Gervasio Deferr: «Durante un tiempo se me fue todo de las manos»
Ha sido uno de los mejores gimnastas que ha dado España, y volvió a la vida tras su adicción al alcohol. Ahora es feliz educando a futuros deportistas
Cinco años hace que Gervasio Deferr (1980), uno de los mejores gimnastas del deporte español, volvió a la vida después de su adicción al alcohol. Ahora es muy feliz en su escuela de la Mina. Allí trata de enseñar a futuros gimnastas todo lo bueno y malo del deporte. Todavía le sudan las manos cuando recuerda sus medallas olímpicas en salto de potro o su subcampeonato mundial en suelo. Deferr es bicampeón olímpico en salto de potro en Sídney 2000 y Atenas 2004, y subcampeón olímpico en suelo en Pekín 2008. También consiguió medallas en los campeonatos mundiales de Tianjin 1999 y Stuttgart 2007, en el Campeonato Europeo de Bremen 2000 y en la Copa del Mundo de Glasgow 2000.
PREGUNTA.- ¿Cómo está Gervasio ahora mismo?
RESPUESTA.- Ahora mismo estoy recuperándome después de la operación que me han tenido que hacer de estómago. Pero la verdad es que estoy contento porque empiezo el año habiendo solucionado esto.
P.- ¿Qué paradoja, no? Has vuelto a vivir lo que tantas veces pensaste quitarte asqueado de todo.
R.- Como ya he explicado en mi libro (El gran salto, Península, 2022), hay momentos en la vida donde todo se pone en contra y piensas en tirar la toalla. Pero han sido muy puntuales, la verdad. Mi ilusión siempre ha sido seguir adelante y con esa ilusión encontré además el camino. Ahora mismo sigo con estas mismas ganas de seguir luchando.
P.- ¿Y cómo se llega a la situación de que se te pase esto por la cabeza?
R.- No voy a entrar en detalles. Lo cierto es que no sabes en qué apoyarte, te sientes absolutamente perdido.
P.- ¿Qué hace Gervasio ahora mismo?
R.- Me dedico al club de gimnasia de la Mina. un proyecto que puse en marcha a principios del año 2010 y que desde el 2018 tomé las riendas. Está en Sant Adriá de Besós. Aquí estoy trabajando y enseñando a chicos y chicas. Trabajo de lunes a sábado y los domingos los dedico a descansar. Aunque dentro de poco ni eso, porque empiezan las competiciones. De momento, me estoy recuperando para poder estar bien y dedicarme a ello a tope. Además, dedico el tiempo a mi familia, mis sobrinos. A todos mis seres queridos, tratando de disfrutar de ellos.
«Yo centré todo en la gimnasia y se me olvidó lo de después»
P.- ¿Quiénes son las personas que más positivamente han influido en Gervasio?
R.- Evidentemente mi familia es el pilar de mi vida. Además, desde que salí de esto y tomé las riendas del club de la Mina, apareció una persona en el club, que luego fue presidente del club durante un año, que ha sido mi mano derecha. Es Francisco Burgos, abogado, muy inteligente y un pilar desde que comencé hace cinco años. En general, muchas personas que he encontrado me han dado motivación para salir adelante. En el deporte tengo muchos ejemplos de la vida pública, pero en la vida privada hay héroes pequeños.
P.- ¿Qué mensaje daría Gervasio a los deportistas?
R.- Como siempre, que lo hagan con pasión, pero además que se preparen más de lo que yo pude o supe. Para que cuando todo acabe, tengan donde poder agarrarse. La preparación académica es muy importante. Yo centré todo en la gimnasia y se me olvidó lo de después.
P.- ¿Te ha preguntado alguno de tus chicos del club por tu pasado?
R.- Es verdad es que tengo alumnos que van desde los cinco años hasta los dieciséis. Los pequeños no, porque además no han leído el libro. Pero cuando son más mayores, sí. Es el caso de Andrea, que tiene 16 años. Ella lo sabe y yo siempre le hablo con sinceridad. Además ha visto las entrevistas. Entiende el cambio y la mejora.
P.- ¿El deporte ha sido el salvavidas de Gervasio?
R.- Bueno, he tenido distintos salvavidas. En el momento, cuando estaba en activo y compitiendo, por supuesto. Pero cuando me retiré, empecé a trabajar en CAR con gimnastas que se estaban preparando para campeonatos de Europa y del Mundo. Se supone que debería estar bien pero allí no encontré mi lugar. Tuvo que ser en el Club de la Mina donde encontré el camino. Es donde me siento útil. No necesito estar a un nivel olímpico. Puedo trabajar con niños y niñas. Para mí es muy bonito.
«A mí lo único que me gustaba era dar volteretas»
P.- ¿Cómo llegó Gervasio a la gimnasia?
R.- Pues fue por casualidad. Cuando salía del cole siempre iba con mi hermano al barrio donde trabajaba mi madre. Fue una clienta de mi madre quien me vio y se lo propuso. A mí entonces lo único que me gustaba era dar volteretas. Eso sí, desde pequeño siempre tuve claro que la gimnasia era mi lugar.
P.- ¿Cómo llegas al episodio del positivo por cannabis del 2002?
R. Se llega por relajación y despiste. Entonces no tenía la información que tuve después y no sabía lo de cannabis. Se juntaron muchas cosas. Cuando llegué de la última prueba estuve un tiempo de vacaciones, y luego se sumó una lesión de hombro que me tuve que operar. Eso me llevó a estar un tiempo de baja, donde no entrenaba ni hacía nada. Estaba en casa y empezaron a venir los amigos y por despiste, fumas. Pero desde el momento que volví a entrenar, no fumé. Pero bueno, son cosas que pasan y lo acepto como aprendizaje.
«El alcohol era un medio para intentar parar mi cabeza»
P.- ¿Y cómo llegas al alcohol?
R. Pues se convirtió en un medio para intentar parar mi cabeza, que no dejaba de pensar. Aun así, sabía que me equivocaba. Pero ahora vivo sin alcohol y no lo necesito. He aprendido otras herramientas para detener mi cabeza. Ahora soy una persona totalmente diferente a la de hace cinco años.
P.- ¿Es verdad que acudiste a la medalla de salto en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004 sin apenas dormir?
R.- Durmiendo poco y mal, la verdad. Pero en el momento que me despierto en mi cabeza solo estaba la competición. En aquel momento estaba muy preparado. Fue algo circunstancial, la verdad. Venía de fallar el día anterior en el suelo. Era otro día y otro reto.
P.- ¿Qué piensas de aquellos años?
R.- En realidad, a lo que más le doy vueltas es al daño que hice a toda la gente. Y, por otro lado, a todo lo que he tenido que pasar, todo lo que me tocó vivir. Pero ahora, como te digo, soy otra persona. Hay cosas que veo con mucha añoranza como la competición, todo lo que pude viajar y conocer; la cantidad de gente y amigos que he hecho. Aunque es verdad que durante un tiempo se me fue todo de las manos.
«De Río de Janeiro vuelvo muy jodido porque soy un friqui»
P.- ¿Cuándo te diste cuenta que no podías seguir así?
R.- Al final estás cansado, cansado de todo, y quieres parar la cabeza. Es cierto que en estos casos siempre uno es el último en darse cuenta. Cuando me di cuenta de que necesitaba ayuda, los primeros a los que acudí fueron mi familia. Podemos decir que no es algo concreto: mi vuelta de los Juegos de Río, el infarto de mi madre… Se acumulan muchas cosas y llega un momento que dices: «O pido ayuda, o la pido».
P.- ¿Pero qué pasó en Río de Janeiro en 2016?
R.- De Río de Janeiro vuelvo muy jodido porque soy un friqui. Todo lo que pasó en aquel viaje lo siento muy mío. Por cómo sucedió todo: no poder estar en la ceremonia de inauguración, el incidente en un bar próximo al hotel del COE por la burundanga en la bebida, tener que volver a las 24 horas, cuando era parte de la delegación durante casi un mes, etcétera. Era una y otra más.
«Me sudan las manos cuando recuerdo las medallas»
P.- Dos oros y una plata: ¿qué te viene a la cabeza?
R.- Cuando pienso en las medallas, las recuerdo con mucha emoción. Me sudan las manos solo de recordarlo. Una época muy feliz, me lo pasé super bien. Cuando luchaba por ganar, lo tenía muy claro. Si volviera a nacer, volvería a pasar por todo lo que tuve que hacer para llegar donde llegué y poder hacerlo. Ya lo de después, no.
P.- ¿Qué lección de vida sacas de todo esto?
R.- Que no hay que bajar la guardia, que uno no debe despistarse. Que debemos estar muy atentos a todo lo que sucede para que nos afecte lo menos posible.
Mi experiencia personal con Gervasio Deffer: tuve la suerte de tratar con Gervasio cuando estaba en la élite del deporte español y mundial. Fue en los Juegos Olímpicos de Pekín. En Telecinco decidieron que yo era la persona que acudiría para cubrir la cita olímpica y una de nuestras ideas era que Gervasio contara con una minicámara (entonces los móviles carecían de esta definición) su experiencia diaria en la Villa Olímpica. Le visité en varias ocasiones en el CAR (Centro de Alto Rendimiento de Madrid) del Consejo Superior de Deportes. Llegamos a un acuerdo y se llevó la minicámara en el viaje. De hecho, en la ceremonia inaugural pudo grabar algunas imágenes pero desde el día siguiente ya me dijo que no podía porque corría el riesgo de ser expulsado por el Comité Olímpico Internacional. A la vuelta de los Juegos nos volvimos a ver para que me devolviera la minicámara. Siempre con su sencillez, cercanía, humanidad.