Estos son los pasos que puede seguir el Gobierno para impulsar el cese de Rubiales
El presidente de la RFEF se encuentra en el centro de la diana por besar sin consentimiento a Jenni Hermoso
Luis Rubiales se balancea en la cuerda floja por su beso forzado a la futbolista Jenni Hermoso en plena celebración por el Mundial de fútbol. En la diana del Gobierno, de los medios, del Consejo Superior de Deportes (CSD), de las asociaciones de jugadores y de particulares relacionados con el deporte que han denunciado su actitud, su puesto como presidente de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) está en peligro.
El último clavo en el ataúd deportivo del mandatario llegó de la mano de una exclusiva del diario Relevo: Rubiales y Jorge Vilda (seleccionador nacional) presionaron a la jugadora y a sus familiares para que participaran en un vídeo exculpatorio que restara peso al gesto del exfutbolista. Tras fracasar, la RFEF se inventó unas declaraciones de Hermoso que trasladó de madrugada a las agencias de comunicación Efe y Europa Press, a las que se sumó una entrevista a Rubiales en las que negaba que pudiera juzgársele y afirmaba que todos los que reprochaban su comportamiento –al que hay que añadir el gesto de agarrarse la entrepierna para celebrar el gol de España estando junto a la Reina y la Infanta– eran unos «estúpidos» y unos «tontos del culo».
Las primeras críticas llegaron a la mañana siguiente. El ministro de Cultura y Deporte, Miquel Iceta, reprendía un comportamiento «inaceptable» y exigía «explicaciones» más allá de los reproches lanzados contra sus críticos en los micrófonos de la Cadena Cope. La ministra de Trabajo en funciones y líder de Sumar, Yolanda Díaz, disparó el primer dardo con destino a la dimisión del presidente Rubiales y recriminaba que no podía continuar en su puesto después de haber «vejado y agredido» a una mujer.
Sin embargo, el final de Rubiales al frente de la Federación puede llegar gracias al empujón definitivo de Pedro Sánchez. Primero le brindaba un gélido saludo durante la recepción a las campeonas del mundo; más tarde, ante los medios ponía en duda que las palabras del mandatario fueran realmente una disculpa y le instaba a «seguir dando pasos y explicaciones sobre lo sucedido», una forma velada pero contundente de desautorizar a quien ha sido uno de los protegidos del Gobierno en los últimos años.
Y es que el Ejecutivo tiene la fuerza suficiente para impulsar la salida de Rubiales más allá de las declaraciones públicas. Sánchez, en la misma comparecencia, afirmaba que no tenían competencias para forzar la dimisión; algo que no es cierto y que mostraba que la implicación del presidente en el caso era, por el momento, testimonial a la espera de futuras actuaciones.
Las vías para cesar a Rubiales
El Gobierno tiene herramientas para hacer que Rubiales dimita y las llaves las tiene el Ministerio de Cultura y Deporte de Iceta. Si considerara que el beso sin consentimiento supone un «abuso de poder» o es una actitud contraria al «decoro deportivo» –según la Ley del Deporte–, puede presentar una acusación ante el Tribunal Administrativo del Deporte (TAD), dependiente del CSD (que a su vez depende de Deportes), que tiene las competencias pertinentes de abrirle un expediente y anunciar una suspensión cautelar de sus funciones que podría finalizar en una inhabilitación posterior.
Algo similar sucedió en el caso de su antecesor, Ángel María Villar, que fue cesado por el TAD en 2017 por faltas muy graves relacionadas con irregularidades en los procesos electorales de la Federación. Esta decisión fue recurrida y, sin embargo, fue avalada tanto por el Tribunal Superior de Justicia de Madrid (2019) como por el Tribunal Supremo (2022), tal y como recuerda ABC.
El Ministerio de Iceta podría elevar la denuncia ante el CSD y disparar el proceso que terminaría con Rubiales fuera de la sede de la Federación. He ahí el papel que le corresponde al Gobierno en toda la crisis. Si el Ejecutivo en funciones desea participar activamente en su posible destitución, tiene la capacidad de apretar el gatillo del Consejo Superior de Deportes, aunque este organismo también puede actuar en solitario si la asamblea extraordinaria (convocada por la RFEF para este próximo viernes) no cesa al mandatario.
Rubiales, reforzado en la RFEF
Este último escenario parece improbable. Rubiales cuenta con el favor de los presidentes de las asambleas regionales del fútbol español, un órgano en el que el presidente cuenta con una mayoría en cuanto a apoyos y donde ha colocado a sus hombres fuertes en puestos de importancia. Por ejemplo, su mano derecha, Andreu Camps, lidera el Comité Asesor de Protección de la RFEF, que juzgará las diligencias internas abiertas en la organización si el caso del beso se trata en virtud del Protocolo contra la Violencia Sexual.
Que el Gobierno actúe es extraño si se tienen en cuenta los precedentes. Luis Rubiales es un viejo polemista. Su gestión al frente de la Federación ha estado marcada por continuas crisis por los negocios del presidente con el fútbol español tras vender la Supercopa a Arabia Saudí, negociar con un jugador en activo –Gerard Piqué– procesos que podrían favorecer al que entonces era su club, las sospechas de desvíos del dinero de la Federación para fiestas, casas rurales e incluso prostitución o incluso grabar conversaciones con miembros del Ejecutivo (tal y como desveló el diario El Confidencial en los conocidos como las Supercopa Files); pero nunca se le había retirado el favor de La Moncloa, e incluso se guardaban en un cajón las múltiples denuncias recibidas en su contra para evitar actuaciones del CSD y el TAD.
Ahora todo parece haber cambiado. Sánchez, con quien el presidente de la RFEF mantenía una correcta relación e incluso le reclamaba favores personales como interceder en procesos del organismo, solicitó de forma velada su marcha, pero no parece que Rubiales esté por la labor. Sigue agarrado al puesto, pensando que, como las anteriores veces, resistir le permitirá seguir hasta la próxima crisis en la Presidencia de la Federación.