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Elena Congost: «He ganado una medalla mucho más grande y para toda la vida»

La paralímpica española perdió el bronce en la maratón femenina tras ayudar a su guía a escasos metros para la meta

Elena Congost: «He ganado una medalla mucho más grande y para toda la vida»

La atleta Elena Congost junto a su guía tras cruzas la meta. | Reuters.

Es Elena Congost, la atleta paralímpica española que el pasado 8 de septiembre perdió su medalla de bronce en la prueba de maratón femenina. Y lo hizo por un gesto de humanidad, de ayudar a su guía Mia Carol, que se iba al suelo a escasos metros para la meta por culpa de unos calambres. Un gesto que provocó que soltase la cuerda que les une por un segundo y la descalificación.

Pasadas las semanas en THE OBJECTIVE hemos hablado con ella. Está más calmada y segura que cobrará la beca de 30.000 euros que le corresponde. Además, luchará en los tribunales que le reconozcan la medalla. Pero además tiene la medalla mundial del reconocimiento de su gesto en París.

PREGUNTA.- Pasados los días, ¿qué sentimientos te fluyen?

RESPUESTA.- Los primeros días era rabia, indignación, pero han sido tantas las muestras de cariño que he recibido en todo este tiempo de todo el mundo que ahora mismo siento paz, calma y satisfacción.

P.-¿Cuántas veces ha pasado por tu cabeza lo sucedido?

R.-Unas cuantas, la verdad, sobre todo el primer día, porque no me lo creía. Porque podríamos haber logrado ese bronce de mil maneras, pero la reacción fue la que fue. La verdad que he intentado no revivirlo muchas veces porque no saco ya nada de lo sucedido.

«Desde el kilómetro 30, Mia ya me empezó a decir que iba muy mal»

P.-Cuéntame un poco, ¿cómo lo recuerdas? 

R.- Recuerdo que fue una carrera donde yo fui muy bien desde el principio. De hecho, Mia me decía que «me frenara». Fue a partir del kilómetro treinta cuando ya me empezó a decir que iba muy mal. Pero, pese a todo, nos iban cantando la distancia que teníamos con la cuarta y cada vez era mejor. 

Pero Mia cada vez iba peor, de hecho, ya me decía que no tirase porque le dolía. Lo que no imaginaba jamás es que a falta de diez metros le dieran calambres en las dos piernas. Es entonces cuando intento cogerlo y cuando se soltó la cuerda. No pudo ser más de un segundo.

¡Pero debería haber alguien muy atento en la línea de meta! ¡Porque no llegó ni a un segundo! Y media hora después de ganar la medalla fue cuando me comunicaron la noticia. Y que no había posibilidad de cambio. Era el peor desenlace. 

P.- ¿Volverías a hacerlo?

R.- Sin duda que volvería a hacerlo, más viendo todo el apoyo que estoy recibiendo de todo el mundo. Y donde todos coinciden en señalar el valor de poner por delante el compañerismo de una medalla, que no deja de ser un objeto.

«La decisión del juez va en contra de los valores del olimpismo»

P.- Parece inexplicable que el movimiento olímpico ataque estos gestos de vida.

R.- Sí, la verdad que sí. Yo creo que el juez, cuando los japoneses fueron a reclamar, sólo se fijó en el hecho. En ningún momento se paró a interpretar la norma. Además, es una norma que se hizo y luego se cambió hace varios años porque, anteriormente, se permitía a los atletas poder soltarse en los últimos veinte metros, pero esto provocó que en las carreras de velocidad en pista como los 100, 200 y 400 metros, los guías hacían como una especie de catapulta para los atletas. Los guías les empujaban, con mucha fuerza, para que pudieran ir mucho más rápido en esos metros finales. Esto provocó además muchos empujones, accidentes, porque se cruzaban los atletas. Pero esto no tiene nada que ver.

«La decisión que han tomado va claramente en contra de los valores del olimpismo»

P.- ¿Ha hablado contigo alguien del Comité Paralímpico internacional?

R.- No, con nadie. Sí he hablado con alguien del departamento jurídico del Comité Paralímpico Español para pedir por favor que lo luchen. De hecho, me consta que están preparando un escrito ante el TAS para que revisen lo ocurrido. Ya ha habido más casos donde se han corregido actuaciones si un juez se equivoca. Además, yo me voy a personar y quiero llevar el tema al Comité Paralímpico Internacional.

P.- ¿Sientes que te han robado?

R.- Sin duda, porque si hubiera sucedido a mitad de carrera o yo no he hecho bien mi competición, no te queda más remedio que reconocerlo. Pero aquí mi actuación fue muy impecable. De hecho, si mi guía hubiera estado bien, habríamos alcanzado incluso a la atleta que estaba en segundo lugar. Llegué a la meta, quedé la tercera y a la media hora me robaron mi medalla. Esa medalla me la he ganado y es mía. Es un robo. 

«Me han asegurado que tendré la beca de 30.000 euros»

P.- Sigues llorando cuando lo recuerdas…

R.- No, de hecho, no tengo un recuerdo amargo de los Juegos, al contrario. Porque creo que he llegado en un gran momento después de volver tras muchos años de ausencia porque he sido madre de cuatro hijos. Además, salió todo perfecto. No tengo derecho a tener un mal recuerdo. Ahora tengo la paz que me da sentirme apoyada por mucha gente y que además me está abriendo muchas puertas.

P.- ¿Qué te dice de todo esto Mía Carol? ¿Indignación, disculpa?

R.- Él estaba muy enfadado al principio, pero conforme fueron pasando las horas ya estaba más tranquilo. Nadie ha echado la culpa a nadie. 

P.- Una decisión que supone 30.000 euros de beca. ¿Crees que han jugado con tu pan?

R.- Sí. De hecho, uno de los objetivos de estos Juegos donde regresaba tras ser madre, como te dije anteriormente, era recuperar mi beca. Porque este último año he tenido que hacer un gran esfuerzo, me he dedicado en cuerpo y alma a prepararme. 

Al final, consigues la medalla, que has recuperado tu sueldo, una estabilidad para poder ir a los Juegos de los Ángeles, que serán posiblemente los últimos. Y de repente, me quedo sin mi sueldo y sin mi reconocimiento. 

Todo el mundo ha visto que he salido la tercera. Desde el Comité Paralímpico español me han transmitido calma y eso es muy importante… Me han confirmado que tendré la beca, pero que tengo que tener calma porque ahora hay elecciones. Pero que cuando me la den tendrá carácter retroactivo. Pero me han insistido que tengo que tener paciencia y calma.

P.- Porque si no, ¿cómo das de comer a tus cuatro hijos?

R.- Pues sí. Este último año ha sido una apuesta y hemos tenido que tirar con el sueldo de mi marido y ahora, inicialmente, tendrá que ser igual.

«Al principio les dije a mis hijas ni un te quiero y ni un abrazo. Estaba muy enfadada»

P.- ¿Cuál ha sido el mensaje y el gesto que más te ha gustado?

R.- He recibido tantos. Por un lado, los mensajes de las personas cercanas, con tanto cariño. Han sido un chute de energía. Y luego están todos los que he recibido de gente que no conozco. He ganado una medalla mucho más grande que la de bronce, la medalla a la humildad, compañerismo. Es una medalla para toda la vida.

P.- ¿Cómo se lo has explicado a tus hijos?

R.- Dos de mis hijas, de cuatro y seis años, estaban allí viendo la carrera en persona. Cuando me acerqué a ellas, estaba muy enfadada y llorando. Porque yo nunca les oculto mis sensaciones. Les dije que ni un «te quiero» ni un abrazo. Y ellas vinieron y se pusieron a llorar a la vez que me decían que ¡cómo me podían castigar por ayudar a tu guía! Y hubo que explicarlas que las normas a veces no son justas.  No sé si a día de hoy lo entienden. Ya al rato me fui calmando porque no se lo merecían. 

P.- Sufres una discapacidad visual, ¿desde cuándo?

R.- Es una discapacidad visual de nacimiento, una malformación del nervio óptico. Ahora mismo casi no veo nada.

P.- ¿Y cómo llegas al atletismo?

R.- En el colegio me gustaba mucho hacer cross y además siempre ganaba. Y dado que me gustaba mucho, y casi siempre ganaba, lo tuve claro que quería dedicarme al atletismo

P.- Qué epitafio pondrías a todo esto…

R.- Los valores por encima de las normas.

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