Aston Martin cree que puede acercarse a Red Bull pero Alonso tiene el peligro justo detrás
Aunque muchos miren hacia arriba, lo peor para la escudería que dirige Lawrence Stroll va a venir desde abajo, con los Mercedes de Hamilton y Russell
El equipo de Fernando Alonso está crecido. Insisten en el deseo de mantener los pies en el suelo, pero el entusiasmo por el inesperado comienzo de temporada a veces les puede. En las proyecciones más optimistas de Aston Martin entraba quedar cuartos y sin embargo, y tras tres carreras disputadas, están segundos con Mercedes y Ferrari justo tras ellos. La fiabilidad y eficiencia de su monoplaza, y el buen hacer del asturiano, les ha catapultado a un puesto impensable para todos antes de comenzar la temporada, pero saben que lo difícil no es llegar sino mantenerse.
Por eso resulta capital el ritmo de actualizaciones para poder otorgar a sus pilotos —no nos olvidemos de Lance Stroll— un coche que sí puede alcanzar de forma puntual a los inapelables Red Bull. Eso, o al menos que puedan plantar cara a unos Mercedes que están mejorando a toda velocidad, y unos Ferrari que prometen hacerlo antes de verano.
Primeras actualizaciones
En Aston Martin arrancaron en 2022 como penúltimo equipo. Fue tras una serie de mejoras recibidas en el Gran Premio de España, y más tarde otras actualizaciones tras el verano, cuando mostraron una mejora excelente, sobre todo en ritmo de carrera. Su bólido perdía en recta lo que ganaba en curva, aunque los cambios les permitieron acabar séptimos en la tabla final, empatados a puntos con Alfa Romeo. En el seno de la formación confían en su capacidad de mejora, y las primeras modificaciones llegarán este próximo fin de semana, durante el Gran Premio de Azerbaiyán.
El trazado de seis kilómetros que transcurre por las calles de Baku dibujan una pista extraña y poco habitual. Posee una larga recta, rapidísima, y una de la serie de curvas enlazadas más lentas del mundial, justo en la zona de la entrada a la ciudad antigua. Si en la recta los Fórmula 1 frenan a velocidades que superan con facilidad los 350 km/h —por las calles de una ciudad—, en las curvas de la 8 a la 12, hay que hilar muy fino, casi más que en Mónaco. Que le pregunten a Lewis Hamilton, que en 2016 reventó la dirección de su Mercedes por rozar el muro en los entrenamientos. O a Charles Leclerc, que en 2019 entró pasado de frenada en la primera de esas curvas, y si nones por las protecciones casi mete su coche en la óptica que hay en la esquina.
Es una pista que premia a los de manos más finas, y ahí Alonso tiene algo que decir, sobre todo con la excelente tracción desde baja velocidad que muestra su AMR23. Su escudería no ha declarado en que áreas concretas llegarán las mejoras previstas para esta cita, pero sí que llegarán más. En su planificación, recibirán más mejoras en las pruebas de Imola y Canadá, y aunque muchos miren hacia arriba, lo peor para ellos va a venir desde abajo: Mercedes.
El amigo-enemigo
El coco de todos es Red Bull, pero justo tras ellos hay otra guerra y en la que Aston Martin ha trastocado las reglas. Lo que todos esperaban, el equipo verde incluido, era que se repitiera la jerarquía establecida el año pasado con Red Bull liderando y Mercedes y Ferrari justo detrás. Llegaron los de Lawrence Stroll, pegaron un sorprendente manotazo en la mesa, y las piezas del ajedrez salieron volando. Los de Ferrari parecen tener problemas de cierto calado, y todos los observadores coinciden en que van a estar sufriendo algo más de tiempo, con una posible recuperación a medio plazo dentro del calendario. Los que parecen haber recuperado el color en un tiempo récord son los Mercedes, que empezaron la temporada trufados de problemas, y con una celeridad inaudita los han ido solventando.
Solo se han disputado tres carreras y hay datos que lo confirman. Tras los inalcanzables Red Bull están situados en la tabla clasificatoria los Aston Martin, y hasta aquí no hay mucho que añadir; es cuando se comparan sus mejores registros donde se atisban las mejoras. De manera constante, el bólido de Alonso se sitúa a cinco décimas de los monoplazas azules en todas las tandas clasificatorias. Rapidísimo desde el primer día, no parece albergar el ritmo suficiente como para dar caza a Max Verstappen y Checo Pérez, aunque está siempre al acecho por si alguno de ellos falla.
Los que sí han mostrado cambios tangibles han sido justo los primeros que hay a continuación, los Mercedes. Se presentaron en una horquilla entre las seis y siete décimas en la tanda clasificatoria de la primera prueba, y ese déficit de velocidad se reflejó en carrera, con un retraso de 50 segundos con respecto al ganador. En la segunda cita y de mano de George Russell, esa diferencia, se redujo a la mitad, poco más de cinco décimas el sábado, y 25 segundos en carrera como consecuencia ulterior. En Australia la diferencia el sábado se redujo a poco más de dos décimas, con los dos Mercedes ya por delante del mejor Aston Martin en parrilla. El dato numérico al final de la carrera no es claro, puesto que la prueba acabó tras el coche de seguridad, y sin una referencia clara. Lo que sí quedó claro es que los Mercedes se están recuperando muy rápido, y ya han anunciado cambios radicales en la arquitectura de su W14. En Imola liquidarán su exótico y arriesgado diseño actual, para pasar a uno más tradicional, en una zona en la que Red Bull marca la tendencia con su zona de radiadores en plano descendente en el que todos se estañan ‘inspirando’.
El otro plan
El verdadero enemigo de Aston Martin no es Red Bull, al que le va a costar lo indecible dar caza. Puede que el asturiano nos acabe dando alguna alegría en forma de victoria, pero tendrán que darse circunstancias favorecedoras en forma de error azul. De ser así, el bicampeón suele mostrar siempre una eficacia demoledora, rara vez falla, y si ve la oportunidad, siempre la aprovecha. El problema le va a venir desde los ataques de Hamilton y un muy correoso y acertado Russell, con un monoplaza que está recuperando el lugar que se le suponía.
Aston Martin está haciendo un trabajo extraordinario, impactante, pero carece de la experiencia de pelear por victorias y títulos. En principio esto no es malo, pero es que sus competidores si disponen de ella. Todos aquellos con los que se enfrenta de forma directa han desarrollado una cultura del avance y la mejora más contundente, y esto es lo que puede marcar la diferencia en un equipo en crecimiento. Ojalá nos vuelvan a sorprender mientras dan el estirón.