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Álvarez Campillo (psicólogo): "La reacción del portero del Rayo no es la más adecuada"

Juan Carlos Alvarez Campillo, psicólogo y ‘coach’ deportivo analiza la figura de Vinicius como referente contra el racismo

Álvarez Campillo (psicólogo): «La reacción del portero del Rayo no es la más adecuada»

Vinicius Junior durante un partido con el Real Madrid

Juan Carlos Álvarez Campillo, experto psicólogo y coach deportivo que ha trabaja con muchos equipos y futbolistas profesionales, analiza para THE OBJECTIVE los casos de racismo que se están produciendo en nuestro fútbol. Y analiza además la figura del madridista Vinicius como el referente actual.

PREGUNTA.- ¿Qué le está pasando al deporte y al fútbol en particular con tantos casos de racismo?

RESPUESTA.- Muchas personas van al campo a desahogar sus problemas, agobios, estrés y lo pagan con los jugadores. Si a eso añadimos el estar refugiados en la masa, ya se produce una combinación peligrosa. Lo agrava una época donde los valores están perdiendo peso, y si el aficionado cree que su equipo puede sacar ventaja o provocar debilidad en un jugador se ensaña con el jugador sin contemplaciones.

P.- ¿Podemos decir que es una moda pasajera o corre el riesgo de que aumenten más los casos?

R.- Lo más probable es que si no se toman medidas ni hay conciencia social, aumenten, porque cuando no hay consecuencias es como dar vía libre a repetir esos comportamientos inadecuados y ofensivos.

P.- ¿Hasta qué punto, como psicólogo que eres, ha influido la eclosión de la figura de Vinicius? Lo digo porque se ha convertido en el embajador contra esta causa pero a la vez en el centro de la diana en todos los estadios.

R.- Aquí vería dos vertientes. La primera que la relevancia de Vinicius y el ser un jugador destacado ha hecho que sus denuncias tengan más impacto y repercusión. Pero, en segundo lugar, es importante que el jugador controle sus reacciones por un lado para que no afecten a su rendimiento y por otro para no sobredimensionar este tema más de lo debido y que se pueda gestionar o regular adecuadamente. Aunque no debemos olvidar que es una situación que requiere atención y no se puede pasar por alto, así que en definitiva que Vinicius haya puesto el dedo en la llaga hace que se puedan tomar medidas.

P.- Quizá ese exceso de protagonismo del madridista es lo que provoca que la hayan tomado con él. Siempre partiendo de lo repugnante de estos comportamientos.

R.- Si bien este protagonismo pudiera ser uno de los motivos, no ayuda y no es el único jugador que lo sufre, pues también ocurre con otros que no son tan protagonistas, como hemos visto recientemente. Por eso los jugadores también tienen que contribuir a denunciarlo de una manera que no cree crispación ni sea provocativa.

«Si no se toman medidas, es probable que estos casos aumenten»

P.- Lo digo porque en Mestalla la temporada pasada se produjo una imagen llamativa: los aficionados gritan «mono» al brasileño pero a su lado estaban Militao, Rudiger, Rodrigo. Todos ellos de raza negra también.

R.- Es cierto que ocurre con unos jugadores y con otros no. Ahí influyen varios factores: el que se haya propagado más ese tema relacionado con un jugador y por tanto está en la mira del aficionado, que el futbolista pueda «entrar» a las provocaciones, que sea un jugador llamativo o más fácil de desquiciar.

P.- La semana pasada vimos incluso a Vinicius llorar en la rueda de prensa previa al Brasil – España por esta situación.

R.- Los jugadores son personas y tienen las mismas emociones que todos, muchas veces más a flor de piel por ser el foco de atención.

«Los jugadores son personas y tienen las mismas emociones que todos»

P.- Igual es una pregunta agresiva: ¿no deberían tratar de aislarse los futbolistas de estos comentarios? ¿De intentar obviar todo lo que les rodea en un partido?

R.- Esa es una parte también de la tarea del jugador. Enfocarse en el rendimiento y en el juego, en ayudar al equipo y no estar muy sensible a cualquier comentario externo. No centrarse en eso. Pero cuando es continuo y reiterado, no son máquinas y explotan, aunque eso se puede trabajar.

P.- Y claro la pregunta que surge es: ¿cómo se prepara a un deportista o futbolista para «abstraerse» del entorno?

R.- Se puede preparar con técnicas de autocontrol y autogestión. Yo lo hago con muchos jugadores. Cuando se trabaja el foco, la atención y concentración o incluso los objetivos de rendimiento, lo primero es tener la mirada puesta en lo que uno puede controlar, pues eso depende de él. Con técnicas de visualización y mindfulness, por ejemplo, se fija la atención donde quiere el jugador, y se puede abstraer cada vez más del entorno. Es un trabajo mental igual que otras facetas del deportista como la física o técnica. Hay jugadores que están tan conectados al juego que no perciben nada más. Recuerdo uno destacado en la Premier y que ha estado en la selección española como Michu con quien trabajamos estos aspectos de abstraerse del entorno, que me decía que ni siquiera escuchaba al público cuando estaba en la banda, en su cabeza solo existía el balón, la colocación, anticipación y las posibles jugadas en marcha o incluso visualizar las siguientes.

«Algunos jugadores no querían que llegara el partido para no exponerse al público»

P.- En su amplia experiencia, ¿ha llegado a conocer a un futbolista a quien le haya influido tanto los insultos que escucha desde la grada? Sean del tipo que sea.

R.- Sí, a varios, y no solo por su raza. En ocasiones el aficionado, si el equipo va mal o puede descender, se ensaña con los de su propio equipo y les dicen las mismas barbaridades al margen del color de su piel, pero esto es más una situación puntual. Y les afecta hasta el punto de que no tienen ganas de que llegue el partido porque sufren mucho o incluso no quieren salir de su casa y exponerse a lo que pueda decirles la gente. Eso me ha pasado, por ejemplo, trabajando con un equipo histórico y destacado de primera división que descendió.

P.- Y como experto psicólogo, ¿cómo explica dos sucesos racistas el mismo día en dos campos distintos? Acuña y Quique en Getafe y después el portero del Rayo Majadahonda en Sestao. ¿Qué está pasando en el fútbol y en la sociedad?

R.- Esto se podría explicar por el efecto bandwagon, un efecto arrastre o de moda donde las personas hacen o imitan lo que hacen en otros lugares pues es la «corriente» del momento, y también es como un efecto de manada.

P.- ¿Entiende la reacción del portero del Majadahonda Sarr de irse directamente a por el aficionado que le insultó?

R.- La entiendo pero no es el comportamiento más adecuado, porque además de perjudicar al jugador lo hace también a su equipo. Uno no se puede tomar la justicia por su mano, hay que llevarlo por los cauces oportunos. Una opción podría ser llamar la atención del árbitro o sus asistentes o decirlo a algún compañero para que lo haga y señalarlo. De esta forma se puede intervenir de una forma más adecuada.

P.- ¿Se están perdiendo los valores en esta sociedad o las redes sociales están incitando a estos comportamientos porque pasan desapercibidos?

R.- Es una reflexión interesante porque ambos tienen su influencia. Las redes tienen el mismo uso que un cuchillo, se puede usar para algo malo o bueno, depende del uso de cada uno. La pérdida de valores viene en parte por los ejemplos tan poco edificantes que se ven en la sociedad, la política o incluso en el deporte, como pasa con la RFEF y algunos clubes, que lejos de ser referentes son lo contrario. Esto da a entender a ciertos aficionados que todo vale y es permisible. Y el anonimato de las redes hace que no haya filtros y cada uno se pueda desahogar ofendiendo y faltando al respeto de la manera mas cruel.

«Suspender el partido podría ser una medida por el enorme agravio que genera»

P.- El Movimiento contra la Intolerancia propone cámaras en los exteriores del estadio y ser más estrictos a la hora del protocolo arbitral. A la mínima, se suspende el partido…nada de cosas intermedias.

R.- No hay una solución fácil para este tema y las medidas drásticas o simplistas en temas delicados muchas veces pueden crear más problemas que los que solucionan. Es un tema complejo y debería abordarse desde distintos escenarios y con la colaboración de las partes implicadas. Quizás desde un plan para identificar a esa minoría y que no puedan acceder a un campo por su comportamiento más las sanciones que correspondan, pero también acordando con los clubes las medidas a tomar. Y por supuesto, fomentando la conciencia social respecto a los valores del deporte donde esto está fuera de lugar. El simplemente suspender un partido causaría un grave perjuicio no solo a los intereses deportivos y económicos, sino sobre todo al aficionado normal, la inmensa mayoría, que es quien sostiene todo este tinglado o negocio.

P.- ¿Usted cree que un deportista y futbolista ya no está en condiciones de seguir un partido cuando escucha este tipo de ataques o comentarios?

R.- Algunos son capaces de sobreponerse y reintegrarse al juego o por momentos. Sin embargo, para otros, según su carácter, cómo haya sido su vida o si no hacen entrenamiento mental, les puede afectar de forma que ya no estén en el partido.

P.- ¿Deberían articularse sanciones más duras para quienes cometen este tipo de comportamientos?

R.- Esa podría ser una parte de la solución, pero sin conciencia social sobre el tema, mensajes comprometidos de los clubes, deportistas y personas referentes de que eso no forma parte del fair play del deporte seguramente no sería suficiente.

P.- Antes le planteaba la formación a un profesional. Pero igual este trabajo psicológico debería empezar desde la base. Tanto a los deportistas como a los aficionados

R.- Sin ninguna duda, y también en las escuelas y colegios, en la educación. Y en los aficionados debemos incluir a los padres que a veces son los que pierden las formas en los partidos de cantera y son un mal ejemplo e incitan a ello.

«El entorno puede llegar a tener una influencia enorme y nefasta»

P.- Mirando al fútbol o deporte de los más pequeños. ¿Qué grado de influencia puede tener el entorno a la hora de que una persona tenga este comportamiento?

R.- Una influencia enorme y nefasta porque pueden confundir y validar esos comportamientos inadecuados. Los niños en su proceso de desarrollo imitan lo que ven, lo que hacen los demás y necesitan buenos referentes y tener claro lo permisible y lo que no lo es. Por eso no vale lo que dicen los padres, lo que cuenta es lo que hacen, el comportamiento, los hechos.

P.- Teme como psicólogo que un día vivamos una tragedia grave.

R.- Si no se afronta con rigor este tema, se puede desbocar y ahí cabe cualquier posibilidad.

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