Con Mbappé no es suficiente: sus 39 goles marcan un récord 'amargo'
Mbappé ya es, oficialmente, el mejor debutante en la historia del Real Madrid

Mbappé celebra el tercer gol del Real Madrid contra Las Palmas. | Ana Beltrán (Reuters)
Mbappé ya es, oficialmente, el mejor debutante en la historia del Real Madrid. Después de su hat-trick al Barça en Montjuic Kylian alcanza unos estupendos 39 goles que le sirven para superar por dos a Iván Zamorano. El chileno, que hizo 37 en su primer año vestido de blanco, ha conservado la marca durante 32 campañas. Un récord batido por el francés que, aun así, le deja un regusto amargo.
Porque ganar el Trofeo Pichichi por delante de Lewandowski (el polaco lleva 25 y Mbappé 27) está muy bien, pero uno viene al Real Madrid buscando títulos colectivos (especialmente la Champions) y estos, en su primera temporada, de momento se traducen en una Supercopa de Europa y una Copa intercontinental.
Falta la caza mayor (Champions y Liga). Kylian tiene su parte de culpa, pero donde no se le puede reprochar (salvo un par de llamativos borrones) que no lo haya intentado todo.
Presente en las finales
De hecho, Mbappé ha aparecido en todas las grandes citas. Vacunó a la Atalanta la primera vez que se puso la camiseta del Madrid en la final de la Supercopa de Europa. Puso el primero en el electrónico en la finalísima de la Intercontinental contra el Pachuca mexicano. Adelantó al Madrid ante el Barça en la Supercopa de España en Arabia. Y lideró la remontada (que finalmente no fue tal) en la Final de la Copa del Rey con un gol de falta también contra los culés.
O lo que es lo mismo: Mbappé ha marcado gol en las cuatro finales que el Madrid ha disputado esta temporada. Además, ha sido quien más y mejor ha sabido castigar al intratable FC Barcelona en los cuatro duelos directos, con cinco tantos de los siete marcados por el Real Madrid a los catalanes.
Ausencias claves
Si algo se le puede reprochar a Kylian esta temporada es sin duda su desaparición en las grandes noches de Champions y su cruce de cables cuando fue expulsado frente al Deportivo Alavés por una brutal entrada sobre Antonio Blanco.
En la Copa de Europa no supo hacer la diferencia ni en la eliminatoria contra el Atlético de Madrid ni, sobre todo, en el cara a cara ante el Arsenal. Aquella ocasión fallada contra los londinenses en la ida, con 0-0 en el marcador pudo cambiarlo todo. Y su inoportuna lesión en la vuelta le valió recibir unos duros silbidos del público de un Santiago Bernabéu que parecía reclamarle un esfuerzo extra.
Lo de la entrada a Blanco no lo entendió nadie, ni él mismo. Sólo se puede explicar desde la frustración que probablemente arrastraba por su pobre actuación en la ida de la Champions frente a los ingleses. La única noche remarcable de Kylian en Europa se limita a la vuelta ante el Manchester City de Guardiola en Concha Espina, donde su variado triplete hizo vibrar a todo el madridismo.
Fuera de sitio
Todas estas estadísticas, sensaciones, presencias, ausencias y desempeño del, probablemente, mejor futbolista del mundo, han venido marcadas por un factor fundamental: Mbappé ha jugado fuera de su sitio natural toda la temporada. Algo que el galo ya sabía que podía suceder cuando firmó por un Real Madrid que tenía (y tiene) a Vinícius Júnior como dueño de su banda predilecta, la izquierda.
Pero esto no solo va de Vini y su posición. Va de un dibujo supeditado a los cuatro supercracks en el ataque que hasta hace bien poco tenían que jugar juntos sí o sí y donde el damnificado siempre ha sido Rodrygo. Con la salida de Ancelotti y la llegada de Xabi Alonso, la cosa (a falta de un careo entre ellos) pinta mal para Goes. El dibujo del tolosarra pasa por jugar con dos delanteros, así que en teoría… ¡sobra uno!
A falta de tres partidos para acabar una Liga que ya sólo vale para engordar las estadísticas (y ojo, para vencer a Lewandowski en la lucha por el reconocimiento como máximo goleador), todos los esfuerzos del Madrid y de Kylian pasan por el Mundial de Clubes.
Un escenario planetario donde Mbappé aún puede coronarse campeón, batir su mejor guarismo personal (que suponen los 44 goles del curso pasado con el PSG) y así dulcificar su ‘amargo’ récord.