica y Croacia. Una sorpresa relativa si analizamos a fondo al conjunto magrebí. Cuentan con 14 jugadores nacidos fuera de sus fronteras (récord del Mundial), la mayoría en suelo europeo. Se han criado en un contexto de fútbol globalizado y saben competir. Además, muchas de sus estrellas nos conocen al dedillo: Achraf Hakim vino al mundo en Getafe y es excanterano del Real Madrid. Abde, que juega en Osasuna, llegó con siete años a la humilde barriada ilicitana de ‘El Carrús’ para acabar fichando por el Hércules y terminar debutando en primera con el Barça. Yassine Bono para en el Sevilla tras darse a conocer en las inferiores del Atleti, y su compañero En-Nesyri acabó en Nervión después de transitar por Málaga o Leganés.
Otro nombre que se repite de forma incesante es el de Sofyan Amrabat (Fiorentina), hermano del Amrabat (Nordín) que jugó en el Leganés y al que muchos expertos en futbol internacional consideran el pelotero revelación del campeonato. Dicho esto, me planteo el siguiente dilema: ¿cuántos jugadores de Marruecos serían titulares en la España de Luis Enrique? Pocos, muy pocos. Quizás Acharaf y con suerte Bono si se plegara al juego con los pies de nuestro seleccionador. No caben medias tintas. Por muy bien que lo estén haciendo los ‘Leones del Atlas’, Marruecos no es excusa. España tiene que estar en los cuartos de final.
El brillo de Luis Enrique
Debo reconocer que nunca me gustó la puesta en escena de Luis Enrique (sí su vertiente como técnico). Me parecía un personaje hosco, incómodo e incluso faltón ante los medios de comunicación, pero algo ha cambiado desde que aterrizó en el universo de Twitch. El asturiano se ha hecho streamer y nos ha descubierto a la persona detrás del entrenador. Espontáneo, cercano, por momentos divertido e incluso didáctico. El suyo ha sido un movimiento inteligente. Se ha ganado a la gente joven, ha dejado en evidencia a varios de sus enemigos de la prensa y ha encontrado una vía para difundir el relato que más le interesa.
El técnico de todos los españoles ha brillado incontestablemente en las redes y en el primer partido contra Costa Rica, pero fuera de esas dos parcelas, me ha despertado bastantes dudas. Frente a los alemanes se le cayó el equipo justo cuando se había puesto por delante y lo tenía todo a favor para controlar el partido. Luis Enrique aseguró que a su España «le falto poso». Ante Japón se dejó remontar de nuevo, volvió la posesión sin profundidad y su protegido Balde cuajó una desastrosa performance. No hubo reacción.
Así que ahora todas las miradas están fijadas en ‘Luis Padrique’ (así le ha bautizado su legión de seguidores en Twitch). Es el indiscutible líder de España. Ha atraído todas las críticas, las positivas y las negativas, hacia sí mismo para liberar a sus jugadores de la presión. Yo le compro la estrategia, pero ahora necesito y exijo resultados: brille usted desde el banquillo frente a Marruecos, Luis Enrique, que luego el Twitch puede ser épico.