Todos los ojos puestos sobre el nuevo chico maravilla de la F1: Kimi Antonelli
Queda justo un mes para el inicio del mundial y el más joven de la parrilla deja cuestiones en el aire

Kimi Antonelli. | Europa Press
Lo dejó hecho un higo. No existen datos exactos de lo que costó reparar su coche tras el accidente, pero no sería de extrañar que la factura empatase con el precio de un Lamborghini nuevo. Sin embargo, el jefe del conductor se encogió de hombros, sonrió, y dijo: «está bien, forma parte del aprendizaje, es normal».
Pero ni era un jefe normal, ni un coche normal, ni un conductor normal. El jefe, Toto Wolff es el director de la escudería de Fórmula 1 Mercedes, el tortazo con su monoplaza se pudo ir con facilidad al cuarto de millón de euros, y su auriga era Andrea Kimi Antonelli, menor de edad y carente de carnet de conducir el día del impacto.
Este prometedor italiano, con melena rizada y rastro de acné juvenil en su rostro, se subió por primera vez a un Fórmula 1 el 17 de abril de 2024. Durante unas pruebas privadas en el Red Bull Ring austriaco, su bólido alcanzó los 319 km/h. Lo que en carretera abierta hubiera supuesto una larga retahíla de imputaciones de orden criminal, en el seno de su escudería, fue motivo de satisfacción.
Fue lo mismo acaecido el viernes 30 de agosto del pasado año, el día del piñazo. Lewis Hamilton cedió las llaves de su W15 al mozalbete durante los entrenamientos libres del viernes en el Gran Premio de Italia, y el chico aceleraba como un misil para dar caza en el cronómetro al resto de coches en pista. El problema llegó a los diez minutos de salir al asfalto.
Tras recorrer poco más de treinta kilómetros, perdió el control del W15 en La Parabolica, y estampó una de las dos únicas copias existentes en el mundo de uno de los coches más rápidos del universo. El Mercedes quedó dañado, y sus mecánicos agotaron el inventario de recambios tras restañar las heridas del bólido, una tarea que les llevó varias horas.
A pesar del sartenazo y los 52G que soportó el de Bolonia, en Mercedes dieron por bueno el disparatado costo de las reparaciones. Lo que pasó más desapercibido, pero hizo enarcar las cejas de muchos analistas, fue la rapidez con la que el novato adquiría ritmos y velocidades impropios de los que se estrenan. Los datos en la telemetría mostraban que a él costó minutos lo que a otros suele llevar decenas de horas de entrenos. La pregunta que se hacen todos a un mes de comenzar la temporada número 75 de Fórmula 1 es si será capaz de rellenar el hueco que abandona el siete veces campeón del mundo Lewis Hamilton.
Mercedes, el equipo que se ha embolsado el 80 % de los títulos de constructores desde que comenzó la era híbrida en 2014, se confía a George Russell, un piloto magnífico que nunca ha peleado por un mundial, y a un novato. Es una apuesta fuerte en un momento sensible para la escudería que lleva dos temporadas sin recabar corona alguna. Si a esto añadimos la dificultad añadida de la nueva reglamentación técnica y de motores de 2026, se complica, de manera especial, ante el escaso kilometraje del 50 % de su plantilla de pilotos a la hora de aportar experiencia con el nuevo diseño.
El perfil de Antonelli parece calcado al de otros que ya fueron multicampeones este siglo: Fernando Alonso, Lewis Hamilton, Max Verstappen, o Sebastian Vettel. Todos batieron récords de precocidad, su trayectoria previa dejó claro que apuntaban hacia lo más alto, y procedían de familias de clase trabajadora; media en el mejor de los casos. En su camino, necesitaron de ayuda externa y muchos sacrificios.
Al igual que los otros, Antonelli ha arrasado a sus contrincantes y ganado de manera instantánea toda categoría por la que ha pasado, a excepción de la Fórmula 2 en la que militó en 2024. Ir de la mano de Wolff, ha supuesto el allanamiento del camino, y si hay éxito, supondrá un éxito empresarial para el directivo austriaco en forma de una jugosa comisión; así son los negocios.
Coto cerrado
El acceso a la máxima categoría depende de la confianza de los que deciden. Alonso contó con el pase VIP concedido por Flavio Briatore, el mismo que dio acceso a sus primeras victorias a Michael Schumacher, Ron Dennis a Lewis Hamilton, o el todopoderoso director deportivo de Red Bull a Vettel. Si el ojo entrenado de los que deciden encuentra a un diamante en bruto y le dan su confianza, a partir de ahí le toca cumplir al trabajador del volante y devolver la inversión previa a base de puntos logrados, resultados, victorias, títulos y proyección de imagen.
Pero la suerte que corra dependerá en gran medida de la mecánica que ponga en sus manos Mercedes. La formación de Brackley se acostumbró a no perder, y en las dos últimas temporadas andan en horas bajas. Es la habitual crisis del líder. Periodos largos de dominio suelen conducir a una depresión posterior, con el agotamiento de ideas, pérdida de personal clave fichado por competidores, y una bajada en los resultados.
Los ingenieros de Mercedes trabajan mucho y bien, y su tecnología no está en duda, pero uno de los sufridores de no tener el coche ideal fue Lewis Hamilton. El siete veces campeón ya había decidido irse a Ferrari al inicio de la temporada 2024, pero que fuera superado por su compañero en la suma de puntos, clasificación en parrilla y carrera de manera acostumbrada, dejaba en el aire que Mercedes construyó un coche que distaba mucho de ser perfecto. Al menos para él. El concurso de ambos pilotos no pudo impedir que acabaran cuartos, el peor resultado en doce años.
Terreno resbaladizo
De acuerdo con los parámetros de la Organización Mundial de la Salud, se podría considerar a Kimi como un adolescente tardío. Sin embargo, su aterrizaje en la especialidad es muy temprano, por eso la empresa deja incógnitas en el aire. Empieza en una de las mejores posiciones, en un equipo grande, poderoso, con medios y con un buen acúmulo de títulos. Pero también donde pasan por necesidades, han perdido a uno de sus puntales —Hamilton—, y la presión le puede devorar.
En una situación parecida, Alonso fue campeón tras dos temporadas como titular. Vettel estuvo una y media en Red Bull, con un paso por Toro Rosso antes de lograr su primera corona. Verstappen realizó el mismo trayecto, y tardó seis años en lograr el primer título de los cuatro consecutivos que posee.
En el lado contrario se encuentra Charles Leclerc, un piloto extraordinario cuya trayectoria estuvo precedida de un prólogo similar, repleto de éxitos. A día de hoy es bastante probable que sea el más rápido de toda la parrilla a una vuelta. Sin embargo, va a comenzar su séptima temporada vestido de rojo, y tan solo ha recaudado ocho victorias y ningún título, ni él, ni su escudería. No podría considerarse un fracaso, pero tampoco puede decirse que haya sido un éxito. Muchos temen que Kimi Antonelli quede atascado en una situación parecida, y pierda su potencial ante lo rocoso de la categoría.
Primera victoria ya en el bolsillo
De momento comienza bien el año, porque su primer título de la temporada viaja guardado en su cartera. Las autoridades italianas le hicieron llegar su carnet de conducir el 12 de febrero, hace menos de una semana. Andrea Kimi Antonelli aprobó su carnet de conducir a la primera, y es algo que casi se celebró más en su equipo que en su propia casa.
De no haberlo conseguido, no le sería permitida la participación en el campeonato; la posesión del carnet de conducir es condición sine qua non para recabar la Superlicencia efectiva y poder correr. Quedan diez días para que participe en su primer test de pretemporada como piloto titular, y su primer contacto con el asfalto de los coches de 2025, no competitivo ni puntuable, tendrá lugar en el circuito de Bahrein el próximo día 26.
El otro examen, el deportivo, empezará el fin de semana del 14 al 16 de marzo en Australia. No llevará una L blanca sobre fondo verde sobre su Mercedes, pero si vuelve a estrellar su monoplaza, al menos si podrá llevar el coche de alquiler entre el hotel y el circuito. Gane o pierda en un futuro, será el trayecto más barato de su historia como piloto de Fórmula 1. A partir de ahí, todo será cuesta arriba. O cuesta abajo, de él depende… y de que su equipo esté a la altura.