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Vergüenza metropolitana y bochorno nacional

La injustificable actitud de la parte más radical de la hinchada rojiblanca es un síntoma de un problema mayor

Vergüenza metropolitana y bochorno nacional

Thibaut Courtois devuelve a los hinchas radicales uno de los mecheros que le arrojaron durante el derbi del pasado domingo. | Matthieu Mirville (Zuma Press)

El fútbol español se encuentra sumido en una espiral de violencia (física y verbal) procedente de sus gradas que en la última semana ha alcanzado el punto álgido. El jueves fue la jornada más caliente. Para comenzar, un ‘aficionado’ lanzó una botella desde la tribuna del RCD Stadium que impactó en el colegiado Quintero Gónzalez. Por suerte, el energúmeno fue detectado rápidamente por el árbitro, sus asistentes y la seguridad del conjunto perico, a la vez que se vio señalado por los seguidores del RCD Espanyol que se encontraban a su lado.

Unas horas después, en el duelo que el Athletic de Bilbao disputaba en el Olímpico de Roma, los seguidores vascos más radicales tiraron bengalas a la plagada tribuna romana. Tal fue la tensión que los veteranos Iñaki Williams y Óscar de Marcos se aproximaron al sector donde se encontraban los miembros del grupo ultra Herri Norte para afearles, sin miramientos, su lamentable conducta.

En medio de este preocupante contexto conocimos las sanciones relativas a los enésimos insultos racistas recibidos por Vinícius Júnior. El juzgado de instrucción número 3 de Mallorca sancionó al hincha mallorquinista que se cebó con el brasileño (primero) y con Samuel Chukwueze (después) por su raza con la pena de un año de prisión (que no cumplirá) y la prohibición de tres años sin acceder a recintos deportivos. Al mismo tiempo, un menor que repitió la misma conducta contra Aurélien Tchouaméni (también en Mallorca) fue castigado con una sanción económica y la obligación de realizar actividades socioeducativas para enderezar su conducta.

Para redondear este bochornoso historial, el FC Barcelona fue castigado por la UEFA con la prohibición de que sus simpatizantes viajen al próximo partido fuera de casa en la Champions después de que en la grada del Luis II de Mónaco portaran una bandera que rezaba «Flick Heil», en clara alusión al lema nazi «Sieg Heil».

La gota que ha colmado el vaso de este irrefrenable dislate en las tribunas se perpetró el domingo por la noche en el Estadio Metropolitano del Atlético de Madrid, cuando los ultras colchoneros obligaron a suspender el partido tras lanzarle multitud de mecheros a Thibaut Courtois. Algo que se podía haber evitado con una cierta dosis de valentía.

El ejemplo de Florentino y Laporta

Aún impactados por lo sucedido en el derbi del Metropolitano, cabe preguntarse varias cuestiones: ¿Por qué sigue habiendo ultras en el fondo colchonero? ¿Por qué varios de los mismos van encapuchados? ¿Qué pintan el entrenador y los jugadores atléticos elevando su categoría al negociar con ellos? Y lo más importante: ¿por qué después de lo sucedido el equipo se acerca al fondo al final del partido a darles las gracias por su apoyo? 

La respuesta a todas estas preguntas las tiene el propio Atlético de Madrid y sus dirigentes Gil Marín y Enrique Cerezo. En este momento deben valorar si cogen el toro por los cuernos o miran para otro lado. Se trata de una decisión valiente que la entidad atlética lleva posponiendo décadas y que no puede retrasar más. Si acaban por decidirse tienen el ejemplo muy cerca; en el Madrid de Florentino Pérez y en el Barça de Joan Laporta.

Ambos mandatarios dijeron basta tras aplicar una importante dosis de agallas y sufrieron graves consecuencias. Laporta se mostró inmisericorde con los Boixos Nois y estos le presionaron al máximo. Pintadas, insultos y amenazas se convirtieron en una constante que el dirigente culé solventó, triplicando su seguridad y teniendo que mirar a su espalda más de lo deseado.

Florentino también vivió su infierno personal después de expulsar a los Ultras Sur del Bernabéu. Muchos de los cabecillas del grupo merodeaban su domicilio y seguían sus movimientos. Intimidantes grafitis inundaron el céntrico barrio en el que reside y los aledaños del Bernabéu. Pero lo peor fue sufrir imperdonables ataques en la parcela más dolorosa y personal: «sé quienes pintaron la tumba de mi mujer, pero no me van a amedrentar». Declaró el presidente del Real Madrid en la Cadena Ser.

Lo dicho: la pelota está en el tejado del Atlético de Madrid, que en su vertiente directiva es quien tiene la mayor responsabilidad de identificar y controlar el acceso de estos peligrosos radicales a su recinto en coordinación con las fuerzas del orden.

Bajando al césped también debemos exigir responsabilidades. Que Koke y Simeone se alejen de la tolerancia cero con estas actitudes, poniendo en el foco del problema a Thibaut Courtois (por celebrar un gol) es para hacérselo mirar. 

Vergüenza metropolitana con demasiadas réplicas a nivel nacional.

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