THE OBJECTIVE
HASTÍO Y ESTÍO

Lamine Yamal, no mires a los ojos del presidente

Los ‘golpes bajos’ los ha recibido Carvajal, Yamal se ha ido tranquilamente con la música a otra parte

Lamine Yamal, no mires a los ojos del presidente

Lamine Yamal saludando a Pedro Sánchez. | Ep

Lamine Yamal caminaba el lunes pasado detrás de Carvajal para llevar la Eurocopa al Palacio de la Moncloa y saludar al presidente del Gobierno. Me imagino los nervios del chaval. Supongo que entre sus rutinas no está la de dar clase de protocolo por si te toca dar la mano a las distintas autoridades públicas. La inteligencia puede hacerte pensar eso de que donde fueres haz lo que vieres, y así se podría llegar a la conclusión de que fue esa la decisión que tomó.

Yamal habría tomado esa decisión en ese instante. Pero la cosa se complica al ver que de la inexpugnable y pétrea nuca de Carvajal no se traspasa la manera en que el jugador madridista ha saludado al presidente Sánchez. El jovencísimo jugador del Barcelona tiene que tomar una decisión. Está acostumbrado a hacerlo desde niño, pero sólo sobre el césped. La tranquilidad inunda su cuerpo y su mente en unas semifinales de toda una Eurocopa ante la siempre temible selección francesa. Si el mundo se tiene que parar y silenciar para ayudarle a hacerse paso ante la defensa gabacha y crearse el espacio suficiente para sacarse de la chistera un cañonazo que ni Agustina de Aragón, él se crea ese instante, que inconfundiblemente debía acabar en forma de obra de arte esplendorosa.

Pero vayamos al lío. Carvajal acaba de saludar al presidente. Tienes menos segundos para decidir que dedos en una mano. Te pones nervioso por algo que nunca pensaste que estaría entre tus preocupaciones. Cuando quieres darte cuenta la cosa ya está hecha, y solamente tú sabes lo que pensabas o dejabas de pensar durante ese eterno segundo, algo muy barcelonista, por cierto. Para muestra el botón de esta temporada.

El malogrado Germán Coppini cantaba uno de los grandes himnos del pop español. Su letra decía eso de «No mires a los ojos de la gente, me dan miedo, siempre mienten». Los golpes bajos los ha recibido Carvajal, mientras Yamal haciendo exactamente lo mismo ha podido irse tranquilamente con la música a otra parte. En esta sociedad enloquecida lo que está mal no lo determina la acción en sí misma, sino quien la comete. Que la verdad no te estropee tu débil argumentación. Carvajal no desea hacer contacto visual con el presidente del Gobierno mientras le estrecha la mano. Es evidente que el lateral derecho madridista y de la selección española no es el presidente del club de fans de Pedro Sánchez. Pero luego llega nuestro querido Lamine Yamal y copiando con exactitud en forma y fondo a Carvajal, y los que critican a este, «sorprendentemente» callan ante el artista del balón de sólo diecisiete años.

«Los ‘golpes bajos’ los ha recibido Carvajal, mientras Yamal ha podido irse tranquilamente con la música a otra parte».

Lleva demasiado tiempo siendo tendencia ser tendenciosos, interesados. La misma cosa puede ser matizable si a engañarte a ti mismo y a los demás, no le das ninguna importancia. Quien lo hace pudiera creer que está logrando su objetivo, y dejando su superioridad moral y argumental a buen recaudo y protegida por el dios de la verdad auténtica. Tener razón es algo muy secundario cuando estás ocupado en destrozar al enemigo. Da igual las armas que utilices para hacerlo, y que entre las virtudes de estas nunca se encuentre la nobleza ni la justicia. El sectarismo que ejercen los más radicales de cada bando ideológico así lo atestigua.

No sabemos si a Lamine Yamal le cae bien o mal Pedro Sánchez. Es algo que realmente nos tendría que dar igual. Seguiría siendo un jugador excepcional con un futuro maravilloso, aunque algún día se supiera que es conservador o progresista, rojo o azul. Ante la ceguera parcial e interesada de la sociedad no hay eminencia de la oftalmología que pueda curar tan enorme oscuridad. Carvajal se rasca la nuca y nota alguna membrana gelatinosa. Yamal, que está en su casa, nota como algún pelo se le mete en los ojos. Una sociedad compuesta de picores, vello cervical y ojos caídos se merece lo que tiene.

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