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Opinión

Wimbledon es una picadora de carne en primeras rondas

«Sinner vuelve a ser una apisonadora y ya duerme por las noches tras los desvelos de la arcilla»

Wimbledon es una picadora de carne en primeras rondas

El tenista Jannick Sinner. | Gonzalo Fuentes (Reuters)

Wimbledon es una picadora de carne en primeras rondas. A casa Medvedev, Rune, Tsisipas, Cerundolo, Zverev y Mussetti… Cabezas de serie sin cabeza ya. Y Alcaraz a punto de seguir su ejemplo por tan solo unos puntos, que el resto cortado y red de Fognini le sacaron de sus casillas.

Sinner vuelve a ser una apisonadora y ya duerme por las noches tras los desvelos de la arcilla. Prefiere los verdes pastos, o eso cree, pues cada vez son más parecidos, grass to clay, por el cambio de césped y bolas de hace unos años, sumados al calor récord que viene haciendo.

El mérito de verdad lo tenía Borg, que hizo el doblete París-Londres hasta cinco veces cuando las condiciones eran de verdad antagónicas.

Pero volviendo al austriaco, perdón, al alemán, ¡perdón! al italiano, es engañoso. Tiene en el otro extremo del cuadro a su pesadilla y, a medida que avanza el torneo, la central de la Catedral se irá pareciendo más y más a la Chatrier, con sus hierbajos repelados como la cabeza de Agassi tras los deslizamientos y pisotones de las mejores raquetas del mundo. Día tras día sube la intensidad, son más largos los intercambios, se erosiona y deteriora más la superficie. Y se irá magnificando el tamaño de Carlitos al aproximarse, set tras set, desde el horizonte que se divisa al otro lado de la red.

Es su némesis y, para cuando se crucen, si es que esto ocurre, será Carlos y no Carlitos, el gigante al que vislumbre enfrente, el único que le ha hecho dudar en su año triunfal, el único que atestigua que su número uno es de latón y no de ley, pues le ha ganado cinco de cinco y la última vez en un espectáculo planetario y doloroso de contemplar, casi tanto como el KO de Topuria-Oliveira.

Un ejercicio de autoestima salvaje que tanta confianza ha dado al español como restado al italiano en su head-to-head. ¿Le temblarán las piernas a Jannik la próxima vez que midan sus raquetas si es que el cruce se produce en la final? A saber, pues todavía está en el camino el viejo oso de Belgrado que ayer también engulló a su oponente con la comodidad de quien se zampa una aceituna con el vermut del aperitivo.

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