La limitación de mandatos en el deporte tumba a un barón de Villar, mientras Blanco la bloquea
Tras la llegada de Sánchez a La Moncloa, el presidente del COE ha tenido carta blanca en el deporte español

Alejandro Blanco y Pedro Sánchez, en la Gala del COE. | AFP
Ocho años después de la detención de Ángel María Villar por la operación Soule contra la corrupción en el fútbol español, todavía hay seis barones que permanecen en sus “cortijos” como presidentes de federaciones territoriales de fútbol: Marcelino Maté en Castilla y León, José Miguel Monje en Murcia, José Ángel Peláez en Cantabria, Rafa del Amo en Navarra, Diego Martínez en Melilla y Antonio García Gaona en Ceuta. El séptimo, Jacinto Alonso Marañón, cayó este mes de agosto por mor de la limitación de tres mandatos de cuatro años impuesta en 2015 en la Ley del Deporte de La Rioja, mientras Alejandro Blanco la frenó en la nacional promovida por el CSD en 2022.
Esta restricción temporal en el poder parece en muchos casos la única fórmula para terminar con mandatarios que secuestran esas entidades para su propio beneficio y el de su entorno más cercano. Alonso fue uno de los presidentes territoriales investigados en la operación Soule y, aunque finalmente exonerado, el auto inicial evidenció que se lucró de su posición a través de negocios familiares.
La dinastía Alonso
Durante sus 13 años de mandato, Jacinto Alonso ha sido un claro ejemplo del clientelismo federativo. Desde que en 2012 alcanzó la presidencia riojana, inició una relación comercial con la aseguradora Helvetia en su condición de agente y corredor de seguros a través de su empresa familiar, Jacinto Alonso e Hijos SL.
La relación mercantil arrancó, siempre según el auto judicial, en la Federación Riojana y, posteriormente, alcanzó a la Mutualidad de Futbolistas (Mupresfe) y a la propia Real Federación Española de Fútbol (RFEF), que habrían abonado a Helvetia, entre 2009 y 2015, la cantidad de 1.989.424,70 €, con el consiguiente aumento de ingresos personales de la intermediación de la empresa de Alonso, que dobló su beneficio, pasando de 69.803,24 € en el año 2009 a 134.972,00 € en el año 2015.
Además de los beneficios económicos citados, no dudó en colocar a varios familiares. Su hijo Javier Alonso es el director deportivo de la Federación Riojana de Fútbol, su primo Fernando Olalde fue colocado en la Mutualidad a costa de una anterior empleada, y a su sobrino Chuchi Alonso le ha tenido a su lado hasta el punto de ser su delfín en las elecciones, tras fallar en el intento de que el gobierno autonómico anulara esa ‘maldita’ limitación de mandatos que ha impedido presentarse a Jacinto.
Finalmente, tras otras elecciones federativas plagadas de conflictos, el heredero de los Alonso perdió en las urnas ante la dupla del nuevo presidente Gustavo Sáenz y el exfutbolista Raúl Ruiz.
El intento de Alonso de, primero, convencer a los políticos para permanecer en el cargo sin restricciones y, posteriormente, colocar a su sobrino, no deja de ser lógico en un ecosistema donde esa limitación es considerada el peor enemigo por dirigentes que, en un gran número de casos, saben que no encontrarán otro lugar donde, sin arriesgar nada, consigan mayor lucro y poder.
Sin rubor
Son innumerables los casos que han cambiado de rumbo limitando primero los mandatos y quitando luego ese tope, o ampliando sus legislaturas con el beneplácito de sus entregadas asambleas.
Esta estrategia tiene su corazón en la cúpula de una pirámide, que ocupa desde hace cuatro décadas el superministro del deporte de Pedro Sánchez y presidente del Comité Olímpico Español (COE), Alejandro Blanco.
Tras los Juegos de Río 2016, Blanco anunció, a bombo y platillo, que sería su último mandato. Sin embargo, acaba de ser reelegido rumbo a los 24 años en el poder, incumpliendo la Carta Olímpica que permite dos mandatos: uno inicial de ocho años y un segundo de cuatro. Lo peor es que los resultados en los Juegos cada ciclo olímpico nos deja más lejos de países similares a España.
El tope de mandatos también ha posibilitado el cambio en el Comité Olímpico Internacional (COI), donde Thomas Bach no pudo presentarse a unas elecciones que por primera vez han aupado al trono del olimpismo a una mujer, la exnadadora zimbabuense Kirsty Coventry. Todo a pesar de un movimiento, que apoyó públicamente Blanco, para que Bach se planteara quitar la limitación y continuar en el cargo.
La complicidad del Gobierno
El clientelismo del deporte español no sería posible sin la permisividad de los diferentes gobiernos, como lo demuestran antecedentes que se remontan al conocido “Decreto anti-Porta” de 1984, una normativa pionera que estableció un límite de tres mandatos consecutivos para impedir la perpetuidad en la presidencia de Pablo Porta en la Real Federación Española de Fútbol.
Aquel Real Decreto 643/1984, que promovió el entonces secretario de Estado para el Deporte Román Cuyás, supuso un hito en la regulación del poder en las federaciones deportivas en España. Sin embargo, en 1996 su homólogo en el cargo, Rafael Cortés Elvira, derogó esa norma e impulsó el Real Decreto 253/1996 que volvió a abrir las puertas a la perpetuidad de los dirigentes deportivos.
Cortés Elvira y el clientelismo
La norma impulsada por Cortés Elvira fue el paso más letal para la evolución del deporte español y la promoción de un clientelismo, que ha terminado en innumerables casos de corrupción y en la judicialización constante de unas elecciones controladas por lobbys jurídicos que, con la connivencia del Consejo Superior de Deportes (CSD), controlan las juntas electorales federativas.
Esa libertad de mandatos permitió que Ángel María Villar, en esa época entrando en su última legislatura como presidente de la RFEF, continuara en el cargo sin restricciones temporales, mientras contrataba a la esposa del citado Cortés Elvira, la doctora Helena Herrero, que terminó siendo jefa de los servicios médicos de la RFEF hasta el fin del Villarato.
“Así se pagaban los favores”, cuenta una fuente autorizada de aquella época que recuerda cómo “Cortés Elvira también hizo negocios con pingües beneficios con la Federación, especialmente desde la empresa Santa Mónica. Todo apoyado con su buena relación con Juan Padrón”, el que fuera todopoderoso vicepresidente económico y que actualmente está a un paso de sentarse en el banquillo en la Soule.
La conexión Alejandro Blanco-Pedro Sánchez
Al igual que Ángel María Villar, Rafael Cortés Elvira también fue “hermano” de Alejandro Blanco hasta que “se enfadaron cuando Alejandro se decantó por la Universidad Católica de Murcia (UCAM), en lugar de por la Camilo José Cela, cuyo rector era Rafa”, nos relata alguien que lo vivió muy de cerca.
Antes de esa ruptura, un compañero de partido del rector de la Universidad Camilo José Cela, el incipiente político de las juventudes socialistas de nombre Pedro Sánchez Castejón, se matriculó en febrero de 2010 en un programa de doctorado que concluyó con la máxima calificación, apto cum laude, en la tesis doctoral que presentó el 26 de noviembre de 2012 ante un tribunal calificado por otros profesores como “mediocre”, en el que uno de los miembros fue el recién doctor Alejandro Blanco Fernández, hijo del actual superministro del deporte, Alejandro Blanco Bravo.
Esa conexión entre Sánchez y la familia Blanco ha perdurado en el tiempo. Tras la llegada del actual presidente a La Moncloa, Blanco Sr. ha tenido carta blanca en el deporte español, primero con Luis Rubiales como socio y después en solitario, para imponer sus criterios por encima de presidentes del CSD que han ido cayendo uno detrás de otro: María José Rienda, Irene Lozano, José Manuel Franco y Víctor Francos.
En la actualidad, José Manuel Rodríguez Uribes vive genuflexado, aceptando que quien manda es Blanco, desde una sillón que le permite disfrutar de los grandes eventos de nuestro deporte, simplemente manteniéndose de perfil en cualquier asunto que interfiera con el presidente del Comité Olímpico. “Lo triste es que el CSD está en plena descomposición y el deporte va sin rumbo”, susurran desde varios rincones de un organismo en el que se da por hecha la salida a final de verano del máximo responsable de Alta Competición, Aitor Canibe.
La subyugación del CSD ante Alejandro Blanco tuvo su punto álgido cuando, en la Ley del Deporte, que 32 años después reemplazó a la de 1990, tuvieron que quitar la limitación de mandatos que se recogía en el primer borrador, obligados por la fuerza del presidente del COE ante Moncloa.
Si a Blanco Sr. le ha ido bien durante el mandato de Sánchez, al que fue vocal del tribunal de la tesis del presidente, Blanco Jr., tampoco le ha ido mal con este Gobierno. Aunque su trayectoria en la administración pública arrancó con anterioridad, durante el mandato de Sánchez ha formado parte de carteras ministeriales como Presidencia y Hacienda, mientras continuó siendo representante permanente de España ante la Unión Europea, hasta ser propuesto por el Gobierno y aceptado por el Consejo como su hombre en el Tribunal de Cuentas Europeo, en un mandato que comenzó el 1 de enero de 2024 y que se extiende hasta febrero de 2030.
Limitación en comunidades autónomas
El hecho de que el Gobierno español no limitara sus mandatos en la nueva Ley del Deporte, contrasta con que comunidades autónomas como la referida de La Rioja, Andalucía o Valencia sí la hayan implementado, mientras otras como Galicia o País Vasco están en ello, y en países como Francia u organismos internacionales como FIFA, UEFA o el citado Comité Olímpico Internacional, es una realidad indiscutible.
En España, solo algunos presidentes como Jorge Garbajosa en Baloncesto, Raúl Chapado en Atletismo o Manuel Casado en Motociclismo, la implementaron con convicción, mientras otros como López Cerrón en Ciclismo se negaron a ampliar sus legislaturas, algo que no descarta su sucesor José Vicioso cuando se le pregunta, y que ya han hecho mandatarios del deporte como Miguel Díaz en tenis o Paco Díez en la Federación de Fútbol de Madrid, donde se desliza insistentemente que pretende que haya sucesión dinástica.
Otros como el de Hípica, Javier Revuelta, con 20 años en el cargo, fueron más concluyentes quitando esa norma y siguiendo los pasos de su amigo Blanco, con la ilusión de sucederle algún día en el trono olímpico.
Todos estos presidentes mandan el mismo mensaje: “La limitación es algo que tiene que aprobar la asamblea”. Siempre se les olvida añadir que la mayoría de las asambleas son clientelares entre asalariados, clubes denominados ‘fantasmas’ o barones que protegen a su líder, mientras el CSD mira para otro lado.
El futuro tampoco es halagüeño con Adesp, la Asociación del Deporte Español que impulsó en 2015 Miguel Cardenal como contrapeso al Comité Olímpico y que sigue presidida 10 años después por el mismo dirigente, José Hidalgo, el decano de los cardenales del deporte, que lleva 28 años presidiendo la Federación de Triatlón y que ha pasado de enemigo íntimo de Blanco a convertirse en su vicepresidente en el Comité Olímpico, empezando a aparecer en las quinielas para una sucesión con la que tantos sueñan.
Muchos ven un espejo en la política nacional, lo que no sabemos es quién impulsó este sistema perverso para los ciudadanos. Un virus endémico contra el que ningún gobernante quiere buscar la vacuna. Será porque así les va bien.