Unos aficionados se hicieron pasar por un equipo nacional de básquet y timaron a Rusia
Esperemos que Vladimir Putin no los mande a Siberia a modo de castigo a los responsables
Ha sido como el Ocean’s Eleven del baloncesto, un timo en toda regla. Un grupo de aficionados al baloncesto colombianos ha viajado con todos los gastos pagados a jugar a Rusia en un torneo internacional. Lo llamativo reside en que se hicieron pasar por la selección colombiana y los rusos se lo creyeron.
Los hechos ocurrieron entre el 21 y el 25 de agosto, durante el denominado Torneo de la Amistad en Perm, a unos 1.200 km al este de Moscú. A causa de las restricciones desde que el Kremlin inició la invasión de Ucrania, los rusos están apartados de toda competición deportiva. Deportistas y federaciones son vetados de forma radical hasta que el panorama político cambie, así que son muy receptivos a cualquier gesto amistoso en este sentido.
Con el deporte ruso aislado, la federación moscovita de baloncesto decidió organizar un torneo amistoso en los Urales. Esto permitiría al equipo nacional reunirse al menos una vez para jugar juntos, quizá con vistas a un futuro regreso a citas internacionales. Para sus jugadores sería un entrenamiento y no se quedarían fríos.
Al torneo, un cuadrangular en el que participaban los equipos nacionales de Rusia, Venezuela y Colombia, se añadiría el BC Parma, equipo local que disputa la VTB United League, primera división nacional. Había nacido La Copa de la Amistad, pero aunque todo se desarrollaba dentro de las pautas normales, ocurrió algo inesperado, porque no era habitual que el primer cuarto del partido acabase con un desopilante 41-2. Esto no ocurre ni en partidos de colegio.
No es que los colombianos hubieran acertado una sola canasta, o que los rusos hubieran logrado el equivalente a más de dos decenas; es que a ese ritmo el partido acabaría siendo ganado por más de 150 puntos, unas anotaciones muy pocas veces vistas. La selección colombiana no es la NBA, y se encuentra en el puesto 58 de la clasificación FIBA, pero no podían ser tan malos; en los Juegos Panamericanos quedaron segundos el año pasado.
Nada más acabar el partido, el jugador del Perm Samson Ruzhentsev parecía confuso. Declaró que acababa de vivir algo insólito: «En toda mi carrera, nunca he ganado un partido por más de 100 puntos». El resultado final fue de 155 a 53, con una diferencia de 102 puntos a favor de los locales.
Algo no encaja
En el segundo partido, los colombianos perdieron 108-57 ante Venezuela, y ahí fue donde verdaderamente empezó a crujir la historia. Todo apunta a medios venezolanos y redes sociales de los jugadores del país vecino a Colombia. Aquello llegó a oídos de los responsables federativos de Caracas, que no se lo creían. Alegaron no haber recibido invitación alguna al respecto y no saber nada del tema.
La siguiente pregunta fue: ¿quién estaba jugando bajo los colores nacionales de Colombia? Porque aquellos parecían colombianos, pero no jugadores profesionales.
Según Basket Europe, en la cancha y entre otros, estaba Luis Miguel Parra Sánchez. Este ingeniero de profesión y bloguero deportivo en sus ratos libres, dirige el equipo femenino de un instituto, el Colegio Albert Einstein de Mosquera, cerca de Bogotá; el verdadero entrenador colombiano se llama Guillermo Moreno. El mejor anotador de la falsa selección colombiana, David Blanco, autor de 17 puntos en 27 minutos, solo jugó tres temporadas profesionales, entre 2020 y 2022, con un equipo de la liga portuguesa.
Y muchos aficionados en «la selección»
El resto de integrantes de la falsa selección solo había participado en torneos estudiantiles de baloncesto de tres contra tres y en algunos partidos universitarios en Bogotá. Casi todos eran estudiantes y aficionados; de cierto nivel, pero muy lejos de unos estándares propios de un equipo nacional.
Cuando los medios locales preguntaron al seleccionador de pega, Jorge Basquez, declaró: «El equipo cuenta con profesionales y estudiantes. Están comenzando su viaje y querían probarse a sí mismos. Es una gran experiencia para ellos cuando tanta gente te mira». Una respuesta de compromiso, que vale casi para cualquier cosa, y al preparador falso le sirvió para salir del paso.
La trama
Según la web Sports.ru, el Danny Ocean deportivo, el urdidor del plan, es Christian David Mosquera Durán, que jugó con el número 6 en su espalda. Este estudiante de arquitectura bogotano vive en Kazán, y juega de vez en cuando en torneos tres contra tres. Para lograr el engaño, se hizo pasar por el presidente de la federación sudamericana de baloncesto tras hackear su dirección de correo electrónico.
A partir de ahí todo fue tan sencillo como intercambiar mensajes con sus homónimos rusos, y establecer un acuerdo auténtico con protagonistas falsos. El beneficio, aparte de vivir una experiencia insólita, fue la de viajar a cargo de los ex soviéticos y alojarse gratis en un hotel de 4 estrellas.
Reacciones de tres puntos
La Federación Colombiana informó en un comunicado que nunca había recibido una propuesta formal para participar en este torneo, ni tampoco ha concedido avales a ningún equipo o club para participar en su nombre. Lo que más molestó a sus gestores fue que usasen los colores y la bandera nacional, y añadieron que tomarán acciones legales por el uso indebido y sin previa autorización de su imagen.
Pero el papelón lo hicieron los rusos. La federación de baloncesto tampoco está dirigida por cualquiera, sino por una estrella deportiva en Rusia: el ex jugador de la NBA Andrei Kirilenko. En declaraciones a Match TV, se sacó responsabilidades de «Nos gustaría subrayar que todas las interacciones con el equipo colombiano tuvieron lugar a través de canales oficiales. En el momento de la invitación del equipo, se establecieron contactos con el presidente legítimo de la federación», dijo el ex deportista, a lo que añadió: «No utilizamos canales no oficiales para la interacción, todo fue a través de fuentes verificadas».
Cuando Kirilenko fue consciente del engaño, ordenó suspender el tercer partido, que se tendría que haber jugado el viernes 23 contra la selección anfitriona. «Después del primer encuentro, entendimos que el nivel del equipo colombiano está por detrás de lo que se esperaba, lo que causó cierta decepción para todos nosotros», explicó. «En este sentido, ya hemos revisado el calendario y el formato del torneo para garantizar una competición más equilibrada y competitiva».
El Torneo de la Amistad se organizó para mayor gloria rusa en un trofeo en el que no tendría enemigo, y sin embargo ha hundido los pies de los organizadores en el descrédito. Por otro lado, y aunque aún tengan que encarar querellas en su país, los jugadores colombianos siempre podrán decir eso de que les quiten lo jugado.
Los rusos también, porque ganaron a todos los demás, pero se les quedó una cara muy distinta a sus responsables. Esperemos que Vladímir Putin no los mande a Siberia a modo de castigo, como se hacía antiguamente.