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Cuando Fernando Alonso sube al podio con Aston Martin, el que gana es Lawrence Stroll

El asturiano pilotó el coche y se llevo a casa el trofeo, pero el empresario canadiense logró otra cosa mucho más valiosa para su negocio

Cuando Fernando Alonso sube al podio con Aston Martin, el que gana es Lawrence Stroll

El empresario canadiense Lawrence Stroll. | Aston Martin

Su nombre completo es Lawrence Sheldon Strulovitch, y se le conoce como Lawrence Stroll. Este canadiense de origen ruso no es muy conocido fuera de los ámbitos empresariales, y es el coautor del podio de Aston Martin el pasado domingo. Fernando Alonso pilotó el coche, pero Stroll pilotó al equipo; si el asturiano se llevó a casa un trofeo, el empresario se llevó otra cosa mucho más valiosa. De acuerdo con este resultado, lo único que puede decirse es que la conducción del gestor ha sido la acertada, y para entenderlo hay que hacer un poco de historia. 

Este señor, de casi metro noventa de altura y pinta de barítono en día libre, es una especie de Amancio Ortega en su país. La mayor parte de su fortuna le llegó con su acierto a la hora de ver las posibilidades de marcas como Tommy Hillfiger o Michael Kors. Y, curiosamente, a su escudería la patrocina Hugo Boss. Stroll es una de las mayores fortunas de Canadá, un enorme aficionado a la velocidad, y posee una espectacular colección de coches. Su hijo Lance, compañero de equipo de Fernando Alonso, hizo su carrera deportiva gracias a que nunca le faltó de nada, toda una suerte para el joven.

Tras una serie de problemas financieros y fiscales en el seno de la escudería Force India, Stroll ‘padre’ se hizo con su control, y la denominó con el anodino nombre de Racing Point. Dos años más tarde, y tras recabar una victoria en manos de Checo Pérez, llegó a un acuerdo comercial con la marca Aston Martin, el coche de James Bond. El pacto debía ser similar al que mantuvo durante años con Red Bull, aunque se volvió más ambicioso; pasaron de ser un patrocinador importante a renombrar a la formación de Silverstone. No mucho después, y en un momento de debilidad empresarial, Stroll se hizo con la marca ayudado por un grupo de empresarios y entidades cercanas.

No debería escapar a nadie que cuando se agarró las riendas de la firma, llegó con un grupo de inversores que pasó a controlar exactamente el 51% del accionariado, justo el necesario para controlarlo todo. A día de hoy es el máximo accionista y posee algo más del 28%. Es necesario explicar esto porque una cosa es la marca, y otra el equipo, que aunque llevan el mismo nombre son unidades de negocio separadas, aunque comandadas por el mismo propietario. 

Stroll
Fernando Alonso durante el Gran Premio de Bahréin. | Europa Press

El negocio

A pesar de ser actividades alternativas, existe una interacción entre una y otra, pero no es de orden técnico, sino financiero por una parte, y relacionado con el marketing por otro. El pasado viernes Alonso realizó una de las mejores jornadas de entrenamientos que protagoniza en años, y muchos quisieron ver una afección directa en los resultados en bolsa de la firma que le patrocina. La verdad es que desde el comienzo de los entrenamientos y hasta el momento álgido de los valores esa tarde sus acciones subieron un 6%.

Muchos han querido ver un efecto directo de las evoluciones en pista del bicampeón, a la hora de ver cómo crece el valor de la marca que le patrocina, y no es exactamente así, aunque se le parece. La clave del crecimiento en los valores en bolsa no se alinean con victorias o derrotas en los circuitos, sino con la previsión de beneficios. En el caso de las marcas de coches esto es frecuente cuando se presentan nuevos modelos, ante los que se espera un crecimiento de las ventas. Esto fue justo lo que ocurrió el pasado miércoles, dos días antes de los entrenamientos del Gran Premio de Bahréin. En una alocución pública, Lawrence Stroll, enorme conocedor de los entresijos y la comunicación empresarial, expuso la muerte industrial de tres de sus modelos, el DBS, el Vantage, y el DB11, considerados obsoletos y anticuados para lo que el mercado solicita.

No solo se anunciaron sustitutos para estos tres modelos, sino que se acompañó de un anuncio revolucionario dentro del fabricante: la llegada de su primer deportivo completamente eléctrico. En realidad Stroll no presentó nada, sino que tan solo anunció la llegada. De golpe sus acciones, y en un periodo de cuatro horas, subieron un 21%, una barbaridad. 

Desde que comenzó la pandemia, Aston Martin es un agujero negro de dinero. En 2020 perdió 365 millones de euros, uno al día; en 2021 algo menos, solo 86,5 millones; y el año pasado la palmatoria fue de nada menos que 595,5 millones de euros antes de impuestos. Si este último año vendieron 6.400 coches, debido a problemas en las cadenas de suministros y escasez de algunos materiales, perdieron del orden de 92.000 euros por vehículo matriculado. Como es lógico, Stroll pretende recuperar el valor de su inversión, y su idea no es otra que pasar de las 277 libras por acción al cierre de este artículo, para recuperar a las 4.045 con que saltó al parqué el 30 de septiembre de 2018; una pérdida de 17 veces su valor inicial. Si lo consigue será uno de los pelotazos, uno más, de su vida. 

Stroll y la Fórmula 1

La más alta categoría de la velocidad mundial es una pieza más de su engranaje. Cada vez que sus coches suban al podio, la marca no ganará automáticamente nada; sí lo hará la escudería en forma de puntos logrados, que a final de año le remitirán un cheque por un valor proporcional a sus resultados. Lo que si ganará será eco mediático, y muchos que no habían sido conscientes del anuncio de los modelos nuevos de los que habló el miércoles, abrirán sus ojos ante la posibilidad de invertir y ganarse un buen dinero. La Fórmula 1 es un anzuelo de marketing para atraer a inversores y accionistas. Si la F1 le cuesta dinero, el retorno del beneficio estará en la bolsa y la venta de deportivos.

Un plan parecido, pero de muy distinto resultado, es el que trazo Red Bull con su escudería filial Alpha Tauri. Red Bull se hizo con la pequeña formación italiana Minardi en 2016, a la que acabó renombrado como Toro Rosso, traducción de su nombre al idioma de Umberto Eco. Se dieron cuenta de que no vendían producto alguno y se inventaron una línea de ropa y lifestyle llamado Alpha Tauri; así es como denominaron a su formación. El plan era que crecerían sus ventas gracias a la publicidad otorgada por la competición, pero salió solo regular.

La idea arrancó en 2019 y querían estar facturando no menos de 250 millones a estas alturas, para pasar a ser 1.000 en 2025. No hay cifras exactas, aunque se sospecha que deben estar entre los 35 y 90, lo que dista mucho de la hoja de ruta establecida. Seguramente, si hubieran querido vivir de vender ropa cara, tendrían que haber hablado antes con Lawrence Stroll, que de eso es justo de lo que más sabe. 

Cuenta la leyenda que en una ocasión quiso ir a su casa invernal en Gstaad, Suiza, y el aeródromo más cercano no tenía la longitud legal necesaria para que su jet privado aterrizase en él. No cambió de avión, ni buscó otra pista cercana, sino que financió las obras de prolongación del asfalto. Stroll está acostumbrado a que las cosas mundanas se le atraviesen, y por regla general, busca una pértiga que le permita pasar por encima. Que acabe convirtiendo su equipo en uno de los favoritos es cuestión de tiempo; de lo del dinero ya se encarga él. 

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