Nápoles siempre llega en buen momento: un caño, una volea y un entrenador reforzado
Los enfrentamientos protagonizados por el Madrid y los napolitanos nos han dejado imágenes de lo más rocambolescas
Abrir la prensa y descubrir un suculento duelo europeo entre el Nápoles y el Real Madrid nos retrotrae irremediablemente a tiempos pasados y mejores. Uno piensa rápidamente en una canción de los Hombres G, en la Quinta del Buitre, en la peseta, en Maradona con el pelo a lo afro, en los tifosi italianos tocando el bombo y tirando petardos a las puertas del hotel de concentración merengue para evitar su descanso nocturno e incluso en aquellos desplazamientos en los que los jugadores del Madrid eran increpados indistintamente tanto por un policía en el aeropuerto como por una señora que venía de hacer la compra en el mercado napolitano y sacaba el dedo a pasear.
Y es que los enfrentamientos protagonizados por Madrid y Napoli nos han dejado imágenes de lo más rocambolescas. En el pasado y, también, más recientemente.
El caño de Chendo a Maradona
Corría septiembre del 87 y el sorteo europeo emparejó al Madrid de La Quinta con el Nápoles de Diego Armando Maradona. Lo extraño del partido de ida fue tener que disputarlo a puerta cerrada en el Bernabéu debido a la sanción impuesta por la UEFA tras la pérdida de papeles de Juanito con Matthäus (le pisó la cabeza) la temporada anterior en Munich que derivó en lanzamiento de petardos en el encuentro de vuelta en Chamartín a Jean Marie Pfaff y en la rescisión de contrato del malagueño con el Real Madrid.
Contextualizado el asunto, aquel enfrentamiento sin público en la grada se recuerda por el impecable marcaje de Miguel Porlán Chendo a El Pelusa, a quién le dio la noche secándole por completo, evitando que hiciera gol y, sobre todo, tirándole un caño pegado a la banda. Aquello sólo pudieron verlo en directo unos pocos directivos, la prensa acreditada y cuatro recogepelotas, pero puedo asegurarles que aquella imagen está grabada en el imaginario colectivo madridista y que en semanas como esta se recuerda en tono jocoso dentro del vestuario del Madrid con su queridísimo delegado Chendo.
La volea de Casemiro
El caprichoso bombo europeo no quiso regalarnos otro Nápoles vs Real Madrid hasta la temporada 16-17, la de la 12ª Champions para los blancos. Eran los octavos de final de la misma y el guión fue calcado en su cadencia en ambos cara a cara. Tanto en la ida como en la vuelta el Nápoles se adelantó en el marcador y, en ambos casos, el resultado final fue el mismo: 3 a 1 para los entonces entrenados por Zinedine Zidane.
Pero si algo es recordado de dicha eliminatoria es la tremenda volea que Carlos Henrique Casemiro coló por la escuadra y desde más de 20 metros en la portería del fondo sur. Llamó la atención por su belleza, claro, pero también por su protagonista. Si bien es cierto que Casemiro siempre fue un medio llegador también lo es que sus tantos no brillaban precisamente por lo estético. Algo especial tienen los Nápoles-Real Madrid cuando futbolistas como Chendo o Casemiro, menos dotados en la faceta técnica, se convierten en los héroes del equipo.
Regresa Carletto
Este partido va a ser especial para Ancelotti por un doble motivo. En primer lugar, porque el técnico madridista se va a encontrar con mucho viejo conocido, ya que dirigió a los pies del Vesubio entre los años 2018 y 2020. El segundo argumento pasa por su reforzada situación después de llegar como líder de La Liga española tras su contundente victoria en Montilivi contra la revelación del campeonato: el Girona.
El veterano Carlo ha sabido mantener la calma después del derbi, ha devuelto el protagonismo a Tchouaméni en detrimento de Modric, ha regresado a Camavinga a la izquierda, ha recuperado el rol de Joselu y ha oxigenado a un superado Rodrygo. Decisiones de entrenador valiente en detrimento de la gestión anímica del grupo. Rectificar es de sabios y Ancelotti de esto sabe un rato.