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De París a Gibraltar, de Nadal a Rodri y Morata

«Supuestamente, el estado francés y el COI han invertido una fortuna en seguridad, que no evitó el asalto al vestuario argentino mientras la selección se entrenaba»

De París a Gibraltar, de Nadal a Rodri y Morata

El tenista Rafa Nadal. | Archivo

Nadal recibe la antorcha olímpica de Zidane. Momento culminante de una ceremonia atrevida, exagerada, innovadora, en algún pasaje ofensiva con el cristianismo –esa religión que pone la otra mejilla–, larguísima, a ratos plomiza, en ocasiones “woke”, pasada por agua y rubricada por el tenista español, un dios, y por Celine Dion, la diosa. Mereció la pena la espera. Antes, sabotaje en las líneas ferroviarias, amenazas de bomba y la escandalera del Argentina-Marruecos de fútbol que, tras un esperpento casi tan largo como la apertura, se saldó con derrota albiceleste (1-2). Rodaba la Olimpiada número XXXIII de la era moderna “bendecida” por Noé.

Pero antes de que los deportistas, actores secundarios, surcaran el Sena en una travesía interminable, cobró protagonismo Saint Denis, donde muchos seguidores del Real Madrid fueron atracados en 2021. Es un barrio chungo. Supuestamente, el estado francés y el COI han invertido una fortuna en seguridad, que no evitó el asalto al vestuario argentino mientras la selección se entrenaba. Ya en el partido, los vigilantes seguían de vacaciones. Aficionados marroquíes saltaron al terreno de juego hasta en siete ocasiones, superados por la emoción y la mala educación. Hasta que el árbitro sueco optó por suspenderlo cuando un petardo estalló en el corrillo de los jugadores albicelestes que celebraban el empate temporal. De inmediato, nueva invasión marroquí. Dos horas después, con el graderío vacío, el VAR anuló el gol del empate. Mascherano, seleccionador argentino, estuvo comedido: “¡Menudo circo!”. Si llega a proclamar que las Malvinas son argentinas, expulsan a su delegación.

La combinación UEFA, FIFA y política da para una “jartá” de reír, si no fuera porque los señores del fútbol, que no son los futbolistas, transforman en drama todo lo que tocan cuando deciden intervenir. En puertas de la Eurocopa, Mbappé convocó a sus compatriotas a las urnas para que se alejaran de los extremos. “Rien de rien”. En el partido contra Austria, Merih Demiral celebró el gol con el signo de los “lobos grises”, ultraderechistas turcos. Dos partidos de sanción por recurrir a la política en un terreno de juego. Bellingham protagonizó uno de los goles más bellos del campeonato: chilena espectacular en el minuto 121 que evitó la lotería de los penaltis. Lo celebró delante del banquillo eslovaco con las manos en la entrepierna. 30.000 euros de multa y un partido de sanción a conveniencia. Menudencias, hasta que España gana la Eurocopa. Hay fiesta en Madrid, cientos de miles de personas aclaman a los campeones. Ni un solo incidente. No hay constancia de la presencia de “hooligans” ingleses en Cibeles y el entorno. Con la euforia desatada, Morata y Rodri gritan “¡Gibraltar es español!”. También lo corean unos irlandeses junto al Peñón. Y un pub escocés despliega un montón de banderas españolas en la fachada. Ni la cámara de los Comunes ni la de los Lores protestaron. Pero la UEFA, sí. Amenaza con sancionar a los “rebeldes” españoles… Sin haber leído una sola línea del Tratado de Utrecht.

Quién sabe si los servicios secretos alauitas han hackeado el teléfono de Infantino, el de Ceferin o el de Thomas Bach, y éstos, antes de que la información de sus terminales sea pública, se han hecho los locos después del escándalo en Saint-Denis. ¡Siete fallos de seguridad! Quizá así se entiende mejor que sólo el 20% de los parisinos, los que no se sienten enjaulados ni han perdido la clientela de las terrazas, simpaticen con el mayor espectáculo deportivo mundial. La cabecita de Biden ha pasado a un segundo plano, como el huracán Trump o las sospechas del FBI sobre el balazo en la oreja; la guerra entre Rusia y Ucrania o la de Israel y sus vecinos no ha declinado, persiste el horror en Gaza, donde Hamas mantiene cautivos a los rehenes israelíes. Pero es tiempo de olimpismo. En España, las causas penales siguen abiertas, aunque parezca que la Justicia, como la UEFA o la FIFA, hace el avestruz. Los nombres y los escándalos, como antes el de Luis “sé fuerte” Bárcenas, persisten. El número aumenta. “Tito Berni”, Koldo, Ábalos, Aldama, Delcy Rodríguez, Plus Ultra, Globalia, Javier Hidalgo, Begoña Gómez, Barrabés y Goyache. Una alineación con entrenador, Sánchez, y banquillo de posibles titulares: Conde Pumpido, Dolores Delgado, García Ortiz, Francina Armengol, Chaves, Griñán, el hermano de Ximo Puig, Navarro, Junqueras, Puigdemont, Illa, Isabel García, Tezanos… Los ERE… Y enfrente, el Tribunal Supremo y el juez Peinado como diques de contención. En cuestión, la libertad de prensa, la de periodistas que por ser libres destaparon el Watergate o los GAL; la de quienes aportan documentos que acusan a la primera dama de tráfico de influencias y de corrupción en los negocios. 

«Los franceses, durante cuatro horas, se abrieron en canal para concluir con un final apoteósico: Rafa Nadal recibió la antorcha olímpica de Zidane»

Menos mal que hay Juegos Olímpicos (19 días, 32 deportes, 329 pruebas, 35 sedes, 10.500 deportistas de 206 países y más de 20.000 periodistas acreditados) y que el ser humano más creativo, desde la Fura dels Baus en Barcelona’92, hasta el París’24 de Thomas Jolly, pasando por el Pekín’08 de Zhang Yimou y el Londres’12 de Danny Boyle, levita sobre la mediocridad, el latrocinio y el crimen organizado. Así, desde el Puente de Austerlitz hasta Trocadero, a lo largo de seis kilómetros de navegación por el Sena, Francia desafió a la pertinaz lluvia con una ceremonia desigual y disruptiva que en el colofón renunció a su cacareado chauvinismo: “Exaltación desmesurada de lo nacional sobre lo extranjero”. Los franceses, durante cuatro horas, se abrieron en canal para concluir con un final apoteósico: Rafa Nadal recibió la antorcha olímpica de Zidane, subió a una barca junto a Nadia Comaneci, Serenna Williams y Carl Lewis y navegaron por el explotado Sena hasta que Maria-Jose Perec y Teddy Rinner encendieron el pebetero.

Nadal –catorce veces vencedor de Roland Garros–, invitado excepcional y protagonista destacado en la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos de París 2024, increíble pero cierto. Rafa tuvo que demostrar que es el rey de la tierra (batida) para ganarse el corazón de los parisinos. Fue, sin duda, una de las sorpresas más agradables de la noche, la que suavizó la opinión española sobre sus vecinos. No encontrarían Morata y Rodri mejor abogado defensor que Rafa ante la UEFA y hasta es posible que si mediara en el conflicto del Peñón los británicos dejarían de considerar un héroe a Sir Francis Drake, corsario y patriota para sus paisanos, pirata redomado, sin escrúpulos y comerciante de esclavos para el resto de la humanidad. ¿Y si los ingleses fueran los chauvinistas y Gibraltar español? Lo primero es probable, lo segundo, imposible después de tres siglos, por mucho que griten Agamenón y su porquero y que lo reclamen Rodri y Morata, próximas víctimas de la UEFA, si a Ceferín y a su séquito no se les cae la cara de vergüenza.

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