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Sandra Gómez, única mujer sobre una moto en el 'rally' Dakar: «Es obsesivo, más que adictivo»

La piloto madrileña comparte sensaciones con THE OBJECTIVE tras completar la carrera más desafiante del mundo

Sandra Gómez, única mujer sobre una moto en el ‘rally’ Dakar: «Es obsesivo, más que adictivo»

Sándra Gómez, única mujer que ha competido en la categoría de motos en la última edición del Rally Dakar. | Cedida

Sandra Gómez, madrileña y piloto de motociclismo, ha sido la única mujer en competir en la categoría de motos en la última edición del Rally Dakar. No era su primera vez en la prueba más dura del mundo, pero sí la que más ha disfrutado. Tras cruzar la meta, reconoce que ya piensa en volver el año que viene, porque el Dakar, no es solo una carrera, es una obsesión.

En esta conversación con THE OBJECTIVE, Sandra habla del sacrificio que implica su pasión, de las renuncias que ha tenido que hacer para llegar hasta aquí y del machismo que, aunque no lo siente dentro de la competición, sigue estando presente en el entorno y en las marcas. También analiza los peligros de una carrera en la que «en un segundo puedes perder meses de trabajo» y comparte cómo ha sido enfrentarse al reto más extremo del motor, sola sobre su moto y con la única certeza de que cada kilómetro recorrido es una victoria en sí misma.

PREGUNTA.- Han pasado los días, Sandra. ¿Sigues con el subidón o ya has logrado bajar a la tierra?

RESPUESTA.- No bueno, yo creo que ya he bajado a tierra, ya voy descansando. Pero todo lo larga que es la carrera, es verdad que el bajón te viene más tarde y lentamente. El Dakar no es una carrera cualquiera, ni para competir ni para descansar después. Poco a poco ya no sueño que voy en moto en las dunas como en los primeros días y voy descansando. 


P.- Ganadora de la categoría femenina. ¡Qué fuerte suena eso!

R.- Ganadora en féminas suena bien. La pena es que sólo estuviera yo pero la verdad es que para nada he llegado y me han dado el trofeo. El Dakar hay que terminarlo y yo no me obsesioné con ese trofeo porque seguramente hubiese hecho un puesto mucho más atrás porque hubiese ido más tranquilo. Pero soy una picada y cada día salía con cabeza pero a competir en un Dakar. Me picaba con todos los pilotos y luego me ha venido por condición de sexo el trofeo. Me lo he tomado como la medalla que te dan por acabar, como «finisher» , en representación de todas las chicas. Es una pena que sólo haya estado yo y espero que no pase muchas más veces. 

«Es el Dakar que mejor me lo he pasado»


P.- ¿Cuál es el momento más imborrable de esta edición?

R.- Esta edición tiene muchos momentos porque creo que es la vez que mejor me lo he pasado. Tenía a mi lado buenos pilotos, con buen ritmo y que entrenan para estar ahí. Y me exigían también a mí para hacerlo bien. No tengo un momento, tengo muchos. Y es con ellos. Tanto montando en moto como hablando en los descansos, al acabar la etapa. La verdad que lo he disfrutado con Lorens Santolino, otro de los mejores pilotos españoles. Me lo he pasado muy bien.


P.- Pero además 41 en el puesto general… la segunda mejor española de su clase. ¿El Dakar es adictivo?

R.- Bueno, yo creo que es un poco obsesivo más que adictivo. Como es una vez al año, quieres estar. Y como tiene tanta repercusión para un deportista, quieres estar. Entonces llegas un poco a obsesionarte con querer estar y eres un poco dependiente en buscar todo para llegar, entrenar para llegar en la mejor forma posible.

«En esta carrera tu vida está en peligro cada día y cada momento»


P.- ¿Y cuál es el peor momento que has vivido?

R.- Algunas de las caídas que tuve y que no sabes cómo estás tú y la moto. Es que en cualquier segundo en el Dakar se va al garete el trabajo de muchos meses. Y ahí es donde peor lo pasas. También lo pase mal en la etapa segunda o tercera donde había mucho polvo. Llevábamos un ritmo muy lento por el polvo que había y nos cogieron enseguida los coches. Los coches estaban equivocándose y las motos íbamos detrás de ellos. Empezaron a cruzarse los coches y de pronto me encontré a uno de ellos enfrente a cuatro o cinco metros. Uff¡¡¡ Hubo mucho tensión ahí pero por suerte al final queda como una anécdota.


P.- ¿Has llegado a pensar en algún momento que tu vida estaba en peligro ?

R.- Es lo que tiene esta carrera que tu vida está en peligro cada día, cada momento y lo sabes. Cuando vas, lo aceptas y es parte de la competición. Algún día en algún momento vuelve a la cabeza ese pensamiento. Yo, el día 3 o 4, lo tuve un poco y lo hablé con un piloto que me reconoció que a todos nos pasa. No sólo a mí. Hay peligro, lo sabes. Tú vas encima de la moto y lo manejas todo. No hay que pensarlo mucho. 


P.- ¿Que se siente cuando uno llega y completa la carrera entera?

R.- Este año poder llegar era especial. Ya cuando llegabas y veías que la gente te miraba porque estaban esperando y tenías que pasar las últimas dunas. Sientes una calma porque los días pasan lentos los primeros días de competición y quedan mucho. Pero de repente se acaba todo. De repente se te pasan dos semanas por la cabeza en ningún momento. Es una gran satisfacción porque has pasado momentos duros tanto física como psicológicamente y terminar es un alivio. Ya estás en la meta.


P.- ¿Has llegado a llorar en algún momento del Dakar por impotencia, dolor ?

R.- No he llegado a llorar en el Dakar. Lloré hace dos años cuando me fui a casa porque se había roto la moto. Lloraba por impotencia. Pero este año ha ido todo bien y he cuidado la moto, también a mi. En este Dakar no ha habido llantos.

«Sí hay machismo en el mundo del motor y las marcas»


P.- ¿Cómo llega esta madrileña al mundo del motor?

R.- Llego al motor por culpa de mi padre, que le encanta el trial y compite a nivel regional y nacional. Hago motocross un poco más mayor por culpa de mi tío, que también compite, pero también mi madre, que le gustó cuando conoció a mi padre y nos animó tanto a mi hermano como a mí.

Sandra Gómez sobre su moto durante una de las etapas del rally. | Cedida


P.- ¿Hay machismo en el mundo del motor?

R.- Bueno no sé si es machismo o no. A mí no me insultan por ser una mujer subida en una moto, como pasaba hace unos años. Pero, sobre todo con los pilotos, te tienes que ganar el respeto. A veces me siento como un junior llegando a la categoría senior, que tienes que hacerte tu hueco. Y eso sí que lo noto. Cuando empecé en «hard enduro», era como una junior llegando. Cuando he estado los primeros días con el grupo de pilotos que vas a competir los 14 días, había… bueno, es normal, no creo que sea sólo a mí. Machismo en el mundo del motor de cara a marcas, sí. Hay una brecha bastante grande. Ya no me creo eso de que las mujeres no venden. Diría que en eso sí hay machismo. En cuanto al compañerismo con los pilotos, no lo siento. 

 P.- ¿Y en el Dakar?

R.- En el Dakar con los compañeros te tienes que hacer un hueco. Pero no sé si es por ser mujer o no. Eso habría que preguntar a otro piloto. En cuanto a ayudas, hay falta de confianza en que una mujer o grupo de mujeres puedan dar un espectáculo. Creo que sí lo podemos hacer y sería bonito. Hay mucho partido por sacar por las marcas del motor y fuera. Hay una competición que todavía no se ha hecho.

«Hasta bastante mayor no llevaba color rosa y no me ponía faldas»

P.- ¿Alguna vez Sandra ha tenido que escuchar eso de ser un marimacho?

R.- Eso es de una época más antigua. Cuando empecé a hacer trial sí que era la «niña» o la «chica». Pero no lo de ser un marimacho, sino la chica o la niña que hacía cosas diferentes. Yo tampoco me identificaba como una persona normal. De hecho, hasta bastante mayor no llevaba color rosa, no me ponía faldas. No porque no me gustasen, sino porque no me identificaba con las chicas que llevaban esas cosas. Me veía diferente. Pero los chicos no me llamaban marimacho de pequeña, y más mayor tampoco. 

P.- ¿Cuantas cosas ha tenido que renunciar Sandra para llegar a donde ha llegado?

R.- A muchas cosas, por ejemplo no he podido acabar mi carrera de fisioterapia porque era incompatible. He tenido que renunciar a tener una vida como cualquier otra vida de un niño adolescente, a tener fiestas. También me duele mucho no haber estado en momentos bonitos y duros. No he podido estar cuando un amigo ha fallecido. Y esas son las cosas que duelen. Pero todo tiene su precio. También he renunciado a tener una vida más cómoda. Haber acabado la carrera, un trabajo. Una comodidad de tener un sueldo a final de cada mes. Al final vivo haciendo malabares para poder llegar a final de mes y pagar una hipoteca pequeña. Todas las cosas que hago son en el mundo del motor. Pero tampoco me puedo dedicar al 100%. Es el precio que hay que pagar por ser una mujer en el mundo de motociclismo que es todavía un mundo de hombres.

P.- ¿Por qué una moto o no un coche?

R.- Pues porque mi padre era motorista. En mi casa había motos y no coches. Nos viene de familia.

Sandra Gómez levantando su trofeo tras completar la carrera. | Cedida

P.- ¿Qué sueña cuando le viene a la cabeza el Dakar?

R.- Ahora sueño con poder volver en una moto que fuese puntera. Estoy super agradecida a Fantic, no ha habido problemas, pero me gustaría si es con ellos o con otra marca, tener una moto en primera línea y ver hasta dónde es capaz de llegar Sandra.

P.- ¿Dígame algo de Carlos Sainz?

R.- Para mí ha sonado mucho en casa por parte de mis padres y mi tío. Todos tienen admiración hacia él. Cuando he podido darle la mano, he sentido respeto. Eran otros tiempos y no lo pude vivir. Ahora le veo como un piloto que no es de mi época, siento respeto. Es un pilotazo.

«Me gustaría ser madre, no sé cuándo será el momento»


P.- ¿Qué hace Sandra cuando no está pensando en el mundo del motor?

R.- Cuando Sandra no está pensando en el mundo del motor, está pensando en cómo llegar a las carreras. En mi vida, mis trabajos en la Federación Española, en dar mis clases a los niños de trial. Todo gira en torno al motor. En el tiempo libre, soy muy amante de la naturaleza, y en mis entrenamientos ya meto montar en bici, salir a correr e ir a escalar. Cuando no hago nada eso, lo que más me gusta es estar con mis amigos y mi familia. Echarnos unas risas y ya está. 

P.- ¿Y qué piensa hacer que todavía no ha hecho en la vida?

R.- Me gustaría ser madre, no sé cuándo será el momento. Lo tengo complicado porque a lo largo de la vida vas haciendo escalones, a subir más y más. Otro campeonato, otro sponsor, más negociaciones, mejores condiciones. Y por un lado ser madre va a parar esa rueda y va a deshacer lo que llevo 30 años haciendo. Pero bueno es algo que me gustaría. Y no sé cómo hacer para que le rueda haga un impasse y luego siga rodando. 

P.- ¿Qué lleva siempre encima en cada etapa?

R.- Llevo mucha comida, como reconocen los mejores pilotos. Y llevo una navaja en el bolsillo. Y luego la usamos todos, no sólo yo. 


P.- ¿Tiene alguna superstición?

R.- No soy supersticiosa, no tengo manías. Lo que sí, en el Dakar y en las competiciones tienes que tener un protocolo para comprobar que todo está bien. Pero no por manía, sino como preparación.


P.- ¿Una isla donde perderse?

R.- Me perdería en Cercedilla la verdad. Cada día estoy menos allí y lo echo de menos porque sé que tiene rincones que todavía no he descubierto. 

«Ser duro, es duro»

P.- ¿Un ídolo?

R.- Mi hermano Alfredo.

P.- ¿Un epitafio?

R.- Una mini frase que le digo a los chavales que entreno y que me han recordado ellos cuando he competido en este Dakar: «Ser duro, es duro».

P.- ¿Alguna cosa más por añadir?

R.- Sólo añadir que lo que más flipa del Dakar es la gente que lo sigue. Toda la gente que me ha puesto mensajes, y eso que allí apenas tienes cobertura. La verdad que es un apoyo muy grande. Hasta dónde llega esta carrera. Y espero que me sigan siguiendo ya que hay muchas competiciones. Darles las gracias a todas esas personas 

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